Contratiempo

12 13 Arte y Cultura Estación Por: Ixchel D. Pacheco Egresada de Literatura y Filosofía “la salida es a la izquierda” me dijeron, caminando por entre señales me perdí, La estación: un laberinto. Engañosos los carteles. Opinión Veranoendosvariables: MúsicayColombia (conKapuscinski en lamaleta) Por: Aldo Castillo Estudiante de Comunicación V isitar otro país es una experien- cia deseable para cualquier ser humano. Dicen que nadie tiene la culpa de la cuna que lo ve nacer, pero esa cuna está repleta de límites, conflic- tos, percepciones, certezas, valores... Racionalidades que son herencia histó- rica y que nos encierran en una cápsula que lleva rotulado dos títulos: Tiempo y Espacio. La nueva era de la información per- mite observar paisajes a través de imá- genes, logra conectar a dos individuos por medio de la pantalla y, entre otras cosas, logra encender la imaginación para concebir otras realidades que re- cuerdan aquella frase de René Magritte Ceci n'est pas une pipe. Pero, por más cerca que creamos estar de lo que ve- mos, escuchamos y sentimos por me- dio de las tecnologías de las informa- ción resulta importante resaltar que así como la pipa de una pintura no es una pipa, tampoco una cascada dentro un iPod es una cascada, ni el delicioso ajia- co colombiano es un ajiaco verdadero si se intenta oler a través del computador. Como mexicanos, Colombia lo re- lacionamos con Pablo Escobar, Gabriel García Márquez, Shakira y Botero, pero que esos sean algunos de los exponen- tes que mediáticamente se han visto más beneficiados, no implica que allá la vida se reduzca a la industria de com- pra-venta de marihuana rodeada de mariposas amarillas y mujeres con cur- vas pronunciadas que mueven caderas que no mienten. Vaya sorpresa, resulta que los hombres también lo hacen. Y parto de esta afirmación para enunciar sólo algunas de mis observa- ciones durante los 15 días de mi estan- cia en ese país. Entrar a Colombia es adentrarte a una convivencia con gé- neros tropicales que no cesa. Algo que es seguro es que aprendes a diferenciar entre salsa, bachata y cumbia, además de agregar un nuevo ritmo que cuen- ta con sus propios pasos e intenciones en el baile. Me refiero al ballenato, que es más suave que la cumbia y se baila con menor velocidad. Allá se puede es- cuchar en bares, antros, restaurantes, escuelas... Aquí nosotros tenemos You- tube, pero advierto al que se interesé en escucharlo que, como ya he dicho al principio, ballenato escuchado por un portal en línea, no es vivir la experien- cia total del género. Me consta. Como estudiante de Comunicación no pude evitar notar que el contenido mediático ese país está sumamente permeado de producciones mexicanas. Se nota el amor por Los Tigres del Nor- te, el reconocimiento de bandas como Café Tacvba y la permanencia de frases A Silvia Sanchéz, Juliana Valencia, Oscar Vargas y Jhonatan Ossa Opinión como "Maldita lisiada" extraídas de te- lenovelas mexicanas que son aprehen- didas e incorporadas a su cultura po- pular. Entonces, pensar en los límites culturales en un mundo como éste es reconsiderar la extensión de ellos. Me aventaría a decir que los lími- tes siguen siendo los mismos, sólo que ahora limitan en conjunto, a más de una región, en un proceso de homoge- neización de la cultura. Debo resaltar dos cosas que son muy fuertes en Colombia. La primera, su temperatura alta y abrasadora que al menos en Medellín es sofocante desde que amanece hasta las tres de la tarde que comienza a enfriar. Pero en Buca- ramanga, ciudad capital que pertene- ce al departamento de Santander (lo que aquí serían Guadalajara y Jalisco, respectivamente), el calor nunca pasa y además se le suma otra variable: la humedad... Uno despierta mojado y se duerme mojado. No obstante, y aquí viene el segundo aspecto que quiero destacar, los bumangueses son muchí- simo más agradables que los paisas. Quizá lo sentí así porque llegué con personas que sin conocerme, me esta- ban esperando, y que sin saberlo, ya se presentía el encuentro de espíritus que se daría a través de la música. La Universidad Pontificia Boliva- riana (UPB) invitó al Coro Minerva de la BUAP, grupo en donde canta el que escribe estas líneas, a festejar su ani- versario en un encuentro coral. Debo reconocer que entrar a las instalaciones de la universidad fue como cruzar a los terrenos de la Ibero, puesto que se trata de una institución jesuita, privada y que alberga a estudiantes de clase media- alta, "bien vestidos" (acorde al canon de su estrato social) y con una ligera prepotencia en su trato. Sin embargo, ya fuese porque éramos el invitado in- ternacional o porque lo extraño, nuevo y diferente siempre representa curiosi- dad e interés, los chicos del coro UPB nos trataron de maravilla, sin importar la procedencia, afuera de México sólo se es mexicano. No importa el nivel so- cioeconómico, la escuela que represen- tábamos, el género, el estado, la edad o cualquier variable de distinción dentro del país. De cualquier forma, más allá de nuestros anfitriones, en general, el trato en todos los lugares a donde fui fue sumamente humano. Al hablar de lo diferente, del otro, no dejo de rememorar a Kapuscinski y su famosa obra Viajes con Heródoto, quien luego de tantas reflexiones alre- dedor del descubrimiento de otras rea- lidades concluye en la importancia de esos encuentros como un parteaguas o fractura para el que vuelve a casa. Así, regresé dejando por allá varias amistades unidas por la pasión por la música (lo que me confirmó nuevamen- te que la música rompe barreras), con nuevas interrogantes acerca del mundo y de mí mismo, con un panorama más grande de un país que conocía míni- mamente por lo que "se dice por allí" y con unas ganas tremendas de redefinir mis intenciones, deseos y enfoques en la vida. Como alumno de séptimo semestre que está próximo a salir, deslindarse aunque sea por quince días de lo que se es en territorio nacional es una buena idea para caer en la cuenta de que eso que se cree conocer, puede ser muy cierto, pero también muy falso. En oca- siones, la fragilidad de las certezas es irrisoria hasta que te encuentras rodea- do de una masa coral que se vuelve una sola armonía y que en su polifonía de voces intentan revelar algo. Y, de pronto, te cuestionas desde el ámbito profesional, hasta la fuerza del amor que piensas tener por esa perso- na. La invitación para el que llegó a este punto de mi reflexión quizá vaga, sin sentido o vana para algunos, es bus- car el espacio para romper con los lími- tes de lo que se cree porque sólo así se es realmente consiente para aprender creencias y conocimiento propio. Ahora puede decir con plena seguridad que es verdad que las colombianas y colombia- nos gozan de una fisonomía bellamente esculpida por naturaleza, por ejemplo. De igual manera, no vendría mal explo- tar aquello en lo que nos sentimos más humanos y capaces de exponer nuestra humanidad en pleno, o como dicen por allí, "en seco", sin máscaras. Tuve la oportunidad de ir a otro país y me llevo estás y muchas otras reflexiones, pero para superarnos como seres humanos mediante la exploración de nuestra individualidad y procesos de introspección lo primero que hace falta sin dos cosas: voluntad y el mecanismo ideal. Yo sabía que por allá encontraría música y que ella me guiaría... Foto por: Aldo Castillo

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