Contratiempo
14 15 Opinión Opinión ¿Y la Revolución? Por: Eliel Francisco Sánchez Acevedo Estudiante de Derecho “Disobedience is the true foundation of liberty. The obedient must be slaves” Henry David Thoreau R icardo Flores Magón, aquel anarquista mexicano muy poco conocido o tal vez sólo muy poco citado en los discursos oficiales que tienden a exaltar al político en turno que se comprara a sí mismo con los per- sonajes de aquella romántica historia conocida como la Revolución Mexicana, dijo alguna vez que la rebeldía era y es la vida; y, si aceptamos como verdad que la sumisión ante cualquier decisión ar- bitraria tarde o temprano desembocará en alguna consecuencia nefasta para nosotros o para el otro que nos rodea; también tenemos que aceptar enton- ces que la rebeldía o, usando palabras menos fuertes a oídos sensibles ideoló- gicamente, la desobediencia, es precisa- mente, el hálito que necesitamos para seguir vivos, para sobrevivir al poder. De ser así, cualquier persona que no se precie de poseer un alma timo- rata podría clamar que el conjunto de individuos que portan orgullosos la etiqueta de mexicanos, o al menos una mayoría de ellos, han escogido la senda de las consecuencias nefastas por sumi- sión, pues de no ser así, ¿dónde están las protestas por la Reforma Energéti- ca, o por la represión sistemática con- tra la libre manifestación de las ideas?, ¿dónde está La Revolución? No es fácil, como a primera vista po- dría parecer, explicar a los ánimos en- cendidos y las pasiones despiertas el por qué no estamos todos; los intelectuales, los estudiantes, los activistas, en la calle con un fusil disparando balas contra el gobierno (aunque muchos de estos indi- viduos pro-acción directa revoluciona- ria armada estén en contra de los actos “vandálicos” de ciertos grupos autode- nominados anarquistas en la Ciudad de México contra algunas castas telefóni- cas “imperialistas” y algunos cristales y aparadores “represores”); quizás el inte- lectual de tertulia, conservador, experto en tirar faroles, citar autores que no ha leído y vivir de tal o cual partido políti- co pueda decir que es porque estos in- telectuales, estudiantes y activistas que no estamos tirando piedras ni balas en la calle renegamos de la “verdadera re- volución” porque son o somos activistas de sofá, o porque sólo criticamos y no proponemos, o porque tenemos serios problemas o traumas con el gobierno. Quizás alguien aventure a decir que el cambio está en uno mismo y que dejen o dejemos de criticar para ponernos a trabajar. Seguramente los niños muer- tos en balaceras en el norte del país no comprendieron que el cambio estaba en uno mismo y por eso una bala perdida del narco acabó con sus vidas. Pero ya se hablará del cambio en uno mismo a su debido tiempo, ahora la pre- gunta es: ¿dónde está la revolución? El joven príista no cree en ella porque no ha visto una con sus ojos, aunque milite en el partido que logró institucionalizarla; y el pesimismo se apodera de otros más, apolíticos, que se resignan a lo que les tocó vivir. Los más, tienen una idea par- ticular de lo que es la Revolución, y por eso no participan en “movimientos bur- gueses efímeros que no son la verdadera revolución, no quiera venir el 132 a ven- derles su idea de que ellos son la revolu- ción”, y entonces salen traumas de clases, y que si tú eres un burgués, y que si usas un iPhone no puedes ser revolucionario, que san Che Guevara te habría manda- do al inferno de la contrarrevolución por tuitear desde tu iPad y otros debates del mismo nivel; se rebajan al argumento del intelectual de tertulia priísta de: porque no quiero morder la mano que me da de comer, defiendo al capitalismo. Vaya nivel de análisis sistémico que tienen, que por cierto hace honor a la capacidad intelectual de su presidente [ojo: si el “intelectual” priísta (una dis- culpa por la contradicción de ambas pa- labras) es abogado, te dirá, si estas en su contra, que también es tu presidente]. Dejando de lado los traumas de estos personajes tan comunes en la co- tidianidad, la pregunta aún flota en el aire ¿dónde está esa rebeldía, esa des- obediencia? Claramente no puede estar exclusivamente en el uso de las armas, pues, recordando aquel libro, una belle- za dentro del realismo socialista, LaMa- dre , es posible y demasiado factible que primero haya que armar la cabeza, el cerebro, antes de armar las manos, pues manos armadas sin un cerebro pensan- te pueden dar como resultado un país lindo, pero al mismo tiempo una repú- blica bananera, donde muchos caudillos revolucionarios se maten a sí mismos y al final queden todos juntos enterrados en el mismo monumento. Ahora la pre- gunta adicional es: ¿todos aquellos dis- puestos a pelear por la vía armada, en la “verdadera” revolución, tienen dentro del cráneo lo que se necesita? La respuesta puede darla el sistema educativo nacional, las telenovelas y el fútbol, y podríamos pensar si la gente que corre a celebrar al Ángel el triunfo de un equipo que no tiene la mínima idea de que tal o cual fan existe y que grita por triunfos que no son suyos, va a levantarse y va a saber qué hacer des- pués de que, hipotéticamente, se gane la Revolución. No, la respuesta es que no podemos lanzar disparos ahora; cuando incluso nadie se ha puesto de acuerdo sobre quién es el verdadero enemigo: ¿Peña Nieto?, ¿Televisa?, ¿El Neolibe- ralismo?, ¿Lucero la mata animales? Claramente si queremos hacer una revolución debemos empezar más atrás: la respuesta probable la podemos ver tras el humo de una pipa, tras una ban- dera de México y otra bandera que dice “EZLN”, en las montañas de Chiapas, en la Escuelita Zapatista, en el modo de