Contratiempo
18 19 Opinión p Venceremos Otra vez, Tlatelolco Por: Eliel Francisco Sánchez Acevedo Estudiante de Derecho El 2 de Octubre de 1968 ha resisti- do a la historia oficial que quiere dotar- le de olvido. El verdadero peligro hoy, 2 de Octubre de 2013, no es olvidar Tlate- lolco, pues Tlatelolco nunca se olvidará, permanecerá ahí, grabado en piedra en la historia popular, no en oro, como el poder suele inmortalizar a sus héroes. El verdadero peligro hoy es la idea de que el México que dio origen a Tlate- lolco es un México que ya no existe, es creer que es una época pasada, termi- nada, que representa las tinieblas, dado que ahora vivimos a la luz de la demo- cracia. Éste es el mensaje alienador del poder, y es el verdadero peligro. Algunos creen que ese México ya es historia, ¿para qué recordarlo si nunca debió existir?; que la alternancia llegó, que la democracia impera y que ahora vivimos en libertad y en un estado de derecho, pero es una falacia, parafra- seando a Rosa Luxemburgo: no se han movido lo suficiente para escuchar el sonido de sus cadenas. Al momento en que escribo esto, 2 de Octubre de 2013, 09:35 pm, en el Distrito Federal hay decenas de detenidos por recordar, de la manera en que al poder le disgusta, la matanza de Tlatelolco. Hoy llovió gas lacrimógeno sobre la Ciudad de Méxi- co, hoy muchos están detenidos, hoy muchos fueron golpeados. ¿Qué no vivimos ya en un estado de derecho y el México del 68 ya quedó atrás? Iluso quien lo crea. Hoy el ejército cerca manifestacio- nes, se ejerce la violencia estatal con ar- gumentos como el estado de derecho, el pueblo lo justifica y aplaude, hay tan- quetas frente a palacio nacional, el zó- calo está secuestrado por las fuerzas del orden, ya no existe una protección real a los derechos humanos, y para terminar, la democracia se ha vuelto un discurso vacío, una simulación ridí- cula: todas las fuerzas políticas se han supeditado al partido de la dictadura perfecta con el adefesio antidemocráti- co denominado Pacto por México, que sólo ha venido para mostrarnos que seguimos siendo una nación servil que tolera y justifica las acciones represivas de su gobierno. Aquellos que aún sin pertenecer a la clase dominante desprecian a la cla- se trabajadora y a aquellos que luchan por los derechos de todos, aquellos que cargados de prejuicios clasistas desprecian la lucha son quienes no se han dado cuenta que su discurso vacío sostienen una espiral de violencia que desde aquella tarde en Tlatelolco no se ha detenido. Hoy han apresado y gol- peado compañeros, nada diferente a lo que sucedió hace 45 años. “¡Únete pue- blo!” del Rector Barros Sierra son pa- labras sin significación para ellos, pues no se sienten pueblo. Su indiferencia, citando a Gramsci, es el peso muerto de nuestra historia. Aquellos que a gritos pedían un Díaz Ordaz para los maestros de la CNTE son quienes con una mente críti- ca mutilada, egoísta, servil e insensible no pueden imaginar lo que se vivió en la Plaza de las Tres Culturas; no pueden ni siquiera pensar en un grito de alegría y digna rabia cortado por la ráfaga de una ametralladora, de la desbandada, de haber perdido a un hermano, a una hermana en la multitud, de ver caer a amigos de toda la vida muertos sobre la explanada; no pueden imaginar las palas mecánicas recogiendo cadáveres de jóvenes al amparo de la noche, bajo la lluvia, no pueden imaginar el correr desesperadamente para salvar la vida y encontrar las puertas de tu iglesia ce- rradas, las calles tomadas por tanque- tas; no pueden imaginarse los cateos en los edificios aledaños, las muertes a quemarropa, a los estudiantes desnu- dos golpeados, los hospitales y morgues llenas de cuerpos maltrechos, el Campo Militar Número 1, con fosas comunes para aventar a los muertos, traídos en camiones verde olivo como reses. No pueden imaginar la plaza llena de za- patos y ropa, sangre y cadáveres siendo limpiada por los bomberos, ni el temor de estar en uno de los departamentos, mirando la masacre por la ventana al