Contratiempo
12 13 Arte y Cultura Attraverso la tristezza Por: Samantha Arredondo Rivera Estudiante de Psicología Stai con me anche se male farà -Malika Ayane, 2009- Para Pablo, porque todo aquello Que ha sido escrito Jamás será borrado. A través de la voluntad del amor, de todo aquello que creemos que argumenta a la magia y a todo lo imposible, el final termina por engullir a todas las estrellas para crear su galaxia. Y todos somos polvo, the ashes, de algún fuego trémulo, escarlata, extinto, fuego a fin de cuentas, quemamos, ardimos, herimos, hicimos vibrar, huir o crecer, arma de dos filos, excusa suficiente, provocador de gemidos: de los tenues y de los incontrolables. Soy un manojo de nervios y de lágrimas y de todo, lo sé, lo sé. Y en mi soliloquio pregunto, ¿si es que acaso te he fallado? ¿Si es que acaso con la ausencia, te he perdido para siempre? O quizá no fue la ausencia, ni la lejanía lo que nos volcó al vacío, ¿es que acaso mi presencia te ha empujado a la costumbre? Y te ha quebrado, cariño, ¿Te ha quebrado para siempre? Las promesas son tan cortas y los hilos que le cuelgan a cada una de ellas terminan por mancharse de huellas negras y sucias, terminan por romperse u olvidarse atorados en cualquier alcantarilla. Las promesas, dentro de todas las promesas, las que se dicen con la boca y las que se dicen con el alma y con el cuerpo, las del silencio, todas, todas terminan por morir, así; mueren en la impotencia o en la amnesia total, o ahogadas en algún llanto que, ante todo, intenta con esmero no ahogarse a sí mismo. Terminan todas, y no lo digo yo, lo dices tú y lo dicen todos aquellos que han creído tener el corazón roto. ¿O me equivoco? Estaba hecho de mar su insomnio y su amor de atardeceres que colapsan junto a la arena. De oscuridad sus ojos y de horizonte y de silencio. Su nombre de piedra sus manos de artista y mi pensar de agua evaporada. Su miedo de noches y de llantos que duraban todo un día. Piedra Por: Samantha Arredondo Rivera Estudiante de Psicología ¡Qué chula es… Cholula! Por Karen Reyes González Estudiante de Psicología Foto por: E sa, la que no se sabe de quién, si de Pedro o de Andrés. Esa, don- de “las cletas” y las jaurías son las dueñas de las calles y las callejue- las. A donde se llega siguiendo el olor a pólvora y mierda de vaca. Esa, la de las campanadas y sus mil iglesias. Us- ted no se moleste, no vaya al fondo a la derecha, porque aunque no quiera, solito llega. Todos los caminos llevan a Cholula por estos rumbos, porque es la tierra basta, la tierra buena. Si se desvía, la banda y los cuetes lo enderezan. Así, hasta encontrarse sentado en cualquier esquina comien- do quesadilla de huitlacoche y pulque de piñón. Ya instalado y acogido puede rematar con café de olla y darle bonito a la verbena. Cholula. ¿Se atreverá alguien a li- mitarla con uno de esos adjetivos que a veces nomas le estorban a uno? Pues más que reseña es “hacerle al cuen- to”, porque este lugar no se describe, se cuenta. Desde el corazón de los de adentro, aquellos descendientes de los Tezozomoc, desde las ruinas enmonta- das, han tenido que conocer y re cono- cer sus tierras. También desde los que llegan, desde sus miradas atónitas que aprecian las mismas ruinas “de rodi- llas” bajo una iglesia. No se asuste, “ya lo pasado, pasado” ¿qué no? Entre fuereños y lugareños que danzan alrededor de un cerro inmenso cual meca piramidal, de a poquito se ha- lla uno, pa’ cuando venga a ver ya el pai- saje le ha endulzado el oído, la vista, el paladar. No es difícil volverse pimienta en una tierra ya de por sí condimentada. Entonces, hay que seguir la ciudad flotante, como luz al final del túnel. Siga “La pirámide”, como faro enarde- cido. Súbala, bájela, y más que echarle ojo, advierta la historia que nos cuenta. Ya si, como la que escribe, le gusta en- contrarle todos los pies al gato, vaya a preguntarle a los que saben. Las buenas lenguas. Los que saben del arado y la co- secha. Los que nos dan mil vueltas. Los dones y doñas, pero los de a de veras. Don José, historiador nato y curti- do en litros de años, le puede contar de la Cholula vieja, la de terracerías y mer- cados multicolores, la que no sabía de lo alternativo ni la vida hipster , la que de a ratos se le antoja visitar –dice-, pa’ ser chamaco, pa’ jugar canica y comer tamal con la mano. Puede darse una vuelta con Don Nono y su esposa, pulqueros de a me- dio tiempo, herbolarios de corazón. Le cuentan de cuando se dejó venir el turisteo, también de cuando se dejó ir, le cuentan de todo un poco y si les cae bien y los agarra en día soleado, le dan buenos tips para pasarse del otro lado y vivir a gusto en la gabacha. Se reta- charon porque “…de pan no vive uno, necesita su chocolate en tazita de barro pa que le sepa… sino cómo”. A todos los encuentra alrededor de la pirámide, vi- viendo, danzando. Los ojos andan del tingo al tan- go aquí. O se posan en las cortinas de bejuco, o en las ollas de cacao, en las cubetas de lichis o en unos voladores que vienen de la Papantla. En las casi- tas de colores, en las arrugas morenas y los cabellos cenizos, en los huacales de madera, en las chanclas de cuero. O, en todo caso, dirija la mirada a otros lares, a la ciudad de contenedores, a los chan- garros veganos, a las bicis con canastas de mimbre, a las nuevas tendencias, a los güeros bronceados. Ríos de gente que fluyen a ritmo de la flauta, entre aparadores indivisibles en los que suscita un circo con espec- táculos al gusto. Lo localísimo, lo ex- tranjerísimo. Si algo hay, es que hay pa’ todos. Porque aquí encalla lo diverso, el color se detiene y se da la buena vida y se tira de panza pa’ que lo acaricie como los gatos. Y ya, por ahí de las ocho, caída la noche, empapado de viveza, medio ahumado, medio empanzonado, uno sale de este lugar, para recordarlo o para dejarlo atrás, con la misma veloci- dad escapatoria con que olvidamos los mexicanos. Pero, si llegado el momen- to, los cuetes le aturden, se le atraviesan otros pulques y como yo, no encuentra voluntariamente la salida, pues se que- da. Para danzar mejor, para despertar con los gallos, para sembrar su huerta y huir de la decoloración. Opinión Foto por: Prince Travel Foto por: Visit Mexico
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