Contratiempo

8 9 Nuestros derechos no son negociables Por: Ana Karen Barragán Estudiante de Comunicación En la Ibero V ivimos en un México de muchos, en un país diverso lleno de co- lores y diferentes culturas, pero también es cierto que es y ha sido un país lastimado, robado, maltratado y en una búsqueda incesante –de algunos– por ser silenciado. Es el México de las grandes injusticias y los malos procedi- mientos, de los casos llevados y mane- jados por las televisoras; es un México donde hay muchos olvidados, muchos excluidos y muchos que no han querido ver. La lectura de un país tan grande y tan complejo me parece –francamente– casi imposible, pero lo que si nos es posi- ble, es darnos cuenta de que algo no anda y no va bien, ni a nivel federal y tampoco a nivel local. Pareciera que la simulación, la impunidad, la corrupción, la asechan- za –entre muchas otras prácticas antide- mocráticas– ha sido lo que ‘mueve’ a este país, desde hace ya muchos años. Lamentablemente hay una infinidad de casos –que por cierto– no están en las agendas del quehacer gubernamental, un caso verdaderamente doloroso es el de la Guardería ABC en 2009. ¿Qué hacemos con la muerte de 49 niños en Sonora? ¿Cómo aceptamos la postura del ex presi- dente y de las autoridades estatales cuan- do claramente fue un crimen de Estado? ¿Podemos permitirnos no exigir justicia a los padres de 25 niñas y 24 niños muer- tos por documentos incómodos? Han sido 5 años de pruebas, 5 años de lucha, 5 años de marchas y protestas, y el caso sigue impune. Han pasado dos informes de la nue- va Administración y sigue ese ‘algo’ del discurso oficial que no nos va, una situa- ción que frente a lo que vivimos no cobra sentido –pues mientras el informe nos habla de grandes logros, los defensores de derechos humanos, las organizacio- nes, los medios de comunicación respon- sables nos dicen– y nos muestran cifras apabullantes; en los primeros 14 meses se contabilizan más de 23 mil asesina- tos, Amnistía Internacional registró más de 29 mil desaparecidos del sexenio de Calderón a la fecha, de los cuales Hu- man Rights Watch dijo que 2 mil 443 son casos de desaparición con la posible participación del Estado. De esos 29 mil desaparecidos, la mayoría ‘ya fueron en- contrados’ pero faltan 12 mil 500 muje- res y hombres, 12 mil 500 personas de regresar a casa vivos o muertos, entre es- tos habrá que incluir a periodistas, a de- fensores de derechos humanos, a jóvenes que semanifestaron en algúnmomento o en algún lugar incómodo o inconveniente para las cloacas del poder. Asesinar por odio, despojar por ambición, mentir por costumbre y si- lenciar –esas parecen ser prácticas ya comunes y cotidianas de nuestros go- biernos, del crimen organizado y de los grandes poderes fácticos– que ahora ya parecen venir en combos de 2x1 o 3x2 –con los videos de la Tuta y figuras públicas, con Grupo México en Sonora pero con un Larrea que busca la partici- pación en la Cadena de Televisión, con Televisa y el PRI imponiendo a los can- didatos– esos entre tantos que son parte de nuestra dieta informativa lo queramos o no. Anteriormente, mencioné que la- mentable era una infinidad de casos, pero también frente a esta ausencia de un es- tado, de la CNDH e incluso de una gran parte de la ciudadanía, también estamos un número muy extenso de jóvenes, de ciudadanos que no estamos cabizbajos, que buscamos no acostumbrarnos a la indiferencia y a la pasividad, porque nos duele, porque entre más nos informamos más complejo nos puede parecer este México. Pero lo complejo y lo doloroso, no puede permitir la inacción porque nuestros derechos y los derechos de esas niñas y niños, de esos desaparecidos, de esos migrantes despojados y violentados, de las y los manifestantes torturados no son y no serán negociables. No podemos negociar con nuestro derecho a decir, de hablar, de inconformarnos. Y el hablar y salir a las calles no nos hace vándalos, tampoco nos convierte de un día para otro en criminales, porque yo no veo cómo nos puede volver criminal a ti o a mi, el decir: ¡oye hay una periodis- ta violentada que pasó más de 20 horas en un viaje de Cancún a Puebla y hay un gobernador y un empresario claramen- te responsables! ¡Oye no me parece que vengan las mineras a Tetela de Ocampo o las grandes trasnacionales a expropiar en el Istmo de Oaxaca y todavía tengas a una mujer quien es