Contratiempo

16 17 cambiarla por bastantes cosas: dinero, fama, reputación, reconocimiento, autoestima, status (falso status). “La posesión de un objeto valioso para la comunidad, me depara la elevación de status, mientras que la inobten- ción de ese logro deja al otro o en el mismo o en el inferior incluso.”(Castilla del Pino, Carlos 43) Lo cual significa que este mecanismo de poseedor y no poseedor, generará por ende, un frustrado. “A partir de ese momento el poseedor se moverá de acuerdo a sus necesidades ya satisfechas y la aspiración de otras por satisfacer, mientras que el frustra- do queda todavía en un estado retrogradado respecto de aquél." (Castilla del Pino, Carlos 42) Por lo tanto, se puede rescatar al otro desde su actitud como competidor. En Facebook es perene el concurso de qué vida es la más entretenida entre tantas y para reconocer a un competidor empedernido sólo hace falta prestar atención a la cantidad de tiempo y material (especialmente fotográfico) que le destina al día. Frustración “La frustración es adolecer un fracaso” (Castilla del Pino, Carlos 69) Se fracasa cuando no se obtienen los elementos mencionados en el punto anterior, por ende, se frustra. Por el otro lado, el poseedor se encuentra en una nueva posición de éxito. “Un éxito puede tener tales ingredientes gratifica- dores para la persona que la enajene aún más y le ofrezca múltiples posibilidades de eludir la conciencia de su propia situación.” (Castilla del Pino, Carlos 69) El mundo virtual del poseedor ha sobrepasado su mun- do real, esto es más evidente en redes sociales como Insta- gram, Vine o Twitter; sin embargo, el resultado es el mismo, una enajenación, alienación producida por la frustración existente en sus verdaderas vidas. Los exitosos también son frustrados y evaden su frustración, no con alcohol ni con es- tupefacientes; con Facebook, la nueva droga. “La frustración es resultado de la alienación” (Castilla del Pino, Carlos 34) Se vuelve en un inevitable e irrompible círculo vicioso: estoy frustrado por el fracaso que vivo en mi realidad, busco el reconocimiento en una red social, obtengo éxito, me alieno, me torno conformista con mi vida puesto que me consuelan mis éxitos ficticios de lenguaje binario. O, en su caso,…busco el reconocimiento en una red social, no lo obtengo, me frustro al no ser poseedor de atención, me torno neurótico, me alieno. Porque, a fin de cuentas, “Es el significado de la realidad, más que la realidad misma, lo que importa para el hombre como persona.” (Castilla del Pino, Carlos 43) Y Facebook es puramente simbólico, nos movemos den- tro como mercancía, pero el espacio en sí funciona como un remplazo a la toxicomanía y al suicidio. Las redes sociales pueden fungir como un lugar de escape ante la frustración y como raíz de la frustración misma. Hablemos en esta ocasión del ganador, el que ha obtenido toda la atención que anhelaba. “Tras este éxito hay una fal- sificación de la propia vida y la suplantación de ella por una vida prestada, una vida que no es la que consideramos nues- tra.” (Castilla del Pino, Carlos 70) E incluso tras dicha suplan- tación, a veces “El éxito adquirido no es suficiente, porque no es el proyecto propio.”(Castilla del Pino, Carlos 70) ¿Tu perfil es una proyección de quién eres, una exagera- ción de ti mismo o es lo que la comunidad facebookera te ha solicitado que seas? Las redes sociales provocan frustración porque el personaje que estás interpretando es inalcanza- ble en la realidad cotidiana, es un espejismo virtual; el gra- ve error radica en que para que un proyecto no frustre, este siempre debe ser realizable. Aquellas galerías de imágenes y estados dotados del gra- do exacto de actitud y humor, no son otra cosa que una selec- ción arbitrada de la realidad de la persona, todavía adornada con filtros y con poses falsa ante la presencia de cualquier inminente flash. Cada exuberancia y álbum nuevo que atisbes, puede ser una proyección del nivel de frustración y fracaso de la perso- na en cuestión. Reitero, depende del tiempo y atención que se le dedique. La ecuación es simple, las horas destinadas a la actualización de tu perfil de Facebook son directamente proporcionales a tu nivel de frustración en tu vida real. Referencias: Castilla del Pino, Carlos. Dialéctica de la persona dialéc- tica de la situación. Quinta edición. Barcelona: Península, 1978. Print. ---. La Incomunicación. Octava edición. Barcelona: Pe- nínsula, 1977. Print. Opinión Por: Javier David Vargas Vázquez. Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública D ice Alan Riding (1985), en su libro Vecinos distantes: un re- trato de los mexicanos, que es- tos últimos, aun sentimos en nuestro interior el dolor de parto (con todos sus acontecimientos) que le dio vida a nuestra raza mestiza, como consecuen- cia de una incapacidad de desligarnos de un pasado al que seguimos perte- neciendo; a manera de criticar nuestro estancamiento en situaciones históri- cas debido a nuestro anclaje al pasado lleno de resentimiento. Ciertamente los mexicanos no de- jamos fácilmente el pasado en donde muchos lo colocan, en el olvido. Pero cierto es también, que la memoria ayu- da a reproducir los aciertos en la vida y a no repetir los errores cometidos, o al menos para eso la hemos utilizado los seres vivos a nivel individual. Sin embargo, a nivel social en nues- tro país, la historia ha sido diferente; la distracción, la falta de perseverancia, pero sobre todo la indiferencia hacia los asuntos públicos en México, han permitido el avance de la corrupción y la impunidad a niveles nunca antes imaginados, reflejándose en la violen- cia que se come al país cobrando vidas humanas diariamente. La última prue- ba de lo anterior, es la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, crimen que, desde un día posterior a su acon- tecimiento ha ocupado planas enteras de periódicos e investigaciones insa- ciables y que provocó el surgimiento de un gran movimiento social que co- menzaron los familiares de los desapa- recidos junto con grupos de la sociedad civil, quienes exigen la presentación por parte del Estado mexicano de los estudiantes, con vida o al menos de una investigación que realmente llegue a la verdad histórica, una verdad no cons- truida desde el poder. Dicha situación ha llegado a cansar a los involucrados: el gobierno, la clase política, e incluso a un gran sector de la población nacional. La reacción de este último es lo realmente preocupante. Su apatía, que se ve reflejada, e intenta justificarse con los argumentos sobre “el vandalismo” que generaban aquellos jóvenes, que si “eran pobres y de la misma forma mori- rían”, o que “no cambiarían a México”, entonces surgen las preguntas: ¿No se supone que los Derechos Humanos son para todos, incluso para quienes se equivocan y violan la ley?, ¿No debería ser el Estado el primero en proteger estos derechos y garantizarlos?, ¿Esta- mos en un Estado que no funciona, que no se guía por las normas que él mismo creó?, ¿En qué tipo de país vivimos?... Y son estas, y muchas más, las pregun- tas que continúan sin respuestas. El movimiento por la desaparición de los normalistas, grita más que por 43 vidas arrebatadas, clama justicia por la violación de los Derechos Humanos de los que vivimos y estamos en este país, por las violaciones cometidas y por las que seguramente el Estado, por acción u omisión, seguirá cometiendo en un futuro no muy lejano, permitido y solapado por nosotros mismos, per- sonas que nos hacemos llamar ciudada- nos, pero que no sabemos lo que ser eso conlleva. No es solamente por los normalis- tas, es por la injusticia de los actos que anteriores y actuales gobiernos han realizado aprovechándose de la situa- ción de sus gobernados, no se trata de quedarse anclados en el pasado, pero tampoco sería justo olvidar; más bien se trata de actuar con el recuerdo pre- sente que aviva, pero que sobre todo reivindica, no para odiar sino para co- rregir. Por ello, hoy, hay que gritar con la memoria, gritar tan fuerte como nece- sario sea, para ser escuchados, para no olvidar y que en ese recuerdo continúe la esperanza de un mejor país. Gritar con la memoria

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