Contratiempo

Écarlate El Mundo Ciego Por: Víctor Carreón Fernández Si todo el mundo fuera ciego no habría racismo, el concepto de belleza no existiría porque todo sería bello. Si el mundo fuera ciego no habría guerras porque no se vería lo que poseen las personas e incluso aún, de la envidia ni se hablaría. No habría fronteras ni países, ni un rumbo frustrado inalcanzable. Si el mundo fuera ciego las relaciones de amor serían eso... amor, amor del bueno, puro y apasionante, porque no se basaría en la superficialidad, se basaría en el verdadero sentimiento. Si el mundo no viera, no existiría el dinero y por lo tanto no ha- bría clases sociales y a su vez desaparecería la pobreza o bien la riqueza, se practicaría la empatía y por qué no, hasta los suici- dios se extinguirían. Si el mundo fuera ciego no habría morbo lo cual conlleva a las violaciones, homicidios, sangre y tristeza. Si el mundo estuviera ciego el mal desaparecería. Si el mundo no tuviera vista existiría poesía de la buena, de esa que te toca el alma sin querer verte llorar porque sí. Las cosas serían tan bellas como las demás y habría igualdad. Dejaría de existir la dieta, bulimia, anorexia, bullying, etc. Quién dijo que el mundo se aprecia con los ojos, cuando en realidad se admira con el corazón. Las personas cuando real- mente conocen, lo hacen por lo que sienten, no por lo que ven. Un beso se disfrutaría, se gozaría y aún más, una caricia se- ría el deleite perfecto del amor. Las palabras no serían falsas porque éstas emanarían del alma y no de la razón. No habría privación ni esclavitud, porque de la ausencia de vista nace la introspección. Los amores serían libres porque jamás sabrías si está a tu lado o si se ha ido, pero lo que sí sabrás es que está muy dentro de tu corazón. No habría dependencia, la vida sería natural, entenderíamos que todos somos uno mismo y uno es parte de nosotros. Si el mundo fuera ciego, el mundo aprendería a ver. Volvámonos ciegos, dejemos de ver, usemos el corazón y dejemos a un lado la razón. Apreciar es parte de vivir y vivir apreciando es la trascendencia universal y ésta es la plenitud espiritual. Perdónenme pero yo quiero convertirme en ciego. 14 Por: Ixchel D. Pacheco Egresada de Literatura y Filosofía Asiente, afirma, y con un movimiento se vuelca la tela de un verso escrito con lápiz rojo. Apetecible granada, mordiendo la semilla de un invierno que se olvida de llegar, se tiende el suelo, se avisa un abismo. Arte y Cultura

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3