Contratiempo

12 13 Opinión Opinión ¿Tú también eres un Millenial? Democratizar la palabra Por Copelia Aranza Galicia Sánchez | Estudiante de Comunicación Por Raymundo Cruz Miguel | Estudiante de Comunicación R ecientemente me encontré con un artículo que hablaba de “la generacion de los millenials” y se refería a ellos como la generación de personas responsables de la economía y fuerza laboral del mundo en el 2025, pero ¿quiénes son estas personas? ¿qué los caracteriza? Para empezar, los millenials son toda una generación de personas que nacieron entre 1989 y los 2000. Se les llamó así porque con ellos vino el cambio de siglo. Se dice que ellos do- minan la tecnología como una prolongación más de su cuerpo y tienen un comportamiento multitasking, es decir, que pueden hacer muchas cosas a la vez. Son extremadamente sociales, exigentes y volátiles. Viven pidiendo exclusividad y proponen nuevos valores. Lo que me sorprendió del listado de Forbes México en re- lación a los millenials es que no cae en ningún error, en cada punto sentí que estaban describiendo a mis compañeros y a mí. Lo que me hizo darme cuenta de algo: Somos nosotros parte de ese 75% que representará la fuerza laboral en 10 años. Somos una generación prometedora. Por un lado están to- das estas habilidades multimedia que tenemos y los avances tecnológicos que permiten al mundo un desarrollo creciente y aprovechable, pero por el otro está la contemplación efímera de las cosas, las pocas experiencias personales y esta bomba de relaciones mediadas por una pantalla. El establecimiento de líderes o modelos a seguir, como lo son los youtubers o it-girls que marcan la pauta de la moda, blogueros y tuiteros que hasta ahora se han encargado de estereotipar cada vez más a la so- ciedad joven. La democratización de la información mediante la tecnolo- gía nos ha hecho una generación poderosa, capaz de retar un orden preestablecido, pero indecisa y conformista en ocasiones. Con una actitud de querer cambiar al mundo, pero dando likes o compartiendo. Una generación que prefiere realizar páginas de firmas para resolver alguna problemática, como Change.org, M éxico es un país antidemocrático en materia de teleco- municaciones. Hay un par de grupos que se han adue- ñado del espectro radioeléctrico y lo monopolizan. Afor- tunadamente, en toda América Latina se están construyendo radios comunitarias. La primera se fundó en octubre de 1947, en Bolivia. Hay muchas razones que explican la simpatía por la radio en La- tinoamérica. Podríamos afirmar que, en cierto modo, responde al carácter oral de la cultura latina; especialmente sus pueblos indígenas, esa característica cultural que es parte de la vida co- tidiana. La gente básicamente vive en la oralidad y la radio vie- ne siendo una extensión de ella a través de la tecnología; una oralidad que engancha perfectamente con la idiosincrasia, con el modo de ser cotidiano de la gente. Otra razón puede ser la relativa facilidad técnica con la que se puede hacer radio actualmen- te. La radio también ofrece a la gente las posibilidades de expresarse de manera di- recta, que diga su palabra. En el caso de las Radios Comunita- rias, es el diálogo con los otros su fortaleza; ese acercamiento que físicamente no está pero que se da en otros términos; esa radio íntima, una radio que esté cerquita de la gente que le hable, que la acompañe, que le divierta, que le haga pensar; a un lado de la gente no desde arriba para abajo, sino junto con la gente. No hay una definición exacta de lo que es una Radio Comunitaria. En su Ma- nual Urgente para Radialistas Apasionadas y Apasionados, José Ignacio López Vigil, sostiene que cuando una radio promueve la participación de los ciudadanos y defien- de sus intereses; cuando responde a los gustos de la mayoría y hace del buen humor y la esperanza su primera propuesta; cuando informa verazmente; cuando ayuda a resolver los mil y un problemas de la vida cotidiana; cuando en sus programas se debaten todas las ideas y se respetan todas las opiniones; cuan- do se estimula la diversidad cultural y no la homogenización mercantil; cuando la mujer protagoniza la comunicación y no es una simple voz decorativa o un reclamo publicitario; cuando no se tolera ninguna dictadura, ni siquiera la musical impuesta por las disqueras; cuando la palabra de todos vuela sin discrimina- ciones ni censuras, ésa es una radio comunitaria. No se someten a la lógica del dinero ni de la propagan- da las emisoras que así se denominan. Su