Contratiempo

8 Servicio social en Nicaragua, una experiencia para recordar E speramos que con el presente artículo se logren plas- mar las experiencias, aprendizajes y reflexiones que obtuvimos, con la finalidad de que el lector se remonte a la aventura que vivimos. Nicaragua nos recibió con un clima cálido, deliciosa co- mida y gente muy amable dispuesta a abrir sus puertas y co- razones para nosotros. Un grupo de alumnos de la Univer- sidad Iberoamericana Puebla; tres estudiantes de Ciencias Ambientales y Desarrollo Sustentable y una de Relaciones Internacionales. Nos insertamos a un proyecto llevado a cabo por el Ins- tituto de Capacitación, Investigación y Desarrollo Ambiental (CIDEA). Nosotros nos encargábamos de hacer los Planes de Gestión Ambiental para las cooperativas de camaroneros, ya que se está buscando, por parte del gobierno, regular a las cooperativas ya que son más de 80 las instaladas y generan impactos fuertes al ambiente, mismo que se encuentra bajo la clasificación de Área Natural Protegida y Sitio Ramsar. Ante ello, se estaba buscando generar proceso ambiental- mente más amigable y para ello se les dio un plazo de un año. Los documentos que generamos, son cobrados en dólares en la zona y tienen un precio elevado. De igual forma al paso del año, aquellas que no cuenten con todos los requisitos, serán clausurados. Debido a la participación de nuestra compañera de Relaciones Internacionales, también se realizó el Plan de Empoderamiento Social, como un ingrediente extra. El proyecto se ubicaba específicamente en Puerto Mo- razán, municipio del Departamento (equivalente a estado) de Chinandega, ese era nuestro hogar entre semana, sin em- bargo los fines de semana nos transportábamos cuatro horas para estar en la capital, Managua. Ahí nos hospedábamos con Don Antonio, o como nosotros le decíamos: San Anto- nio. Creo que al exponer esto se ve reflejado el afecto que le teníamos y además describiremos en una sola palabra cómo es este hombre. El primer día que llegamos a Puerto Morazán, éste nos recibió de forma caótica. Al bajar de la camioneta lo primero que sentimos fue el calor que nos abrazaba y que sentíamos que nos aplastaba. Al comentarlo con los técnicos del CIDEA que se encuentran ahí de manera fija nos explicaron que ese calor no era nada comparándolo con el que hace en general. Al instalarnos, comenzó la temporada de lluvias, lo cual sentimos como un alivio ya que pensamos que el calor dis- minuiría, sin embargo, la tranquilidad que llegó al pensar en eso se esfumó al recibir indicaciones de precauciones y cui- dados por las muertes que ha habido en la zona por los ra- yos, además de que podría irse la luz y por ello no podríamos dormir por no poder tener el aire fresco de los ventiladores. Además de ello nos explicaron que los mosquitos abun- daban y que entre ellos nos podríamos topar con los trans- portadores de chikungunya. No terminó ahí el recibimiento, nos topamos con una rata en la cocina y según nos explica- ron, las ratas se podrían considerar como plaga en la zona. Los primeros días estando en Puerto Morazán fueron para adaptarnos al lugar. El sol sale aproximadamente a las 5:40 am, por lo que para las 7:00 am ya hacía un calor infer- nal, el cual perduraba todo el día y en la noche disminuía un poco pero el factor difícil para esas horas eran los mosquitos, especialmente si la luna estaba muy brillante. El primer acercamiento a una cooperativa camaronera fue para ver y ser parte del proceso de cosecha. Todo fue una gran aventura. El camino hacia la cooperativa parecía salido de un programa de televisión sobre retos, además. La camio- neta pudo llegar hasta una zona y de ahí en adelante fue a pie, pasando por caminos inundados por la marea alta y para cruzarlos debíamos pasar por puentes o troncos. Al llegar a la cooperativa no era nada como lo imaginá- bamos, era un paisaje con grandes estanques donde se sem- braba la larva. La cosecha también era algo impresionante; se abrían las compuertas de un estanque y se colocaba una red en la entrada para que al salir el agua, los camarones que quedaran atrapados en ella. En seguida se colocaban en una especie de bidón con mucho hielo y al término de la cosecha el producto era transportado en lancha a una empresa para su venta al extranjero. Esto se realizaba desde las 7:00 pm hasta las 4:00 am aproximadamente. Nosotros estuvimos relativamente poco tiempo y tuvimos la oportunidad de pro- bar los camarones cosechados, preparados con arroz, sim- plemente delicioso. Al comenzar los proyectos, realizábamos visitas a las cooperativas camaroneras y los invitábamos a las instalacio- nes del CIDEA en Puerto Morazán para recabar información. Las dos primeras cooperativas estaban como a 30 minutos caminando de donde estábamos instalados, buscábamos realizar las visitas lo más temprano posible para evitar el ca- lor del medio día, sin embargo para las siguientes tres coo- perativas sólo se podía llegar a ellas en lancha y para hacerlo nos adecuábamos al horario de marea alta del día ya que de no hacerlo podíamos quedarnos sin ir o quedarnos varados en la cooperativa 12 horas en lo que volvía a subir la marea. Y de esta manera fue como transcurrieron nuestras semanas en Nicaragua, viviendo diversas experiencias cada semana, conociendo lugares hermosos y conociendo gente increíble. Pocas cosas en la vida te hacen sentir tan perteneciente a tu país, pocas cosas en nuestro paso por la tierra nos hace al mismo tiempo coincidir como seres humanos y no solo sentirnos identificados unos con otros sino nos hacen reco- nocer todas las similitudes que guardamos con los demás a pesar de las fronteras, creencias, idiomas y formas de ver la vida. Por: Salvador Gutiérrez Zamora Geovana Sánchez Martínez Carolina Stefanoni Abdala Mary Jose Torre Ramírez En la Ibero

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