Contratiempo
14 15 Opinión Releer a Gilberto Castellanos Por Yoselin Ivette Gamez | Estudiante de Relaciones Internacionales H ace unos días acudí a la presentación de Fraselia , el séptimo libro póstumo del gran poeta, profesor, dibujan- te y promotor cultural, Gilberto Castellanos quien nació en Ajalpan, Puebla en el año de 1945. La presentación encabezada por la escritora y esposa del maestro Castellanos, Silvia Castro, provocó en mí un des- pertar de recuerdos, los cuales, han sido repasados por mis sentidos de forma constante y en una sola exhibición para mi interior. Mi primer encuentro con Gilberto Castellanos data del año 2007, cuando fui seleccionada para asistir a un Taller de Creación Literaria impartido por él. Los parámetros de se- lección de los niños cursantes del quinto año de educación primaria, dejaban asomar un tanto el maravilloso proyecto del gestor cultural, cuya loable tarea tendría repercusiones direc- tas en nuestras vidas. Ingresé a un salón escasamente iluminado y me topé con su figura, elegante y de natural gallardía. Aún sin ver su rostro ni escuchar su voz, mi reacción hacia él fue una inmediata admiración, un incesante respeto y una creciente curiosidad por conocer su mensaje. Una vez sentados 20 alumnos en torno a él, habló y diri- gió la mirada a cada uno. Resultase para mí una gran hazaña canalizar mi atención a dos realidades nuevas; por un lado, el placer de escuchar una palabra transmitida a través de cui- dadosa y limpia dicción, consciente énfasis y el poder de una conexión - empática y de complicidad -con el receptor, (cuyo origen aún no logro identificar innato o resultado de auto exi- gencia y trabajo). ¿La primera enseñanza del maestro Castellanos? Respi- rar. Así es, una acción tan elemental, tan desbordante de vida, la experiencia del reconocimiento corporal y de condición de posibilidad. Más tarde, exigiría de nosotros tomar cuidado de nuestra postura y de la expresión total de nosotros mismos. Con lo anterior, no sólo me refiero al lenguaje corporal u oral, deseo hacer un especial énfasis en el escrito. Sesiones más tarde, ocho niños habían sido encandilados por su amor a las letras. Al inicio de cada sesión, Gilberto Castellanos se preocupaba por conocer nuestros estados de ánimo, las con- diciones familiares, alimenticias y escolares en las que nos encontrábamos, para luego aseverar con voz de color inolvida- ble ¡A bailar la pluma!, tal como lo escribe en el texto 12 del segundo capítulo de Fraselia : ¡Ven, corazón de sonidos, trae tu danza y cantos de sílabas al pecho blanco de mi página!, el son de tus requiebros hace su ritmo con las pausas, vemos cómo baila la pluma y lo que dice; … De Gilberto Castellanos no sólo aprendí que la persis- tencia, disciplina y trabajo impreso de sentimientos se mani- fiestan vía momentos y experiencias de vida no concebidas, como la publicación de nuestro libro Letras de Araña . Además, fui testigo de generosidad, escucha, amistad y sentido humano del gran maestro, su poesía en la sección ciudad del libro El árbol y el verbo , lo refleja: 12 El árbol que mira cómo desarraigan al hermano, se achica, resignado suspira por otra lejanía. Sin embargo, aún no logro saber por qué entregaba a nosotros su tiempo, atención y cariño, tal vez su vocación de docente, su compromiso por divulgar el amor por las letras o sencillamente porque el noble ser humano disfrutaba de la receptividad de los niños, como escribe en El árbol y el verbo : La transparencia de la tarde fue tan limpia que un colibrí desapareció; lo atrapó un niño en el dibujo de su cuaderno. Gilberto Castellanos se convirtió entonces en la figura a quien dirigí mis honores, la persona a quien más escuché desde 2007 y hasta su muerte en 2010. Este último año tra- jo una honda tristeza a mi vida, un descontento con las letras y un olvido de la danza de la pluma. Pero en algún momento comprendí que había perdido la oportunidad de encontrarme personalmente con el poeta que más admiro, a quien gustaba de tomar una café en los portales poblanos, huir de paseo incluso en estados de sa- lud inconveniente, descubrir desde procesos fabriles hasta la vida piscícola, más no perdía la posibilidad de escucharle mientras le releo. Un día la seda en el sol con dunas blancas, bochorno y deslices de noviembre, aquel rumor descubre memorias de ti; se recoge la tarde, amor, te cubre. El texto anterior pertenece al libro Trama del día. El poeta, ensayista, periodista y crítico de artes plásticas de mayor pre- sencia en la Puebla moderna, fue reconocido con el Premio Latinoamericano de Poesía Colima en 1982, fundó la Casa de la Cultura en Puebla y fungió en varias ocasiones como su director, asimismo, encabezó el proyecto televisivo Pue- bla en la Cultura. Su obra escrita ha alcanzado a población hablante de 4 idiomas diferentes y público de al menos dos continentes. Gilberto Castellanos hereda a sus lectores una escritura dotada de hermosura, conocimiento y deslumbrante. Si no bastara eso, suma tanto a la portada de la mayoría de sus libros como al interior de los mismos, sus dibujos, aquellos que en su hogar, fueron testigos de tertulias, clases, pláticas. La preciosa coincidencia de releer, o bien, leer a Gilberto Castellanos, no sólo honrará la vida entregada del culto hom- bre de las letras, del “Poeta del Ser”, ocasionará además, la experiencia de imágenes, acordes, sonidos articulados con esmero y paciencia. Crisálida del cielo baja la sombra sobre jardines de julio, desplaza su provocación de dudas, le vemos llegar por el pasillo muy lejos de la tarde que tablajearon los escándalos, ocupará nuestro apellido escuchando guitarras oscuras que se diluyen sin la oreja; lía de las fatigas, destila nuestra sangre;crisálida del dielo, mañanera con el silo, muda de la fe, dueña sin rostro de la calle, trilla entre arboledas. … de Aural
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