Contratiempo
14 15 Opinión Opinión ¿Y tú… a quién o qué amas? Por: Mara González González Estudiante de Derecho #YoSoy132 fue la inacción o indecisión, basadas en un miedo bastante natural, a no saber qué hacer con algo que nunca se había tenido como movimiento, en tanto no había habido uno hasta enton- ces: una respuesta abrumadora por par- te de la sociedad. Donde quiera se replicaron mues- tras de apoyo en los días siguientes, todas las universidades de la República comenzaron a formar comités estudian- tiles que se autodenominaban #YoS- oy132, y pronto la presión sobre los me- dios fue tan dura que Televisa tuvo que ceder y conceder espacios en sus noticie- ros a los voceros del movimiento. Es posible que la sociedad hubiera estado ya lista para más en ese momen- to. Si el movimiento hubiera pedido más, si hubiera ejercido acciones más fuertes y hubiera solicitado el apoyo de la sociedad, ésta muy probablemente habría ayudado. La efervescencia polí- tica se sentía renacer en las calles del país, y una elección decidida parecía te- ner ahora un rumbo incierto. El 132 estaba en boca de todos, la vida en general aquellos meses se vio modificada por las constantes activida- des políticas y los espacios públicos de manera indirecta comenzaban a recu- perarse; aquí y allá la gente discutía so- bre sí el 132 era esto o aquello, sobre si Peña era esto o lo otro. Había revivido también la disertación política, de ce- rrarse a sus candidatos o a la apatía, la gente comenzaba de nuevo a cuestionar a tal o cual candidato, a cuestionarse a sí misma, y a pensar. El país estaba condenado a repetir los esquemas anteriores: salir el día de la elección, votar y olvidarse del asun- to. Y aquellos estudiantes sacudieron el polvo de los manifiestos y las pancartas fuera de los partidos, la política volvía a vitalizar al hombre, el ambiente volvía a ser propenso al ser político y le permitía el desarrollo de tal condición. Sin embargo las diferentes formas en las que el movimiento cayó en la des- organización y en la ambigüedad, pues si bien existía un objetivo claro que era la democratización de los medios, había otros puntos oscuros que jamás pudieron aclararse y que para evitar problemas o ignorarlos se “delegaron” a la autonomía de las asambleas locales, sumieron en la confusión a mucha gente; por ejemplo no se sabía si se iba a enfrentar directa- mente con Peña Nieto siendo un movi- miento declaradamente en su contra o si ir únicamente por la democratización ya era una lucha contra EPN en tanto pro- ducto de las televisoras. Esta desorganización y esta indeci- sión, pues los cursos de acción política no siempre eran bien vistos por todos los integrantes y pronto comenzaron las viejas disertaciones basadas elemental- mente en “mi modo de lucha es más revo- lucionario que el tuyo”, así como una falta de claridad almomento de definir posturas claras fueron el caldo de cultivo para el ata- que desgastante de los medios de comuni- cación. Generalmente estos cursos de acción eran muy mesurados toda vez que no se podía “ir contra la postura general” pero se tenía “autonomía asamblearia”. Eso representó un enorme proble- ma de organización. Decidir quien sí era y quien no era 132, bajo qué criterios, quién iba a decidirlo, porqué podía una asamblea decidir semejante cosa si el movimiento era para todo el que quisie- ra sumarse, fueron contradicciones que desgastaron a muchas personas. Todos podían ser 132, pero si hacían algo “más allá” que hiciera ver al movi- miento como “partidario de la violencia o fuera de los principios”, esto es cuidar la imagen pública del movimiento, ya no se podía ser 132, y entonces llegaron los montones de deslindes, de tal o cual frente o persona. Y la lucha se fragmen- tó. La falta de un objetivo concreto que hiciera superar a todos toda contradic- ción de cursos de acción terminó, junto con la ayuda enorme de los medios y de las estrategias de represión del gobierno, por romper y atomizar al movimiento. Se podrá opinar que el movimiento “ya no es”, puesto que al parecer todo ha vuelto al statu quo, todos aletarga- dos, ignorando por voluntad propia lo que acontece en la vida política del país, las reformas, censuras