finalidad es distinta, y se va perdiendo la participación y conciencia social, pues pre- fieren intervenir a través de sus smartphones. A nosotros los millennials nos ha tocado vivir avances tecno- lógicos de las últimas décadas, hemos visto pasar a la televisión por cable hasta el internet y el “netflix and chill”. Hemos sido testigos de la Primavera Árabe, de los WikiLeaks y del consumo colaborativo, del movimiento #YoSoy132 o el enojo social res- pecto a los 43 normalistas desaparecidos. ¿Cómo no vamos a ser una generación desafiante cuya paciencia puede medirse a partir de los 0,15 segundos que demora Google en responder un interrogante? ¿O si nos conformamos con 140 caracteres para mostrar nuestra opinión? Actualmente en México habitan 119 millones 530 mil 753 personas, de ellos 29 millones corresponde a esa generación millenial. Es decir, un 25% de la población mexicana actualmen- te está más pendiente de cuántos seguidores tienen o el número de likes que obtuvo la foto más reciente que subieron. Millenials que se conforman con el tiempo que les da Snapchat para ver y subir una historia. Muchas veces, por este ritmo tan rápido de vida que llevamos a veces nos olvidamos de los pequeños deta- lles, como el tomar el teléfono para hacer una llamada. Nuestra capacidad de memoria se está acortando, pero ¿es realmente satisfactorio vivir solamente el momento? Todo esto me lleva a pensar ¿En qué tipos de personas nos estamos convirtiendo? ¿Qué estamos construyendo desde aho- ra, como estudiantes, para nuestro futuro? O ¿si quiera estamos conscientes de ello?. BIBLIOGRAFÍA: http://www.forbes.com.mx/6-rasgos-clave-de-los-millennials-los- nuevos-consumidores/ h t t p : //cuen t ame . i neg i . o r g .mx/pob l ac i on/hab i t an tes . aspx?tema=P http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/investigacion/Experi- mentales/animotuitero/default.aspx sus mejores energías están puestas al servicio de la sociedad civil. Un servicio, por supuesto, altamente político: se trata de influir en la opinión pública, de inconformar, de crear consensos, de ampliar la democracia. En definitiva -y por ello, el nombre- de construir comunidad. Porque el desafío de todas estas emisoras es similar: mejorar el mundo en que vivimos. Democratizar la palabra para hacer más democrática esta sociedad excluyente a la que nos quieren acostumbrar los señores neoliberales. Esa es la filosofía que subyace en la creación de las Radios Comunitarias. Son las ganas de la gente lo que la hace posible; les gusta compartir y fomentar los encuentros a través de la palabra; como un impulso profundo por encontrarse en la palabra con el otro y posibilitar que otros se encuentren a través de esa palabra. Y tal vez la sospecha de que estas herramientas pueden ser útiles en la transformación de la realidad social hace que existan muchos procesos de radio que tienen este impulso desde abajo y para los suyos, que se hacen con tres pesos y en contra de toda la nor- matividad (se les persigue o se les ignora, se dice que son ilegales porque están en un limbo jurídico; ni están propiamente prohi- bidas, ni son aceptadas), y que sigan pulu- lando y tengan un dinamismo tan profundo y rico. Las comunicadoras y comunicadores tienen que oír a la gente para preguntarle cómo armar la programación de la radio desde sus propios gustos y luchar para que la sociedad civil tenga pleno uso de las fre- cuencias de radio y televisión, las cuales no son propiedad del del gobierno o de los em- presarios, sino un derecho humano. Hace muchos años cuando los españoles lograron capturar a Túpac Amaru, el líder rebelde de los incas, ordenaron cortarle la lengua antes de intentar desmembrarlo con caballos atados a las extremidades. Con este acto mandaron callar a un conti- nente entero, le arrebataron la voz, le negaron la palabra. Así obligaron a lo pueblos a caminar cabizbajos y en silencio. Hace unos años el monarca revivió la arrogancia del conquistador al espetar un “¿Por qué no te callas?” a un latinoamericano. Sin embargo, después de 500 años la voz silenciada se le- vanta y su eco resuena en todos los rincones de la tierra: “no morirá la flor de la palabra […] la palabra que vino del fondo de la historia y de la tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder”. “No morirá la flor de la palabra […] la palabra que vino del fondo de la historia y de la tierra ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder”.

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