Contratiempo

8 9 Mito sobre el origen del lenguaje Por: Sara Paola Mateos Gutiérrez Estudiante de Filosofía y Literatura Académicos Académicos E l lenguaje es oriundo de todos la- dos y a la vez de ninguno. Jamás podremos establecer con exactitud el momento preciso de su creación, pero sí sabemos que es tan vetusto como lo son las arrugas del Hombre. Con un poco de suerte, las cosas debieron ocurrir así: Todas las especies del mundo, que eran animales y vegetales, confluían tranquilamente en la Tierra. Cada uno adoraba a su dios en la forma en que éste le había enseñado, así, las aves solían vo- lar todas las mañanas en dirección al Sol; los peces, desde muy temprano, se mo- vían inquietamente en el Agua, recorrían distancias sorprendentes y saltaban a la superficie al menos una vez en el día; los búhos y grillos musitaban cantos melan- cólicos de agradecimiento a la Luna; los dragones no cesaban de echar escupita- jos de Fuego al aire en el ocaso, las tortu- gas confiaban en la Arena para depositar sus huevecillos, ya que ella las cuidaría hasta su regreso, mientras que los mos- quitos se juntaban en incontables grupos que describían siluetas en el Aire tratan- do de formar hermosos rastros. Después del interminable aburri- miento que vivían los dioses con todas estas especies que no representaban ninguna intranquilidad ni malestar, de- cidieron unir sus dones en un solo ser: un hombre. De esta forma, el Sol decidió aportar dos bolitas de cristal con luz que serían los ojos, cuya función sería siem- pre descubrir la claridad y lucidez de las cosas. El fuego guardó en un saco de acero un poco de este elemento, que no se dejaba quieto y que hacía que el saco se retorciera continuamente, éste sería el corazón del hombre, fuerte, latiente y ardiente para soportar todo tipo de emociones. La Arena hizo un cuerpo lo suficientemente frágil para llevar unos ojos pero también muy resistente para contener fuego. El Agua optó porque ese líquido fluyera a través de toda la arena, como el mar cuando atraviesa sus po- ros, pero al pasar por el saco de fuego, el líquido se tornó encarnado y su consis- tencia se volvió espesa, como la sangre. Sucesivamente, fueron pasando to- dos los dioses hasta que sólo quedó la Luna. No sabiendo ya qué aportar al ver semejante obra que parecía tan com- pleta, pensó en los cantos de los ani- males nocturnos y decidió obsequiarle al Hombre una potente voz para que pudiese cantar los sonidos más tristes y nostálgicos de la noche. Dicha creación sería el recuerdo del momento de íntima comunión entre los dioses. Al concluir su magna obra, todos manifestaron su aprobación, ex- cepto el Sol, quien afirmaba que el don de la voz no servía para nada; como el canto de los grillos no haría más que crear un ambiente taciturno que entris- tecería a las demás especies. La Luna, furiosa y montada en cólera, asegu- ró que demostraría el valor de su don otorgado, pero para ello necesitaba a otro ser humano, el cual fue creado con la nueva participación de todos los dio- ses ante la curiosidad de lo que sobre- vendría y el deseo de evitar una posible querella entre el Sol y la Luna, que no se dejaría vencer. A un hombre lo pusieron en una llanura y, muy lejos, cerca de una mon- taña, pusieron al otro. Así pasaron mu- chos días, cada uno de los hombres se sentía infeliz porque las otras especies le volvían la espalda al saber el motivo de su creación, pues la atención de los dioses ahora sólo se centraba en él. Y así erraron en el camino por varios meses más, sin tener noción de la existencia del otro y sin hacer más que estar despiertos en la noche, sollozar, y dormir en el día. Nunca se sabrá si fue una casuali- dad o un acto premeditado de la Luna pero el asunto es que una noche fría y tormentosa, de esas que suelen estar acompañadas de sonoros rayos que in- cendian los árboles y una aguda triste- za, el primero de los hombres creados comenzó un lamento nunca antes escu- chado, se sentía el ser más desgraciado del mundo y el que más temía a la llu- via. Su clamor se elevaba en una espiral invisible y, sin embargo, audible para todo aquel que poseyera un corazón y lo entendiera. El otro hombre, refugiado en un lu- gar aledaño, reconoció esos gemidos de desesperación y corrió en busca de ese otro ser que sufría como él. Su sorpresa al encontrarse fue grata y decisiva. Al mirar al otro y saber que era muy se- mejante a él -pues habían pasado lar- gos ratos mirando su reflejo en el agua- , no pudieron más que desconcertarse. Enseguida comenzaron a emitir sus tristes sonidos, que inexplicablemente sonaban muy diferentes y luego se sen- taron y se mostraron sus manos com- parándolas. Entonces tronó un rayo muy cerca de su cueva y uno de ellos se asustó y fue a esconderse ávidamente; el otro fue a traerlo de regreso y al cabo de unos momentos, se produjo algo que seguramente nadie tenía planeado: se rieron. Es por ello que ahora solemos decir “la sonrisa es el lenguaje de los hombres inteligentes” y es de suponer- se que fue así, aunque ello solo fue el principio. Finalmente, los dioses quedaron sorprendidos, incluso la Luna, que de- mostró que el canto de un hombre ine- vitablemente lo uniría con otro, pero que también en el dolor puede nacer la alegría, así que los sonidos tuvieron que cambiar, ya no eran tristes y opa- cos, sino brillantes, sonoros. Con el paso del tiempo los cantos se fueron fragmentando en palabras, mismas que iban aumentando según el encuentro con otros hombres del mundo que los dioses