Contratiempo

10 11 Opinión p La pérdida de la diversidad visual en espacios urbanos Por: Karen Reyes González Estudiante de Psicología El ambiente lo es todo, la urbe como ambiente construido también. El asfalto que ignoramos al caminar, el puente que corta la luz solar sobre el toldo de los autos, el graffiti errante que recuerda a aquellos que también están, las plazas, parques y zócalos que cuestionan el sentido de comunidad, incluso aquellos monumentos que con el tiempo dejan de significar para vol- verse piedras, caprichos banales, sim- plicidad. La ciudad, colorido caleidoscopio, es una abstracción espacial de lo que nos identifica, lo que nos explica como pertenecientes a algo . En nuestro caso, este algo, nuestra mexicanidad y su di- versidad, se erige como uno de los ma- yores bienes, un tesoro ancestralmente expuesto y absurdamente vuelto a en- terrar. Los brotes emergentes que ex- presan rasgos culturales se revelan en cualquier microcosmos que -sin saber- habitamos cada mañana, tarde y noche. Como muestra de esto, el transpor- te urbano. Quien no ha tenido el gusto de usar una combi o camión y aventu- rarse por aquellas rutas que recorren los barrios turbios de Puebla se ha perdido de una experiencia folklórica digna de cuadros surreales y manuales de supervivencia. Entre el peluche, la cumbia, los diez rosarios, el altar a la “Lupe”, las luces neón, el guitarrista, los vende algo, los empujones, los arri- mones, los arrancones, los asientos que te invitan a no sentarte, las manchas de dudosa procedencia, los olores, los he- dores, los de en frente, los de atrás, los de encima, los que te ceden el asiento y los otros tantos varios que no, entre la demasía, uno no sabe si mirar afuera o mirar adentro. Y aunque, efectivamen- te la reseña plantea como mejor opción cualquier otra alternativa, sea caminar, cojear o gatear, es un hecho que los co- lectivos son museos populares, espa- cios de interacción en el que uno puede dar su propia pincelada con un chicle bajo el asiento o una firma con plumón. El transporte público es un recinto de intercambio cultural, un agasajo vi- sual que nos recuerda aquello que como mexicanos más odiamos y amamos a la vez. Es, si uno así lo quiere ver, un espa- cio de convivencia y trueque que, incons- cientemente ignoramos y discriminamos, como tantos otros, como muchos más. Hemos hablado de una pérdida de diversidad visual que, si traigo a flote, se debe a la última intervención urbanística en la ciudad, el metrobús. Pues bien, sali- do el peine, habrá que hacerle al estilista. Elmetrobús es unproyecto propues- to por el actual gobierno de Puebla como parte de un Plan de Movilidad Urbana que pretende solucionar problemáticas de tráfico vial, concesiones de transporte público y contaminación ambiental. Más allá de si el servicio RUTA (Red Urba- na de Transporte Articulado) funciona, precisamente, como un servicio eficaz o no, la pretensión en este abordaje es de carácter más antropológico. Tuve la “oportunidad”, si es pru- dente llamarlo de tal modo, de subir al metrobús. Sí, modernidad, desarro- llo, uniformidad, ligereza, seguridad, sistematización y aparente eficiencia. Sí, la pieza tangible que ejemplifica el progreso infraestructural que toda ciu- dad requiere y todo gobierno prefiere. Sí, toda innovación pertinente en un desarrollo industrial a la que cualquier urbe se somete y la que a todo pueblo arremete. Sí, sí tantas cosas. Poema Dadaísta Por: Ixchel Denisse Pacheco Ortega Estudiante de Literatura y Filosofía Arte y Cultura Al poeta Neruda y al maestro J. Sabines Mi voz buscaba el viento para tocar su oído, y dibujar preocupados fantasmas de luces que nos sirven como tácitos esclavos. Es ágil y limpia como el viento, Breve e infinita, sin saber nada cuando en las noches hace ídolos rápidos con los brazos desnudos, y mi beso en su mano le germina evónimos y acacias bajo la piel. Me ha dicho ahora su sombra, su negra sombra sobre la arena, que le asusta de pronto la mirada en paz de la madrugada. Se pone triste preguntándole a mis manos. Y, a veces, quiero deshacerle a mordidas de llanto las entrañas. Alguna vez suspirarás, alguna vez toda la tarde de agua, alguna. Sus llamaradas, tiritan, azules, todo el día mojadas como ilusoria aurora que sangró simétricos dibujos en el amplio rectángulo desierto. Ella me quiso todas las jornadas haciendo monumento de una tarde, la misma noche que yo la quise, como un fantasma. Déjame apoderarme de la oscura situación y entre los más lúgubres pasajes, jugaremos a la seducción, nuestra única arma serán nuestras caricias, pequeñas, pero sutiles y yo con gran delicadeza tomaré tu alma como se toma una frágil flor que está apunto de marchitarse. Déjame apoderarme de la situación y el camino ya no será oscuro, la luna estará de nuestro lado así no perderemos el camino, al dejarme apoderar de la situación la profundidad de nuestras caricias parecerá imperceptible a simple vista, pero, en realidad los segundos lo tomamos como minutos. Después de las caricias, nos entregaremos completamente al tacto de nuestros los labios, ¡gran sorpresa! al principio mencione que nuestra única defensa eran las caricias. Y puede que sea atrevido ya no seguir con el plan, pero una vida sin riesgos es vivir en vano. Intenciones Discretas Por: Andoni Alexis Almazán Arce Estudiante de Literatura y Filosofía Sin embargo, dónde queda la sobe- ranía urbana, dónde queda la riqueza visual, debajo de qué asiento buscas la forma, el textil, el color, a través de qué sientes que en esta mañana, con este sol dándote en la cara, vives en Méxi- co. Para gusto de algunos y disgusto de otros, el metrobús ya no se trepa, se aborda, uno ya no es carga, es pasajero, la morralla ahora es tarjeta y el chofer no arranca, simplemente avanza. Ya lo dicen y lo decían, Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre, ¿será posible encontrar un equilibrio entre estas estructuras grisáceas modernas, revolucionarias y aquellos tintes más burdos que impregnan el ambiente de mexicanidad? Al margen de lo que los espacios ur- banos reconstruyen en la ciudad y en la ciudadanía, es necesario instar al usua- rio a empoderarse y apoderarse de sus espacios públicos sin que esto implique transgresión de los mismos. La homoge- neidad del entorno, imperceptible para muchos, se percibe como una amenaza a la riqueza visual que enaltece nues- tra cultura, nuestra sociedad. Habrá que colorear el mar en el que nadamos, pues las tonalidades oscuras recuerdan a pantanos, habrá que adherir matices verdes, azules y rosas pues el gris no emana, más bien absorbe. Y habrá que buscar armonía si aún queremos evocar el pasado e interiorizar lo referente. Foto por: RUTA

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