Contratiempo

4 5 Trabajo voluntario : Estrategia para la transformación social Por: Jessica Crisanto Mendoza Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública/ Integrante Voluntariado Ibero En la Ibero “La voz interior me dice que siga combatiendo contra el mundo entero, aunque me encuentre solo. Me dice que no tema a este mundo sino que avance llevando en mí nada más que el temor a Dios.” Mahatma Gandhi T odos compartimos el mismo planeta, el cual tiene muchas riquezas, pero no todos los que lo habitamos gozamos de éstas. Hemos cambiado de presidente innumerables veces, se han implantado diversos mo- delos económicos, hemos presencia- do numerosas manifestaciones, entre otras cosas, pero ¿cuál es el resultado? El número de jóvenes sin educa- ción aumenta cada año a 20 mil, 46.2% de la población en el país vive en estado de pobreza, los alimentos de la canasta b�������������������������������������� ásica han aumentado sus precios e, in�- cluso, bienes que son necesarios, ahora los consideramos como bienes de lujo. Sin dejar de lado el crecimiento económico pequeño, la caída del PIB por habitante, el aumento del desem- pleo, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios reales y, en consecuen- cia, un aumento significativo de la po- breza alimentaria, de capacidades y de patrimonio. ¿Estamos mejor o peor que hace 6 años? Cada quien tiene un concepto diferen- te de la realidad, para algunos puede ser lo que un maestro de ARU te en- seña a través de diapositivas o videos de reflexión; para otros la realidad es lo que una serie de televisión proyecta y, para otros más, simplemente es mostrar una actitud indiferente hacia todo los sucesos que pasan a nuestro alrededor. Quién no ha hecho una crítica o una burla al sistema político de nuestro país y a la atención prestada a los di- ferentes fenómenos sociales, pero ¿por qué no empezar por criticarnos a noso- tros mismos? Son incontables las veces que nos han dicho que nosotros los jóvenes so- mos el futuro de este país, pero tam- bién son incontables las veces que he- mos hecho caso omiso de esto. ¿Hacia dónde queremos llegar? Es una cues- tión que, nosotros los jóvenes, debe- mos de tener presente, tomar iniciativas, tener una actitud de líderes y una visión a futuro de todos nuestros proyectos. El cambio so- cial se basa en éxitos y fracasos, muchas veces nuestros proyectos no son lo suficientemente apoyados por lo que des- graciadamente se quedan en ideas vagas. La Universidad Iberoamericana Puebla nos brinda la oportunidad de participar en el “Voluntariado” - como se le conoce comúnmente al programa de Compromiso y Responsabilidad So- cial- el cual abarca distintos proyectos tales como: Comunidades indígenas, Medio ambiente, Migración, Refugia- dos, Derechos humanos, Participación ciudadanía e Interculturalidad. El trabajo como voluntario Ibero te da la oportunidad de adentrarte a la realidad en la que estamos viviendo, esto nos involucra a todos como ciuda- danos, por lo tanto, cada grupo y cada individuo se deben de identificar y de- ben de explotar las oportunidades que se les presentan para mejorar la situa- ción de este país, maniobrando estraté- gicamente las ideas a futuro de nosotros los jóvenes. Es importante recordar que la mala toma de decisiones tiene como consecuencias estragos en la sociedad y en su economía, por lo tanto también infiere en su calidad de vida. No es suficiente con ser solamente espectadores de la realidad, tenemos que involucrarnos, participar y desa- rrollar estrategias para la transforma- ción social. El compromiso está en nuestras ac- ciones, no en nuestras palabras. E l mundo es un entramado de relaciones, de causas y efectos. Las puntadas del tejido social son complejas y se entrelazan a según del lienzo en el que se plasman. Una vez más se me revela la importancia de conocer las his- torias detrás de la cotidianidad, para generar análisis más integrales. La iglesia en América Latina no es una excepción. Leer Las venas abiertas de América Latina abre la ca- beza. La historia no es simplemente un cuento en el que se disputan victorias los buenos y malos. Existen siempre dis- tintos ángulos, intereses, motivos y motivaciones. Nuestra América resultó en un preciado tesoro que se dividieron a manera de intervenciones, concesiones y préstamos las na- ciones hegemónicas de entonces: España en un principio, Inglaterra y Holanda después, aún hoy Estados Unidos, país del que dependemos en gran medida desde lo financiero y lo económico. La iglesia ha sido siempre una institución referente en la historia universal, un órgano de poder cuya acción e influen- cia rebasan por mucho la doctrina con la que legitiman sus actuar y decidir. A lo largo de la historia, que sube y baja cues- tas, se encuentra y se reinventa –tomando en cuenta sus ex- periencias previas como la señora voluble que