Contratiempo

18 19 Opinión ¿Para qué sirven los comunicólogos? Por: Violeta Carrasco Jiménez Estudiante de Comunicación N o hay comunicación sin sociedad, ni hay sociedad sin comunicación, entonces ¿cuál es mi rol como comuni- cóloga? Esta es una de las preguntas más difíciles a las que me he en- frentado desde que empecé mi carrera, sobre todo porque exige la definición de dos conceptos sumamente complejos: sociedad y comunicación. Por lo que para dar una respuesta aceptable debo empezar por explicar dichos conceptos. ‘Sociedad’ se plantea ambiguamente en los diccionarios, recorriendo desde grupos con intereses comunes hasta la con- vivencia bajo los mismos ámbitos espaciales y culturales. Yo prefiero más la postura de Durkheim y su sociedad con poder divino, la estructura social de Marx y sobre todo la sociedad red de Castells; pero por esta ocasión emplearé mis propios térmi- nos con base en mis observaciones, lo aprendido de los teóricos mencionados y bajo opiniones personales. Considero a la ‘Sociedad’ como una estructura que se ba- lancea entre lo ordenado y lo caótico, gráficamente la visualizo como una gigante telaraña mecánica, donde cada intersección es un individuo o un engrane que envía información hacia una o varias intersecciones (nodos) a la vez. Los individuos son engranes porque desempeñan una función dentro del meca- nismo, poseen movimiento y dirección (todos marchan hacia la misma, si uno se desvía se avería la máquina) y son nodos porque reciben, procesan y retransmiten información. Aunque la estructura representa el orden, el intercambio de informa- ción produce caos, porque es simultáneo, en sentidos diversos y prácticamente sin control. Esta estructura de telaraña mecánica ajetreada, está bajo la continua influencia de otro aparato no tangible, la energía que empuja a los engranes, a la cual llamaremos ideología. La ideo- logía, para este ejemplo, es una fuerza que tiene el objetivo de impulsar o motivar a los nodos para que procesen la informa- ción de cierto modo y lo retransmitan de ese mismo, creando una reacción en cadena que una a todos los engranes; de vez en cuando las ideologías cambian y algún grupo de engranes empieza a moverse en otra dirección, pero poco a poco va re- gulándose todo el mecanismo. Digamos que la sociedad es algo que se autorregula. ¿Y de dónde sale la ideología?, bueno, como decía, es un poder superior y está en las manos del relojero (su- poniendo que nuestra telaraña mecánica sea el interior de un lindo reloj), el cual cambia de vez en cuando; también pueden ser muchos al mismo tiempo. En pocas palabras, hasta ahora tenemos un reloj con un me- canismo interno en forma de telaraña que es ajustado o des- ajustado por un relojero. Ahora toca introducir la comunicación en este aparato, porque va más allá de la simple recepción, pro- cesamiento y retransmisión de datos. Es momento de incluir a Habermas en la lista de teóricos difíciles, pero necesarios. Sin comunicación no puede haber sociedad y sin sociedad no puede haber comunicación; ¿Por qué? Porque estamos ha- blando de un círculo, de un ciclo creacionista en el cual una cosa está en función de la otra y viceversa. Me explico: La ‘Sociedad’ o el sistema integrador –como le llama Habermas- posee una base cultural que establece un simbolismo colectivo o indivi- dual para quienes pertenecen a ella, tal simbolismo influye en la racionalidad de estos miembros, formando su personalidad y por lo tanto su modo de actuar e interactuar entre ellos, logran- do una integración o no integración. Cuando se da el proceso de interacción (comunicación) y se llega a la integración, se forma una sociedad. Por lo que la ‘Sociedad’ es resultado de un proce- so comunicativo y a su vez creadora del mismo. El proceso del que estamos hablando lleva consigo un acto de entendimiento, el cual es primordial para la futura integra- ción y conformación de una sociedad. El entendimiento se logra cuando se conjuntan la veracidad, la correspondencia con las normas contextuales y la validez (congruencia con la intención del emisor); sin mencionar la disponibilidad de los involucra- dos para hablar sobre el mismo tema y sobre todo para escu- char al otro. Una vez desglosada la sociedad en sus partes de orden y caos, empiezo a digerir mi ocupación y rol como comunicóloga bajo mi campo de acción que está expuesto precisamente un párrafo antes -incluyendo estrictamente los conceptos de socie- dad y comunicación- llegando a la conclusión de que la labor de un comunicólogo está en comprender la comunicación (valga la redundancia) para su futura implementación como base de una sociedad. De la comunicación dependen los demás elementos sociales del ciclo propuesto anteriormente: la cultura, los símbolos, el raciocinio…Que a su vez reforzarán la sociedad ya establecida o generarán una nueva. El comunicólogo interactúa con objetos de cambio o refor- zamiento, con poderes creacionales, destructivos, inamovibles. Su rol es estudiar la comunicación para conocer la sociedad y lo que conlleva, o al menos así yo lo percibo hasta ahora. En conclusión, si la sociedad y la comunicación van de la mano, el comunicólogo interactúa con ambas; de modo que si modifica una, transforma la otra, y es la transformación el pun- to que siempre me ha interesado, porque empiezan a preocu- parme la cultura, los símbolos, el raciocinio y demás compo- nentes de la sociedad de la que soy parte. A pesar de que siento que el comunicólogo tiene opciones inagotables de roles, considero que tratar de decir cuál es su aporte social es de los retos más difíciles, justamente como con- secuencia de sus numerosas posibilidades; por ello me empeñé en descifrar su rol principal utilizando los conceptos clave como guía y admito que gané satisfacción al reconocer mi importan- cia como comunicóloga y pisar suelo firme al fin, después de cuatro semestres, sobre mis metas.

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