Contratiempo
IBERO Puebla | 10 OPINIÓN H an pasado cinco años desde aquella madrugada del 27 de septiembre 2014, cuando 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecieron sin que se sepa nada hasta ahora de su paradero. Los días pasan indomables y acá estamos, del otro lado, siendo espectadores de una tragedia sin desenlace. Cinco años de una búsqueda incansable, pero agotadora y frustrante para los familiares de las víctimas, quienes permanecen inquebrantables ante el precario funcionamiento de la justicia mexi- cana y ante la dura pena que los embarga: cinco años sin ver los ros- tros de sus hijos, esposos, padres, hermanos. El tiempo ha avanzado y parece que tan sólo ayer los noticieros se inundaban con la triste nota de lo que había sucedido en Iguala, Guerrero. Mucho se ha hablado sobre el tema, desde que los estudiantes están aún vivos hasta que se encuentran privados de su libertad en algún lugar recóndito, el murmullo es tan grande que cae en la desinformación, resultando en indiferencia. Entre dimes y diretes lo único que puedo pensar es que los estudiantes simplemente no están. Me es realmente irrelevante saber quién es culpable de la desaparición de los normalistas, no porque no sea importante, ya que desde luego lo es, a lo que quiero llegar es que siguen au- sentes. 43 personas se desvanecieron en una noche y estamos en el día en que continúan sin dar con su paradero. Me parece totalmente irra- cional que tras cinco años nadie sepa qué es lo que ha ocurrido en realidad ¿hasta dónde llega la apatía de la so- ciedad para permitirlo? ¿qué es lo que tenemos en mente para seguir igno- rantes frente a tal suceso? En este punto quiero expresar la razón por la cual me es irrelevante ha- llar a los culpables. Me parece que es preferible encontrarlos antes de cual- quier otra cosa, simplemente no me cabe en la cabeza la idea de rondar el asunto de los responsables cuando los 43 aún están desaparecidos, pienso que todos nuestros esfuerzos deberían estar en su búsqueda. Es imposible que no haya testigos de tal atrocidad, no pudo tragárselos la tierra, eso es más que evidente. Entiendo que para dicha empresa no sólo se requiere de buena voluntad y fe, el problema es mucho más complejo de lo que pa- rece, pero con todo y eso, creo que algo puede hacerse. Opino que, una vez que se sepa qué es lo que verdaderamente ocurrió con los estudiantes, incluso si haya sido el peor de los des- tinos, podremos pasar a otorgar responsabilidades, por así llamarlo. Ya fue suficiente de los culpables inventados, no estamos para recibir nombres al azar y del mismo modo, nadie está para ser inculpado por un crimen no cometido, es mucha la injusticia como para cargar algo más en los hombros. Está por demás decir que el tema no es ninguna especie de juego en el que se tenga que adivinar quién hizo qué, es absurdo y obsceno dado que no se trata de cualquier cosa, estamos hablando de un crimen que debe ser penado incluso si los culpables se mueven en las grandes esferas del poder en México. Me es muy difícil pensar en Ayotzinapa, me cues- ta pensar que 43 jóvenes fueron arrancados de la libertad y que a la fecha todo siga sin resolverse ¿en qué clase de país estamos viviendo? ¿qué tipo de gente es la que elegimos como nuestros repre- sentantes? ¿qué tan viles son los que están detrás de esto? Es simplemente aterrador, para quitarle el sueño a cualquiera. Y con todo y eso, las cosas continúan como si nada: apatía, ignorancia, olvi- do. Uno podría pensar que el caso se ha dado por concluido y que, como en México, sólo se avanza si se procede de manera deshones- ta lo único que queda es resignarse, pero las cosas no funcionan así. Es prácticamente irra- cional decidir olvidarse de lo que ocurrió esa madrugada fatal, no sólo eso, es muy injusto para esos normalistas que siendo inocentes desaparecie- ron, ellos no se merecen pasar a la lista interminable de atrocidades enterradas en algún archivero de un organismo público. Qué tristeza y miedo me da recordar que los es- tudiantes de Ayotzinapa siguen sin volver a sus ho- gares. México no deja de ser un lugar en el que pre- domine la codicia y la ambición por el poder. Somos una nación que se formó entre el barro y la sangre, SOMOS UNA NACIÓN QUE SE FORMÓ ENTRE EL BARRO Y LA SANGRE, NO HEMOS PODIDO LIMPIAR EL DESASTRE, AL CONTRARIO, LO HEMOS HECHO PARTE DE NOSOTROS, LO RESPIRAMOS TODOS LOS DÍAS, SOMOS ADICTOS AL CAOS Por Mary Tere Salvador Reyes Estudiante de Procesos Educativos A CINCO AÑOS DE UNA
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