es–, la iglesia ha tenido que valorarse en su entorno para conservar su vi- gencia, cambiando y reinterpretándose al ritmo del universo. En su texto, Fortunato Millamaci hace referencia a estos procesos de resignificación y simbolización (2). Se exponen tres momentos, mismos que corresponden a hitos históricos. Durante el primero (1880 a 1930), el liberalismo, con sus políticas orientadas a lo racional y progresista, aunado a la modernización capitalista, hizo tambalear al catolicismo. La iglesia había dejado de ser el órgano encargado de lo civil y social, ahora el Estado gestionaba estos mecanismos de ins- titucionalización; así se abría la puerta a la modernidad. (8) La búsqueda de otras legitimidades –porque el catolicis- mo se había convertido en símbolo de retraso y letargo para algunos– incentivó la presencia de grupos religiosos ajenos –en este caso el protestantismo–, sin embargo, la plurali- dad no sería aceptada porque podía significar la segregación nacional. Así se evidencia que la religión ha sido –en oca- siones– un mecanismo orientado a mantener cohesión so- cial. Resulta mucho más sencillo mantener el control de una nación que comparte las mismas creencias. Así se enfrentan grupos hegemónicos, unos tienen y otros quieren el poder, el poder político y económico. La iglesia funcionó a manera de complemento político durante mucho tiempo y sigue haciéndolo hoy. La religión –que es de algún modo, el intermediario entre nosotros y un Dios incomprensible y por tanto intimidante– proporciona sentido y certidumbre. El hecho de que una institución tan fuerte favorezca o no a tal o cual corriente de pensamiento o partido es siempre un factor importante a considerar para los que anhelan el poder. En su carácter de institución con intereses propios, la iglesia debe adaptarse al movimiento. El segundo periodo referido por Mallimaci se enmarca entre la crisis económica y por tanto del liberalismo de 1929 y la caída del Muro de Berlín. Se generan entonces políticas de Estado Benefactor: la Iglesia y el Estado hacen equipo y se relacionan para favorecer la conservación del orden, ya no será mal visto que se mezclen la doctrina y la política, todo lo contrario. El modelo universal precedente se ve entonces conservador y oligárquico. El Concilio Vaticano II y La Conferencias de Medellín anuncian cambios drásticos también en la doctrina. En el marco de las dictaduras militares en el Cono Sur y en res- puesta a éstas y a la desigualdad visible desde todas las aris- tas, surgen propuestas desde la iglesia que van más allá de la cohesión social y cultural y de la preservación de la identidad nacional: Una experiencia a analizar es la Teología de la Libe- ración que crece y se desarrolla a caballo entre el fin del Estado de bienestar y el surgimiento de una sociedad globa- lizada. Nace como expresión de la disconformidad de secto- res católicos con modelos dominantes de estado, sociedad e iglesia en un momento de profundos cuestionamientos en América Latina. (Mallimaci, 25) La tercera etapa inicia en 1980 y sigue vigente. Los tiem- pos se mueven al ritmo de la globalización y del neolibera- lismo. El mundo contemporáneo se rige por la inmediatez, todo pasa y todo queda a ritmos acelerados. Surgen enton- ces y como siempre, sectores contrapuestos. Para algunos, lo global es efímero y volátil, para otros “[...] las necesidades insatisfechas crecen y se multiplican”. (28) La necesidad de asirse de algo es natural. Tantos conocimientos, tantas for- mas de fundirlos, tantas realidades nos invitan a reapropiar- nos la iglesia y religión, así se vuelve cada vez más personal y emocional. Los seres humanos nos volvemos reflejo de nuestra his- toria personal. Me conozco los sacramentos y la semana san- ta de memoria, me sé el credo completito y ya hice mi con- firmación. Alguna vez realicé un ensayo en el que comparaba la modernidad, iniciada en el siglo XVIII, con la llegada a la adultez, es decir, los dieciocho años, esa relación significó para mí una revelación: los seres humanos cambiamos nues- tros modelos de pensamiento como sucede con la sociedad en general. Mi idea de Dios se ha modificado en cada etapa de mi vida, hoy todos estos ritos significan para mí una serie de re- quisitos a cumplir, mi espiritualidad es distinta, relacionada con los sentires, con las experiencias estéticas: si existen el mango, el aguacate, las cascadas del Chiflón y la posibilidad de enamorarse hasta los huesos, es porque tiene que haber un dios. No soy practicante, pero tampoco estoy peleada con el catolicismo, al contrario, considero que es una plataforma desde la que se puede abogar por la dignidad humana. Cosas mundanas Por: Martha Isabel Arreola Santillana Estudiante de Comunicación/ Servicio Social en Koman Ilel Académicos Foto por: Voluntariado ibero

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