amparo de la oscuridad. No pueden imaginar Lecumberri. Simplemente, no pueden. Siendo así, vivimos todavía en el México que dio origen a la matanza de Tlatelolco. ¿Cuánto falta para que el presidente electo en una fiesta de la de- mocracia ordene dispararnos? Tlatelolco y 132: memoria viva Aquel 2012 la lucha estudiantil se levantó con una fuerza sin precedentes; los estudiantes se reconocieron como herederos y continuidad del movimien- to estudiantil de 1968 en un clamor contra la injusticia que no se ha dete- nido, y que desde entonces, ha venido manteniendo viva junto con los demás grupos disidentes la memoria y el reco- nocimiento de aquellos que le dieron su vida a la libertad. Es imperativo recordar que el 2 de Octubre del 2012, la IBERO ( Más de 131 y 132 ) volvió a Tlatelolco, para ha- cer patente que la lucha sigue, que se sigue exigiendo la verdad, tal como lo exigió la misma casa de estudios hace 45 años. Los estudiantes, los movimientos sociales y las organizaciones disiden- tes saben que no vivimos en un país de utopía, el movimiento estudiantil ori- ginado en la IBERO el 11 de mayo de 2012 alzó la voz contra la simulación, contra ese discurso que el Partido de la Revolución Institucional (PRI) desde su presidencia imperial nos ha querido imponer: el que vivimos en un país de telenovela. Esa manipulación perversa y su objetivo totalitario de imponer un presidente fue la causa del despertar, y el gobierno respondió de la única forma en que sabe hacerlo: reprimiendo. Ese presidente que al final fue im- puesto por Televisa y que abandera el nuevo PRI es responsable de las repre- siones en Atenco y en el #1DMx . Nada en el poder ha cambiado, sus anquilosa- das estructuras siguen siendo tan repre- sivas como ayer y como hace 45 años, y es por ello que cualquier movimiento social que se oponga está haciendo viva la lucha de Tlatelolco, pues son ellos el principal símbolo del abuso totalitario del poder en su máxima expresión. El reclamo de hoy no es diferente al de 1968, el movimiento estudiantil aquí sigue, #YoSoy132 ha marchado conme- morando la matanza codo a codo con los sobrevivientes, junto con los maes- tros, con el SME, con todos aquellos que alzan la voz en nombre de los caí- dos y en nombre de todos aquellos que al día sufren por los embates del poder y por su mediocre e inepta administra- ción, que no es capaz de garantizar ni un pan para cada persona ni una cama de hospital para cada enfermo. Aun así, no se trata de celebracio- nes vacías como las que hipócrita y cí- nicamente realiza el gobierno, que iza banderas a media asta pero cobija a quienes blandieron el tolete y la metra- lla contra los estudiantes, no, la conme- moración de estos movimientos no está ni siquiera en la marcha o en la consig- “Habría que lavar no sólo el piso; la memoria. Habría que quitarles los ojos a los que vimos, asesinar también a los deudos, que nadie llore, que no haya más testigos. Pero la sangre echa raíces y crece como un árbol en el tiempo. La sangre en el cemento, en las paredes, en una enredadera: nos salpica, nos moja de vergüenza, de vergüenza, de vergüenza.” Jaime Sabines. na, está en la propia lucha, en el propio camino contra el poder, y también en la organización, el análisis y la autocrítica. Díaz Ordaz no pudo desaparecer la protesta, Peña Nieto no pudo des- aparecer la insurgencia, y el poder no conseguirá eliminar nunca el hambre de libertad de un pueblo oprimido. Y vendrán más tanques, más aviones, más granaderos, más toletes, más es- cudos, más gas lacrimógeno; pero un día, como dijo el presidente Salvador Allende, se abrirán las alamedas para el hombre nuevo, porque siempre ha- brá una esperanza que reivindique en la lucha de hoy las luchas del pasado, en las que viva el alma del estudiante asesinado, y entonces sí, ganada la lu- cha contra el olvido, algún día, en que seamos más quienes gritemos, Opinión ¡Ni perdón ni olvido!, ese día, Venceremos. Foto por: @talladeboina36
RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3