Contratiempo

13 12 Opinión Opinión Atrás quedaron los tiempos de los incré- dulos. Y como prueba, todo. El sonido emergiendo del vinilo, la suspensión de lo grávido en el espacio, la World Wide Web y su revolucionario medio de transmisión, los nanodescubrimientos, las redes socia- les, los FlashMobs , el minimalismo, la in- mortalidad priista, y hasta la operación de ojos, bocas, narices y sobre todo, tetas al por mayor. Bendita sea la cotidianidad por permitirnos digerir lo inverosímil. Antes de empezar y con la muy obvia intención de incitarlos a seguir leyendo, un pequeño cuestionario: Actualmente ¿consumes alguna de las siguientes marcas? • Kellog´s • Nestlé • Quaker • PepsiCo • Bimbo • Sabrita • Herdez • Lala • Bachoco • Coca Cola • Nutrioli En caso de haber contestado “sí” a una o más opciones, eres un asiduo y ferviente consumidor de transgénicos (www.ytusa- besloquecomes.org). Para los consumidores, es decir, para todos, lo transgénico se refiere a la mo - dificación en la composición genética de una especie. El proceso consiste en inser- tar, por ejemplo, en un vegetal, genes del ADN de otro vegetal, animal o bacteria, con la idea de acelerar su ciclo vital o dar- le ciertas propiedades que naturalmente no posee: resistencia a plaguicidas, mayor tamaño, mejor color, sabor o textura. Como todo tema que peca de contro- versial, el asunto plantea diversas inte- rrogantes. Primero, la cuestión de salud. Hasta el día de hoy, no se ha demos- trado que los transgénicos tengan una repercusión al organismo, de igual forma que tampoco se garantiza que no la ten- ga. Existen informes que afirman daños nocivos a la salud y la posibilidad de que su consumo derive en alteraciones gené- ticas al grado de que en la mayoría de los países europeos, exceptuando España, el cultivo de transgénicos está legalmente prohibido; mientras que países como Es- tados Unidos, Canadá, Brasil y Argentina, la siembra comercial de semillas genéti- camente modificadas ya es una realidad. Al respecto, la Organización de las Na- ciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura manifiesta que en los países donde se han introducido transgénicos no se han observado daños notables a la salud, aclarando que esto tampoco descarta la po- sibilidad de lo contrario. Ahora, la pregunta es, aún sabiendo la imposibilidad de aseve- rar sus efectos, tú ¿consumirías transgé- nicos? Aquí surge la segunda cuestión, el etiquetaje de los productos, y es que, evi- dentemente, tu respuesta no les importa. Es muy probable que, como buenos consumidores mexicanos, no tengamos idea alguna de lo que metemos en nues- tros carritos de súper y eventualmente en nuestros cuerpos, sin embargo, esto no exime nuestro derecho como consu- midores a saber cuáles son los compo- nentes de los productos que adquirimos. Está de más decir que, en nuestro país, este derecho no se nos garantiza. ¿Por qué? Fácil, porque si tú vas al súper y to- mas una lata de verduras que dice “gené- ticamente modificado” es muy probable que tú y muchas personas no lo compren, ent Y o , n h c a e b s… lando de intereses y poderes fác- ticos, llegamos a la cuestión social. Si bien la mejora de especies ha sido una práctica común, la ingeniería genética ha venido a revolucionar estos procesos permitiendo la manipulación entre especies y reinos diferentes. Dada la complejidad y “anor- malidad” de estos cruces, la modificación genética de organismos sólo se realiza en laboratorios y sus resultados tienen un solo dueño: Monsanto . Si no han escucha- do de ella, más valdría irla conociendo. Transgénicos Una nueva prueba a la incredulidad Karen Reyes González Estudiante de Psicología Monsanto es una transnacional gringa dedicada al negocio de los agroquímicos y actualmente a la biotecnología, posee más del 90% del mercado mundial de se- millas transgénicas (maíz, algodón, arroz, cebada, soya, entre otras) y es el principal beneficiario de su siembra experimental y comercial. Esta empresa produjo y comer- cializó químicos como el DDT , los PCB y el agente naranja, todos prohibidos actual- mente por ser altamente contaminantes para el medio ambiente y nocivos para el ser humano. A lo largo de su historia, Monsanto acu- mula un historial de demandas y sanciones por violar normas de seguridad, difundir falsas propiedades ecológicas en sus pro- ductos y sobornar autoridades. Entonces, ¿cómo funciona Monsanto y por qué se eri- ge como el amo y señor de los alimentos transgénicos? Para mejor ejemplo, Méxi- co. Si bien nuestro país es lo que se conoce como “centro de origen” o cuna del maíz, cada año se importan de Estados Unidos más de 10 millones de toneladas de este cereal. Incluso en el año 2009, el gobierno autorizó 161 permisos de siembras expe- rimentales de transgénicos, sin tomar en cuenta, los miles de cultivos que ilegalmen- te se autorizan a nivel local. Al tener