Contratiempo

14 15 Académicos Académicos Si fuera Secretario de Cultura de mi país Por Carolina Aguilar Zilli | Estudiante de Nutrición y ciencia de los alimentos M e alegra ser pare de este nuevo gobierno alternativo y sobre todo estar ocupando el puesto de secretario de Cultura. Por este medio les voy a platicar el Plan de tra- bajo que tengo en mente que se realice en un futuro próximo. Empezaré realizando un breve diagnóstico sobre la realidad intercultural del país. ¿Cómo se encuentra nuestro país actual- mente? Actualmente a pesar de que México es un solo país, tiene muchos apellidos. Existen muchos Méxicos. En un sólo territorio podemos encontrar diferencias extremadamente notables. Es- tas no sólo se pueden observar entre el norte y el sur del país, si no en un solo estado, incluso en una misma ciudad. Existen ciudadanos con un nivel de vida incomprensible, encontramos familias millonarias con una vida de sueño y encontramos fami- lias en estado de pobreza extrema. Al pasar de los días, los ricos se vuelven más ricos, y los pobres más pobres. Por otro lado encontramos gente muriéndose de hambre y otros muriéndose de obesidad. Observamos que pasa el tiempo y se siguen cometiendo los mismos errores, países que han pasado catástrofes más severas, logran un nivel de desarrollo acelerado y México desde hace muchos años, está estancado y no podemos ir hacia delante. En vez de unirnos, nos separa- mos, no vamos para arriba, si no para abajo, ¿por qué es que estamos así? Primero, analizaré los elementos negativos de nuestra cul- tura. La religión está pasando por una grave crisis, 44 millones de habitantes sufren pobreza extrema, existe una crisis econó- mica, el empleo es cada vez más informal, los índices de des- empleo crecen cada día más, existe una severa pandemia de diabetes infantil, México se convierte cada vez más en un país más violento, el racismo sigue con vida, no se solucionan los conflictos indígenas y la política en lugar de ser una herramienta para el desarrollo, se convierte en una basura. Es lógico y comprensible que nuestro país tenga estas ca- racterísticas si vivimos en un cuento de mentiras. Desde que na- cemos e iniciamos nuestra formación y desarrollo, nos vuelven parte de sistema. Nos educan a su conveniencia, nos enseñan lo que quieren que sepamos, nos limitan en conocimiento, limi- tando y seleccionando la información que le permite al poder seguirnos controlando. Una de las herramientas más impor- tantes para este control ha sido la historia. Los historiadores forman parte de los villanos más importantes de nuestro país. Se nos enseña la historia de muchas formas; anticuaria, llena de cursilerías para creernos que vivimos en un cuento de hadas, de bronce, para que tengamos héroes históricos que nos llenen de patriotismo, gente a la que idolatremos y los veamos como un ejemplo a seguir, no se nos cuenta todo sobre ellos, sino solo lo bueno, para que creamos que así se logran las co- sas y que existe gente de fantasía. Por otra parte nos enseñan la historia científica, que nos hacen pensar que por medio de análisis de números (los cuales están alterados), nos permitirán realizar un mejor futuro. ¿Pero en dónde queda la historia crítica? Esa quién nos la va a ense- ñar, quien nos va a decir la verdad, dónde podemos saber los errores cometidos para no volverlos a hacer. ¿Cómo se dio la conquista? ¿Ya terminó o aún seguimos siendo parte de una? Empezando por ese evento histórico, el cual es uno de los prime- ros que nos enseñan, desde ahí inician las mentiras. Nos manipulan, nos controlan desde la educación, los me- dios de comunicación, las ideas culturales y la religión. Es claro que vamos a estar en el hoyo, si somos ciudadanos dormidos. No tenemos memoria histórica, esto nos permitiría evitar come- ter los mismos errores, que hemos cometido como nación. Pero no todo esto es malo. El ciudadano mexicano es muy afortunado, se nos destaca por ser cálidos, alegres, trabajado- res y fuertes. De igual forma que somos uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo. Somos parte de los países miembros G20, el cual nos hace estar en el grupo de los paí- ses industrializados, emergentes y con alto índice económico, el problema viene en el desarrollo y en el uso de estos ingresos. Tenemos grandes raíces y herramientas para ser un gran país, pero hay que fortalecernos. Hay que educarnos, involucrarnos, ser ciudadanos activos, consientes, usar nuestros beneficios y multiplicarlos. No solo hay que criticar, sino actuar. Como dicen – protesta con propuesta-. No hay que dejarnos llevar, si no ser autocríticos y usar la verdadera historia para fortalecer y no para debilitar. La propuesta integral de trabajo incluye nuestro horizonte cultural perfecto. ¿Cómo sería este? Principalmente será una nación que no margine al indígena, ni trate de controlarlo, al contrario que sean parte de un todo. Que seamos homogeneizados en cuento derechos y oportunida- des. Son parte esencial para nuestro desarrollo y no es posible que no se tomen en cuenta. Por otra parte la educación sería igualitaria para todos. Im- partida de la misma forma para todos, que llegara hasta el más mínimo rincón, dónde se nos enseñe que todo ser humano se equivoca, que tiene errores y es parte natural del proceso para el triunfo. Que se apoyen