vida de las y los zapatistas. Eso puede ser. Quizás, es muy posible que la res- puesta también esté en movimientos ur- banos, estudiantiles, con sus proyecciones de documentales, su teatro del oprimido, sus talleres, sus flores, sus festivales de música, sus performance, sus eventos y encuentros y celebraciones de aniversa- rios, quizás allí también esté la respuesta. O puede que esté en las organizacio- nes comunitarias, las no gubernamenta- les, en aquellos hombres y mujeres que se han ido a la sierra a formar centros y dinámicas autosustentables, de respeto mutuo y de promoción de los derechos humanos; quizás esté en los pueblos que resisten a las corporaciones y a la devastación ambiental. Quién sabe. Muchas veces la forma es fondo, y las cosas más evidentes pasan inad- vertidas a nuestros ojos. Estos tres po- sibles caminos no solamente pueden ser el verdadero camino a la Revolu- ción, quizás YA SON la Revolución, son aquello que muchos han esperado, eso está ahí, no la gran lucha armada, no el gran paro nacional ni la huelga masiva; muchas veces, parafraseando a Marx, el pasado oprime el cerebro de los vivos: quizás podemos pensar que esas for- mas y dinámicas pertenecen a un perio- do histórico y hoy existen otras formas de permanecer en la desobediencia. Quizás muchos ya están haciendo la revolución, y es posible decir que ahí está la revolución; sólo es cuestión de aprender a ver, de aceptar las nuevas dinámicas. Por supuesto, habrá quien diga, dentro de la naturaleza dialéctica de conflicto y contradicción que vive en el corazón de todo militante o simpati- zante de tal o cual causa, que su revolu- ción es la mejor, que es más permanen- te que la de todos los demás efímeros, y que tú eres blandengue y yo soy ultra o viceversa, y estarán por supuesto las mentes alienadas que tirarán algún fa- rol, algo que dijo un intelectual que ni existe en un libro que no ha leído y que dirá que todos odian a las empresas y empresarios porque les tiene envidia, que el 132 era de López Obrador, y que el sub Marcos estaba del lado de Salinas y que la luna es de queso y que los repti- lianos existen y demás argumentos dig- nos de su capacidad intelectual. Estos elementos no deben disuadir de la resistencia que debe ser colectiva, que debe ser llevada a las calles, que debe adueñarse de nuevo de los es- pacios públicos, que debe reconstruir las relaciones interpersonales rotas, y que debe crear el motor, la fragua en términos soviéticos, que construya al hombre nuevo, que siembre la semilla de la crítica y la discordia en la mente de todos, para que seamos incapaces de permanecer sometidos. Hoy saber la verdad ya no basta, la dinámica cambia para poner cadenas a la mente, ya no sólo en las manos. La revolución, la rebeldía, el hálito vital de Flores Magón está en poder ser libres dentro de la esclavitud. Abejas en peligro de extinción Por: Carla Fernández Rodríguez Estudiante de Ingeniería Mecánica y Eléctrica “Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre sólo le quedarían 4 años de vida: sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres.” Albert Einstein A ctualmente la Tierra está per- diendo del uno al diez por ciento de su biodiversidad por década, todo esto debido a la pérdida del hábi- tat, invasión de plagas, contaminación, sobreexplotación y enfermedades. Desde hace 80 millones de años las abejas habitan la Tierra. Las primeras evidencias de la relación entre el hom- bre y estos insectos las encontramos en las pinturas rupestres donde se aprecian hombres recolectando miel. Las abejas son las principales polinizadoras en la naturaleza, entre otras especies que con- tribuyen a la polinización se encuentran lasmariposas, polillas ymoscas. Muchas frutas, vegetales, leguminosas y cultivos de semillas dependen de la polinización. Durante las últimas décadas ha es- tado ocurriendo una “crisis de polini- zación” y alrededor de todo el mundo se han observado distintos factores que contribuyen a la decadencia de esta es- pecie. Aunque las causas aún no están confirmadas, las principales hipótesis sobre la extinción de las abejas son la degradación del ambiente, introduc- ción de nuevas especies que han contri- buido al aumento de patologías, conta- minación del aire, pesticidas, emisiones electromagnéticas y cambio climático. La Unión Internacional para la Con- servaciónde laNaturaleza (IUCN) predice una pérdida global de 20 mil especies de plantas con flores dentro de las próximas décadas. Esto sin lugar a dudas contribui- rá al descenso de especies polinizadoras. La desaparición de las abejas no debe subestimarse ya que contribuyen a 38 mil millones de la economía global y un tercio de todo lo que comemos de- pende de la polinización de las abejas de miel, además de que cerca de un 84 por ciento de los cultivos comerciales de- penden de la polinización de las abejas. Achim Steiner, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se- ñala que de las cien especies de cultivos que proporcionan el 90 por ciento de la comida mundial, más del 70 por cien- to se polinizan gracias a las abejas y en Europa, cerca de un 84 por ciento de los cultivos vegetales comerciales y un 80 por ciento de las plantas en estado salvaje dependen de la polinización de las abejas, según la Comisión Europea. Las abejas cumplen una función principal en la conservación del ecosiste- ma, pues logran mantener un equilibrio esencial en el planeta, lo que trasciende en la economía global. La polinización es un servicio ecológico gratuito que re- galan las abejas y sin ellas, ¿quién va a polinizar manualmente los ecosistemas?
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