iban creando y perfeccionando, hasta dotarlos finalmente de su habi- lidad para comunicarse por medio del habla, como ellos, proceso que tendrían que ir descubriendo ellos mismos a par- tir del significado de sus cantos. No por ello muchos, muchísimos años más tar- de, Cortez y Cabral habrían de afirmar que “ Todas las cosas bellas, comen- zaron cantando, no olvides que tu madre, cantando te arrulló ”. Trabajo presentado por la autora para la materia Historia del Libro y la Lectura, impartida por la Mtra. Blanca Alberta Rodríguez Vázquez, en el periodo Otoño 2013. Material reproducido sin edición ni modificaciones al entregado por el autor en la edición de Contratiempo. Zoología imaginaria Z oología Imaginaria es un pro- yecto creativo interdisciplinario realizado por los estudiantes de las asignaturas Taller de Ilustración en la Información , a cargo del profesor Amilcar Rivera Munive, y Lectura y Ex- presión Académica , a cargo de la profe- sora Blanca Alberta Rodríguez, dentro del periodo Otoño 2013. Les compartimos dos ejemplos de los resultados que se tuvieron de este trabajo en equipo: Alaias Por: Daniela Arroyo Pérez Etimología: Alaia viene del Euzkera, y significa “Alegre” Características : 1.1 Características Físicas El Alaia es un animal visto por muy pocos. Los hay de todos los tama- ños, desde el que cabe en la palma de tu mano, hasta el que cubriría el sol en el horizonte. Su piel está recubierta de un pelaje suave como el de un cacho- rro, pero negro como la más oscura de las noches. Dicen que es responsable de toda la música bella en el mundo ya que tiene la habilidad de inspirar a los mejores artistas con el simple hecho de mirarlos con sus profundos ojos. 1.2 Características Biológicas Tiene un cuerpo similar al de un canguro. De su espalda crecen unas alas casi del doble de su tamaño; en forma, son similares a las de un águila, pero tienen plumas de los colores más hermosos visibles al ojo humano. Se podría decir que se pueden ver todos los colores del arcoíris, pero acomoda- dos de manera caótica. Tiene una cola similar a la de un cocodrilo, cubierta de las más duras escamas, y puede ser tan larga como él desee. Cuando no está volando por los aires, camina con sus piernas de felino, que son fuertes y musculosas, y, al mismo tiempo, ligeras y ágiles. Todos los que han visto su cara han quedado maravillados, dicen que es parecido a una pantera negra, pero que sus azules ojos son tan intensos y profundos que puede ver dentro de tu alma. Dicen que ver sus azules ojos te cambia la vida para siempre. Tipos Los Alaias varían en cuanto a su función. Los más grandes están siempre escondidos, se encargan de cuidar a los más pequeños y de enseñarles su labor. Los media- nos son rara vez vistos, van por el mundo cantando las más hermosas melodías, como un regalo para todos nosotros. Ellos también se encargan de recolectar alimento y llevarlo a sus guaridas. Los más pequeños de todos, son quizás los más importantes; tienen la labor de visitar a los músicos de todo el planeta para mirarlos a los ojos e ins- pirar así música tan hermosa que causa escalofríos. Entorno 3.1 Hábitat No se sabe exactamente en donde habitan, pero algunos dicen que para llegar a su hogar cavan en lo más pro- fundo de cualquier superficie de arena, ya sea en las playas o en los desiertos, por lo que se cree que construyen villas y ciudades en las profundidades de la tierra. 3.2 Alimentación Los Alaias se alimentan de objetos perdidos. Les gustan los calcetines sin par, los aretes, las llaves, los cargadores de celular, las plumas y los paraguas. Pero sobre todo, les encantan los relo- jes perdidos, porque les gusta ayudar- nos a olvidar el tiempo. Habilidades y debilidades Los Alaias son responsables de inspirar a los artistas, pero no lo hacen con cualquiera. Tienen la habilidad de distinguir al que ha trabajado duro y se ha esforzado. A éste lo recompensan con inspiración y alegrías por el resto de su vida. En su tiempo libre también les gusta agregar chispas de chocolate extras a las galletas y crear corrientes de viento que soplen en la cara de los aburridos. Pero eso solamente es por diversión. Para comunicarse entre ellos utilizan miradas y silencios. Intentan comunicarse con nosotros los humanos cantando y hablando…Pero casi nunca lo logran. Su punto débil es el corazón. Ahí tienen guardado todo su material de trabajo. También ahí van recolectando todas las experiencias de su vida. Un ataque al corazón les sería fatal. Fuera de eso, tienden a vivir alrededor de 500 años, pero de vez en cuando, deciden tomar grandes siestas comunitarias de varios años. Aun así, siempre hay uno que otro despierto. Historia 5.1 Significado en distintas culturas En la India afirman que los Alaias son las mismísimas mascotas de Brah- ma. En la mitología Griega se cree que son los descendientes de Pegaso. En las culturas prehispánicas de América lo relacionan con Xochipilli, el dios de la música. 5.2 Influencias en la humanidad Estos animales han tenido gran influencia en nosotros desde mucho antes que supiéramos de su existencia. Nos dan la música, uno de los placeres más grandes de la vida. Nosotros les damos un propósito. Aunque algunos aseguran haberlos visto, su existencia sigue sin poder ser comprobada cien- tíficamente. Aun así, se recomienda que si se ve uno, se guarde ese instante para siempre en la memoria, porque tal evento sucede una vez en la vida. Ilustración: Fernanda Olea

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