los diversos talentos de cada estudian- te, que cada uno pueda brillar en su propia área. Que dejemos atrás lo malinchista y la admiración y abertura por el extranjero y lo hagamos de forma interna para nuestro propio país. Aumen- tar el orgullo nacional y sentirnos dichosos de ser mexicanos, no darnos la espalda a nosotros mismos sintiéndonos más por tener influencia o cualquier cosa de origen extranjero. Todos nos aceptamos tal como somos, dejar a un lado los estereotipos y dejar de juzgar al prójimo por no ser igual a uno mismo. Al contrario, destacar la diversidad de pensamiento, de acciones, creencias, tradiciones y gustos. Alimentarnos y apro- vechar lo que nuestras tierras nos aportan, aumentar la sus- tentabilidad y no seguir el proceso de industrialización al que pertenecemos. Tener un representante que realmente esté comprometido con sus ciudadanos, no que únicamente busque el poder por beneficio propio. Para lograr todo esto existen 5 principales líneas de acción específicas. Mejorar el sistema de educación, invertir en la na- ción y no en el extranjero, impertir una historia crítica en las au- las, trabajar en la educación y valores impartidos en casa y por último reformular los derechos de los pueblos indígenas. Para todo esto es necesario trabajar mucho con todos los ciudadanos mexicanos, y creo que poco a poco se puede lograr, siempre y cuando empecemos trabajando por nosotros mismos. Texto presentado por la autora para la asignatura de Fe en América Latina del Área de Reflexión Universitaria, impartida por el Mtro. Jesús Alejandro Ortíz Cote. Se reproduce de manera íntegra. Por Raymundo Cruz Miguel | Estudiante de Comunicación E n las comunidades indígenas de México y Latinoamérica es muy común considerar a la tierra como un ser viviente. En los pueblos andinos, por ejemplo, se le llama Pachama- ma y se la considera sacrosanta. A la madre tierra se le venera y se le hace reverencia. A primera vista, esto parece una creencia ridícula, sin embargo tiene una razón de ser que no ha sido comprendida cabalmente por el hombre occidental. Considerar a la tierra como un lugar sagrado, era una blasfemia para los antiguos colonizadores, pero esta cosmovisión ha permanecido y ha sobrevivido a la historia. El respeto a la Madre Tierra es una fe que llega a nosotros con mucho sincretismo reli- gioso. La creencia de que la tierra es nuestra madre y es sagrada, responde a una lógica muy sencilla: es la tierra la que nos da el pan de cada día, como lo hace una mamá con su hijo; ella nos provee de lo necesario para vivir, nos alimenta y nos recoge en su seno cuando morimos, porque como dicen las sa- gradas escrituras “polvo eres y en polvo te conver- tirás” (Génesis, 3:19), es decir, de tierra te cons- truyes cotidianamente y tierra te volverás al final de tu existencia. No se requiere mayor ciencia para comprender que somos hechos de tierra, todo lo que consumimos viene de la tierra, por eso los sabios de otro tiempo y lugar dijeron con justa razón “lo que le pasa a la tierra le pasa a los hijos de la tierra” (Carta del Jefe Seattle). Una forma de reconocer el valor de la madre tierra es ha- ciendo un tributo para ella. En las comunidades indígenas de Oaxaca, especialmente en la Sierra Mixe y Zapoteca, se conser- va una práctica prehispánica que consiste en “hacer un pago a la tierra”. Se trata de una ceremonia mágico-religiosa que con- siste en ofrecer a la Madre Tierra lo que nos ha dado para vivir, Ritual de agadecimiento a la Madre Tierra devolverle un poco de lo que nos da. Es un ritual simbólico para comulgar con ella. Este ritual fue condenado por los frailes y sacerdotes ca- tólicos durante mucho tiempo como una práctica demoniaca y quienes la practicaban fueron acusados de brujería. Por ello, la tradición de realizar una ofrenda a la tierra permaneció en la clandestinidad, pero ha vuelo a salir a la luz para que el mundo aprenda de ella. El ritual sigue un procedimiento muy sencillo. Se cava un hoyo en la tierra donde se deposita comida, bebidas alcohóli- cas y no alcohólicas, semi- llas, incienso, tabaco, etc. Colocada la ofrenda en el interior de la tierra se hace una oración donde se ofrece la ofrenda a la Madre Tierra, se le pide perdón por el daño que le hacemos y se le agradece por todo lo que nos da. También se invoca a los difuntos que han habita- do el lugar y se les hace una reverencia, luego se invoca al guardián de la tierra que pisamos (en la cultura zapoteca se cree que hay un “ángel” guar- dián en cada lugar, quien vela por el bienestar de las personas) para ofrecérsela. En esta oración, se realiza un pedimento; se pide por la paz del mundo, por el bienestar de la comunidad, la salud para los enfermos, el consuelo para los que sufren. Terminada la oración, se tapa el hoyo y se procede a dirigir una oración a los cuatro puntos cardinales (este, oeste, norte, sur) mientras se encienden las cinco veladoras o velas que simbolizan tales puntos más el centro. Finalmente, se colo- can flores blancas en un florero que se deja en el lugar donde se ha realizado el ritual, junto con las velas encendidas hasta que se consuman totalmente, y las flores se marchiten y se sequen. Tal es, en términos generales, la manera de hacer el ritual. Continúa... Continúa...

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