Contratiempo

16 17 Noches Sagradas Por: Pablo Piceno Estudiante de Filosofía y Literatura El revés Por: Samantha Arredondo Estudiante de Psicología Arte y Cultura Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro? Lucas 7, 20 ¡ Oh, noche que guiaste, oh, noche amable más que la alborada! ¡ Oh, noche, que juntaste Amado con amada, amada en el Amado transformada! San Juan de la Cruz, Noche Oscura del Alma I. Lo que se busca en la noche es la muerte, no más: la resurrección de la muerte. Los días son plañideros de gravitaciones, constelaciones y sol; y un solsticio es armisticio, prolongación numinosa. Pero la instigación de la noche es violencia, vómito seco, es excavar tumbas, aire de ecos de prostíbulos y carne que invade la carne de la corrupción. Qué sentido tiene el canto de las cigarras que cantan a cigarras mudas? Cartografías de lo ausente, eso son las cigarras, capiteles con búnkers poéticos, poetas que vendimian el llanto y carros que explotan y gente que desaparece, poetas​que engendran cosechas polisémicas, abundancia de bienes, raptos sexuales o raptos espirituales, pneua y sarx violentadas por palabras torpes, devoradas por palabras torpes. La noche es un devorador de espíritu y de carnes, pneumóphagos, sarkóphagos y todo termina en la muerte, en la inanición: sistemas eléctricos que son la fecundación in vitro de miles de oráculos, de profecías ancestrales, vírgenes imprudentes, piedras en ciernes de la construcción de ciudades macronómicas, de brutales pecados, memorias que no rememoran, armas que caen del caos y cielos que van tras las armas que caen del caos, santos híbridos que son hijos de guerras santas: la jihad islámica quemando con ántrax la vitriada catedral de pueblos paganos -lo sacro es la guerra-. II Cuando Dios duerme en Viena -que no tiene Dios-, el Dios de Ecuador despierta al Ecuador -mientras se duerme en Viena otro Dios que no despierta nada-, se parte en un pan y en millones de panes y en todo el mundo comemos a Dios, y Dios nunca muere. III Juan de Yepes comía a Dios, comía con Dios en noches como esta; escalaba la escala de Jacob en una prisión que era interior exterior, que era omnipresencia, pero era noche: era noche sagrada. Y Juan resucitó. IV Cómo así? Qué coño vio el poeta Juan que dijo no ver nada más que la luz del alma? Esa noche en que habitó Juan, es la noche en que habito yo? Y el Cántico que no tiene ni vómitos ni campos inhóspitos, cómo surgió de escombros como este? V Y es probable que existan dos noches -existe Soares y Ricardo Reis, taxonomías que no tienen esencia. Y así, la noche de Juan de Yepes es la noche pascual y la mía es la noche de las cigarras sordas y mudas, la noche de las angustias, de la esclavitud. Y entran preguntas, salen preguntas, y yo soy una noche que es absurda porque nada detiene: un clochard que me mira de lejos y se droga y se droga y tiene el cuerpo quemado desnudo, gordas prostitutas que me miran de lejos y se drogan se drogan y tienen el cuerpo desnudo quemado, edificios que son caballos rotos me miran de lejos y se queman se queman y tienen el cuerpo roto drogado. Esto es un Cántico que no canta ni espíritu tiene pero el Cántico mira la noche de caballos rotos y prostitución y clochards y quiere resucitar como Juan, el gran poeta. Ideas fugaces Por: Bruno Tomás Atonal Estudiante de Economía y Finanzas A los humanos nos gusta prevalecer en momentos únicos, nos gusta hallar la esencia que se escapa del espacio tangible en formas simples, de fácil acceso, que les retorne a la memoria esa sensación de libertad de tiempo, libertad física, libertad de ser. Nos gusta vernos en el tiempo sin efectos, sin vejez ni prisas, como quien encuentra la plenitud de la vida en milésimas de segundo; nunca lo pensamos así, siempre pensamos en el tiempo que se escapa de nuestras manos, sin importar que se detuvo un momento para darnos una sonrisa, una risa cálida, una forma de ser más que entes condenados a esperar. Una forma elemental son las fotografías. ¿Sabes por qué mucha gente ama las fotografías? Les gusta capturar un fragmento de esa mecha sin transcurso, tal vez no atrapen las emociones sentidas, pero es una buena manera de invocarlas. Los recuerdos actúan de un modo parecido, son como fotografías, sólo que en estas encapsulamos las intensidades en cada color, forma y movimiento hecho tan rápidamente; Pienso en todo ello con la mente hecha un nudo, un cigarro en mano y revoloteando entre ideas al ritmo de Edward Elgar: La chispa se esfumó y dejó esta idea como rastro. mas se tornan frágiles con los años, se pueden degradar, decolorar, perder su forma y volverse grises como sombras perdidas. Hay que tener cuidado: Algunos recuerdos no se borran tan fácilmente o lo hacen, hay los que quedan como cicatrices incrustadas en la conciencia, tan marcadas las heridas y con tanto dolor presente como recién hechas; son ésas las heridas que marcan la madurez y la consolidación del espíritu joven en uno maduro.” La casetera y sus ruidos raros, la cinta se jala, suena tu voz, suena la mía. ¿Quiénes somos? La historia de quien comete el ridículo asesinato de una razón, de la lógica cabizbaja, indicio de un sentido más extraño que común; tan patético como cuando se conocen un hombre y una mujer. Tan patético como cuando dicen que ya no se conocen. Y todo resulta en que le histoire va y luego viene, no regresa tal como fue pero llega con el aire de haber vivido lo mismo que el otro, lo mismo que todos pero con tipos de letras y subtítulos diferentes, otros escenarios, reputaciones convertidas en llagas o en papeletas de calle, de basureros, de archivos de los que por casualidad se guardan y por casualidad se olvidan. Como se olvida la piel, el encuentro, el despertar El parque, la letra de la canción la estrella, la que le puso Tu nombre ¿Cómo se olvida? Ya llevamos mucho tiempo hablando del amor, hablaba Neruda, tomaba sus raíces de un cerezo y se iba por allí con su callada Maruca, hablaba Cortázar rayando pisos jugando entre el cielo y el infierno, hablaba Girondo de las zanahorias, hablaban los hombres y las mujeres de Juana también. Y yo hablo entre ellos cuchicheando, para que no se deje a la creencia de que aquel camino se anda para no volver, porque ni siquiera se anda, se vuela y se vuelve con cuotas y reticencias; y si andamos lo hacemos con los pies descalzos, nos desgarramos, los ensuciamos, para volver un día a casa a meter el dedo en el orificio, darle vueltas, soplarle, abrir el tape a , play y escuchar… Todo vuelve a comenzar. Arte y Cultura

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