Contratiempo
8 9 En la Ibero ¿Qué experiencia deja el formar parte de un CER? Por Jesús Heriberto Villegas Solano | Coordinador del CER de Diseño Industrial. F ormar parte de un Consejo Estudiantil de Representantes (CER) no es sinónimo de popularidad, responsabilidad o trabajos de beneficio personal, entre otros, que llegan a ser muy erróneos. En realidad tiene significados más profundos, apegados a los valores y la finalidad de un CER como: defender, atender y ser la voz de las necedades e intereses de nuestros compañeros. Ser los representantes, no sólo de los alumnos de nuestra carrera, sino de toda la comunidad estudiantil de la Ibe- ro Puebla, dentro y fuera de ella. Desde el momento en que se comenzó a formar el equi- po de trabajo del actual CER de diseño industrial; reunirnos para discutir cuál sería el programa de campaña, el plan de acción durante el periodo de trabajo del Consejo; este primer paso, en mi sentir fue muy importante, ya que cada miembro dio a cono- cer por qué quería formar parte de esta planilla y los puntos en que podíamos mejorar dentro de la carrera. También pude ver el verdadero interés que tenemos con la universidad, nuestros compañeros y poder hacer un cambio. Definir qué actividades eran posibles de hacer, cuáles si serán de provecho, con que otras empresas, universidades e institu- ciones nos podíamos vincular para hacer crecer la licenciatura, como integrarnos con otras carreras, etc. Durante la construcción del Consejo, el proceso electoral, empezar a cumplir con las primeras actividades como planilla electa, comenzaron a ser nuevas responsabilidades y obligacio- nes como representantes estudiantiles. Implicó un esfuerzo más grande, pero también generar una madurez como individuos y en ámbito profesional, la cual fuimos adquiriendo con el tiempo, pero lo más importante que fue dentro y fuera de la universidad. Cabe resaltar es que nos hizo acercarnos más a la univer- sidad, conocer su funcionamiento, las labores que hacen en di- ferentes comunidades, acercarnos más con las personas que laboran en la Ibero y hacen posible que todo funcione. En la toma de protesta, al momento de escuchar de mane- ra uniforme, colectiva y voz firme “Sí, protesto”, fue un momen- to emotivo, ya que fue el momento en que somos reconocidos como CER de nuestra respectiva licenciatura, ante todas las au- toridades que conformar nuestra institución, donde será válida nuestra voz, escuchadas nuestras opiniones y críticas, y evalua- dos nuestros puntos de vista. Este momento no sólo lo compar- timos con los demás miembros de otras planillas, también fue con la presencia de nuestros familiares, amigos, compañeros de carrera, profesores, coordinadores. Ya trabajando oficialmente en el consejo, se aprenden mu- chas formas de trabajar en equipo, colaborando como un solo organismo y no por división jerárquica; ser tolerante con los puntos de vista y/o comentarios de cada miembro del consejo; aprender a delegar los trabajos acorde a las habilidades en las que sobresalen y trabajar en conjunto con las habilidades en las que no son tan fuertes y así poderlas desarrollar de mejor forma. Otra labor muy importante como CER es trabajar de la mano con el coordinador de la licenciatura. Poder ser su apoyo para cada actividad que se realiza para los estudiantes, mencionarle cuáles son las necesidades que se presentan en cada una de las asignaturas, generar proyectos con otras empresas, organi- zaciones, universidades. Cada una de las actividades que he- mos realizado ha sido para unificar más a nuestra licenciatura, mejorar algunos puntos débiles, sobre explotar las habilidades de nuestros compañeros, mejorarlas o que descubran algo que ellos no consideraban. A pesar de las dificultades que hemos pasado para realizar cada actividad, no nos ha podido derrotar y si lo digo, no es sólo de nuestro consejo, sino de los otros que también hacen un gran esfuerzo para sacar cada uno de los proyectos. Todo este trabajo, con lleva a muchas cosas, deja muchas experiencias, buenas o malas de las que siempre se aprende, pero todo es por un bien común, por estar orgullosos de nuestra casa de estudios. El hacer resaltar el valor académico que se ofrece con los principios jesuitas. Eso forma parte de un CER. “Escuchar y hacer valer las necesidades e intereses de los estu- diantes de la Universidad Iberoamericana Puebla”. Arte y Cultura E staba realmente desesperado. Sentía que las piernas duras y temblorosas me harían caer en cualquier momento. No sabía qué hacer. Por más que intentaba moverme, sólo conseguía prolongar esa pesada angustia que me torturaba intensamente de los pies a la cabeza. Pensé en Dios, pero la sensación de terror seguía ahí. Quise levantar el brazo para espantar los demonios y ahu- yentar el mal aire: imposible, era inútil el intento. Era como si mi cuerpo estuviera muerto, pero mi cerebro vivo. Podía sentir y saber lo que estaba ocurriendo; sin embargo, era incapaz de gesticular el más mínimo movimiento, mucho menos una pa- labra. En el fondo había personas riéndose de mí; todos reían con risa burlona y a carcajadas. Avanza- ban hacia el sitio en que me hallaba tendido, pero nunca llegaban a alcanzarme. Un viejo cascarra- bias se acercó y con su boca retorcida de odio soltó la condena: — ¡De aquí no saldrás vivo! Mi corazón se hizo diminuto. Resonaron algu- nas voces en mi conciencia, intenté comprender de dónde venía esa tortura; qué había hecho mal en el mundo para merecer algo tan horripilante. Sólo pude recordar viejos amores moviendo las manos en un adiós. Estaba perdido entre los gritos de zom- bies atacándome, vi que algunos se regocijaban en orgías homosexuales y otros en consumiendo co- sas asquerosas. De pronto, un ser con forma hu- manoide y cara desfigurada llegó a mí, levantó un hacha y se dispuso a partirme en dos. Aún no me explico cómo pude hacerlo, pero una fuerza extraña vino de mi interior y grité. Grité tan fuerte y profundamente que las montañas a mi alre- dedor parecían desmoronarse por el eco. Los árbo- les empezaron a danzar; después me hablaron, bal- bucearon palabras en un lenguaje que no entendí. Los animales se lanzaron sobre mis agresores hasta consumir los fantasmas en sombras insignificantes. Yo seguí gritando, las vibraciones de mi voz se des- lizaban suavemente sobre mi boca, como las ondas que esparce el aguan cuando cae una piedra en el centro de un pozo. De pronto me vi de frente, como en un espejo flotante; miré la O de mi boca tan abierta que los labios finos y elegantes parecían desprenderse. Bus- qué una salida. Sólo se hallaba ante mí el obscuro túnel que conducía hacia mi garganta escondida de- trás de unos dientes incisivos y amenazantes. Yo no paraba de gritar y mi voz se perdió en la inmensidad del espacio. Cuando por fin abrí los ojos somnolientos en medio de la noche fría supe que todo estaba en calma. Sólo había pasado una horrible pesadilla. La noche era espesa; el día había sido melancóli- co, deprimente. Hacía frío. Afuera llovía tenue, pero constante. Las hojas de los árboles parecían llorar derramando gotas que se resistían a caer aunque terminaban cediendo al impulso de la gravedad. Eran como lágrimas; se desprendían temblorosas formando un canon armónico y sensual. ¡De aquí no saldrás vivo! Por Rayo Cruz
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