procesada por los delitos de privación ilegal de la libertad, y contra el consumo y la riqueza nacional por defender su cacho de tierra, como no acepto en ningún término que me digas que fue una onda expansiva o un cohe- tón lo que mató a José Luis, un niño de 12 años’ - así podríamos seguir la lista de tantas y tantos mexicanos más, por los que alzamos la voz y que no nos hacen criminales. Nos queda muy claro que las insti- tuciones no funcionan o no le funcionan a este país, es por ello que la ciudadanía ha tenido que salir a las calles, ha tenido que buscar su propia justicia, esto pese a las amenazas, a lo incierto y a las co- lusiones entre poderes. Es por ello, que no podemos quedarnos indiferentes y silenciosos, tenemos que hacerle fren- te como universitarios a esta sociedad adormecida y /o con miedo, debemos informarnos unos a los otros y compar- tir saberes. Es inaceptable saber y/o ver a tanto preso político de norte a sur, de este a oeste y no denunciarlo, no po- demos ser una ciudadanía incapaz de sacudirse ante un país tan violentado y colapsado. Puebla no ha sido y no es la excep- ción, lo ocurrido en Chalchihuapan, la situación de expropiación de las Cholu- las, los grandes problemas en la Sierra Norte –entre otras situaciones– son in- eludibles, y es responsabilidad de noso- tros las y los poblanos continuar con ac- ciones tan valiosas como salir a las calles y volver nuestras las redes sociales, Pue- bla lo demostró en la marcha del Lydia Cacho con 40 mil personas en las calles; poblanas y poblanos de todos los secto- res enojados e indigandos– y lo ha de- mostrado en las últimas fechas. Si bien es cierto que hay una injerencia política muy fuerte, es necesario volver nues- tras las inconformidades, denunciar los carpetazos y los encubrimientos. Preci- samos conductas que vayan de la mano con la lógica democrática y ser un joven apático no lo es, no sólo beneficia a los grandes insidiosos sino vulnera los de- rechos de muchos otros ¿seremos capa- ces de encauzar las situaciones que han paralizado a nuestro estado y hacerles frente? ¿Seremos capaces de utilizar nuestros teléfonos, tablets y computa- dores para informar, señalar la debi- lidad o la ausencia de los órganos que nos deberían de proteger? Estamos frente a un país que de- bería no admitir que no se le consulte, un caso impactante ha sido el del Ins- tituto Politécnico Nacional, chavas y chavos de nuestra edad que dicen NO, estudiantes que de manera organiza- da han demostrado que sus derechos constitucionales no van a ser limitados -salieron y volverán a las calles, de ma- nera muy clara muestran a muchos que los jóvenes no estamos dormidos, no estamos ausentes y que no recurrimos a prácticas violentas para manifestar nuestras inconformidades. Tenemos la responsabilidad de cambiar el rumbo de nuestro país, te- nemos que hacer valer nuestros dere- chos, la indignación no puede ser nego- ciable y la indiferencia es insostenible e inaceptable, no puede pasar por enci- ma de tantas víctimas del poder que hoy sufren muchas injusticias y debemos te- ner claro que ser universitarios de una casa de estudios privada o pública, no nos mantiene exentos de las injusticias. Encontremos lo que nos mueve y lo que nos duele y lo que nos hace luchar por nuestroMéxico, porque la disidencia y la protesta son apenas el comienzo de lo que nos toca hacer, la desigualdad so- cial nos debe encontrar como sociedad en lugar de alejarnos, la inseguridad no es un tema de pobres, no es sólo un tema de narcos, es un tema de todas y todos nosotros. La protesta y la manifestación de ideas y de inconformidades es mu- cho más que salir a las calles y parar el tráfico, es mucho más que volver tren- ding topic un caso, es más profundo y complejo que eso. Seamos esos jóvenes que nos corresponde ser, tomemos las responsabilidades con estrategia y con propuestas, no les regalemos el espacio que es nuestro, las calles y las redes so- ciales. No cedamos nuestros derechos, seamos cómplices en lo vivencial, de- mos y démonos esperanza y certeza. Texto leído por la autora en el Con- versartorio #JóvenesyDerechosHuma- nos. Protestar es un derecho, celebrado el 2 de Octubre de 2014. Texto reprodu- cido de manera íntegra al entregado en la redacción de Contratiempo. En la Ibero Fotos por: Mto Roberto Alonso

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