y represiones, sin embargo deben tenerse en cuenta dos cosas: si bien se podría decir que el movimiento “ya no es”, también puede decirse que “fue”, y que representó una enorme movilización estudiantil como no se había visto en años y que aportó vitalidad y criticidad en un determinado momento a la vida política de un ador- mecido país, y que revivió la emoción del ser político. Y segundo, que ese “ya no es” puede no ser definitivo, puesto que el gobierno se ha empeñado a apretar el cuello de la sociedad al punto de la asfixia no sería de extrañar que nuevos sectores vuelvan a las calles, y que, aún con otra denomi- nación, el movimiento pueda volver a ser, puesto que muchos de aquellos que marcharon, lucharon y danzaron en el 2012 están, como entonces, a la espera de un nuevo 11 de mayo, que los/nos sacuda y que nos permita volver a ele- varnos como interlocutores válidos para hablar cara a cara, y como iguales, con el poder; porque el miedo, ese que nos re- coge en nuestros hogares, también está presente en el poder: el miedo a vernos pisar las calles nuevamente. T odas las veces que bajo por las escaleras de la biblioteca de mi universidad miro una pancarta que dice: “Enamórate y permanece en el amor, eso lo decidirá todo.” Ahora, cinco años después de que leí esa frase, finalmente le presté la aten- ción debida, y me puse a reflexionar res- pecto a éste profundo pensamiento, di- cho por un famoso sacerdote jesuita. Me parece que esa frase es muy acertada, ya que muchas de nuestras acciones son motivadas hacia o por lo que amamos. Objetivamente es muy difícil no dejarnos llevar por nuestros sentimien- tos o por lo que queremos, muchas de nuestras decisiones están motivadas por aquello que aspiramos alcanzar, o por nuestros seres queridos, el problema es cuando nuestras decisiones son moti- vadas por el egoísmo que muchas veces llegamos a confundir con amor propio. Virtudes que antes eran muy valo- radas como fe, esperanza y el amor, han pasado a segundo término en la socie- dad actual, nos vemos inmersos en un ambiente de competitividad, donde im- pera el narcisismo; a pesar de que ame- mos inmensamente a alguien, si no nos percatarnos de esto, podemos llegar a lastimar a la persona y a nosotros mis- mos, creando una herida que pudo ha- ber sido evitada. Inicié este artículo con una pregun- ta, la cual les invito a responder, ¿Qué amas? ¿Qué es lo que te motiva día a día? Ciertamente debo reconocer que fui víctima del narcisismo y cosas banales, lastimando a personas importantes en mi vida, hasta que realicé una instros- pección, planteándome las mismas pre- guntas que les estoy realizando. Tomé una decisión que muchos considerarán drástica, pero no me arre- piento, me convencí de que lo más im- portante para vivir plenamente es el amor propio, familiar, amistades, de pa- reja, etcétera. Otro día, significa una nueva opor- tunidad para cambiar esa cara triste o enojada por una sonrisa, un corazón roto por un corazón renovado, buscar otro empleo o vocación si la que tene- mos no nos llena, y llegar a esa felicidad que todos anhelamos. Renunciemos a todo lo que nos impide lograr nuestras metas, pero pri- mero tenemos que definir qué es lo que queremos y hacia dónde vamos, no po- demos amar profundamente sin antes conocernos a nosotros. No dejemos que nuestros temores nos controlen, muchas veces el miedo viene de concepciones externas a noso- tros, es decir, lo adquirimos, nos deja- mos paralizar y no actuamos o actuamos de manera errónea. Debemos de abrirnos a las posibili- dades y al amor, dejar que nos invada, sin temor porque cuando dejamos que el miedo sea más fuerte que el amor, las consecuencias podrían llegar a ser irre- mediables y quizás perder eso que más amas. Los invito a que si están seguros de lo que aman, luchen por ello, aunque la lucha pareciera perdida, no hay peor lu- cha que la que no se hace. Realicé esta reflexión como parte de mi ejercicio personal de abrirme con las personas que quiero y con todos los que me rodean, sin miedo a exponer aque- llas heridas que tengo y que he ocasio- nado por no abrir mi corazón. Fotos tomadas de: www.jornada.unam.mx
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