la pa- tente de la semilla, Monsanto cobra por el uso del producto, monopolizando y homo- genizando la industria alimentaria. Docu- mentales como El mundo según Monsanto o Food, Inc., exponen y denuncian las prácti- cas de la transnacional y sus consecuencias directas a campesinos y consumidores. Las implicaciones de los alimentos alte- rados vanmás alládeposibles afectaciones a la salud, violaciones al derecho del consumi- dor o amenazas a la soberanía alimentaria, la siembra de plantas transgénicas conlle- Los movimientos a lo largo de nuestra América han respondido a la llamada de sus pueblos; pueblos oprimidos y humi- llados que habitan en países ultrajados y una y otra vez son pisoteados y saqueados por obra y gracia de gobiernos perversos, torpes o serviles a los intereses de un sis- tema económico injusto y caduco. Mucho se sabe y bastante se ha es- crito de los esbirros de este sistema. Del gobierno en primer lugar, de los medios de comunicación y, lamentablemente, de la Iglesia. Mucho se ha tergiversado hoy el verdadero papel de ésta última. Hoy en día, la mayoría de la gente ha construido el concepto de Iglesia como un símbolo de conservadurismo y tradición opresora y servil, y tienen razón. Pero se ha confundi- do a la institución jerárquica eclesiástica con la comunidad de fieles en su totalidad y se ha puesto más peso en el símbolo de la Iglesia, que en Cristo y su palabra, que también ha sido torcida y malentendida por muchos para beneficio de pocos. ElmensajedeCristoen lasociedadescasi imperceptible, mientras que el mensaje de la Iglesia, muchas veces erróneo, es amplia- mente sonoro. Aún así, existen miembros formados en la Iglesia de los que emanan muchos de los mensajes más esperanzado- res para los creyentes en el verdadero men- saje de justicia y paz, como son Hans Küng, Leonardo Boff, Pedro Trigo y otros muchos. El verdadero mensaje de Cristo se ha perdido dentro de la vorágine de este sis- Eliel Francisco Sánchez Acevedo Estudiante de Derecho y Miembro de la Asamblea Más de 131 de la Ibero Puebla de las mayores religiones del mundo. Está por encima del cristianismo, en su condi- ción de juez de todo lo que el cristianismo ha hecho en su nombre… (Nolan, 1976) . El sistema en que vivimos ha logrado confinar el mensaje de Cristo a las cuatro paredes de una sacristía, por la misma fuerza de cambio que su palabra trae. Ha logrado reinterpretarla para que el máxi- mo mandamiento de la ley de Dios “ama a tu prójimo como a ti mismo” se convierta en “ve a misa todos los domingos”. Éste mensaje nuevo es propio de nuestro sis- tema, pues el mensaje original de Jesús se enfoca en la comunidad y en la solidari- dad, en el amor al otro, en la salvación de todos los hombres, mientras que el segun- do mensaje hace hincapié en la salvación individual, propia de un sistema que pro- mueve el egoísmo y el individualismo. Es menester de los creyentes pelear para deshacer la entropía que promue- ve la salvación individual y egoísta, aún cuando no es un camino fácil. La iglesia casi siempre ha manejado el Reino – que onstituye la utopía realizada en el mundo; es el fin bueno de la totalidad de la creación de Dios, al fin liberada totalmente de toda imperfección y penetrada por lo divino, que la realiza absolutamente. (Boff, 1981)– de una forma distinta. Jamás lo ligará a la lu- cha, pero debemos ser conscientes de que el Reino no llegará si sólo nos sentamos a esperar. Como dijo Salvador Allende, sería acertado interpretar el Verbo de Cristo tema, y es éste mismo el que ha absorbido a la mayor parte de la iglesia, a fin de pro - pagar una palabra mal interpretada que sirva a sus intereses. A lo largo de los siglos, muchos millones de personas han venerado el nombre de Je- sús; pero muy pocas le han comprendido, y menor aún ha sido el número de las que han intentado poner en práctica lo que él quiso que se hiciera. Sus palabras han sido tergi- versadas hasta el punto de significar todo, algo o nada. […] A Jesús se le ha honrado y se le ha dado culto más frecuentemente por lo que no significaba que por lo que realmente significaba. […] A Jesús no se le puede iden - tificar plenamente con ese gran fenómeno occidental que llamamos cristianismo. Je- sús fue mucho más que el fundador de una “Decir compañero ahora, en nuestra Latinoamérica, Es decir: Hermano de lucha, Carne de una igual masacre Fuego de igual esperanza. ¡ Decir compañero ahora es hacer la Nueva América libre de otras Compañías Compañeros!” Mons. Pedro Casaldáliga. Lucha por la salvación comunitaria (Viene de portada) va, además, un uso intensivo de agroquí- micos y unmodelo estricto de monocultivo que afecta la fertilidad de los suelos, redu- ciendo la biodiversidad de semillas y po- niendo en riesgo de extinción las especies nativas y, aunque la escasez mundial de alimentos es una cruda realidad, tendría- mos que preguntarnos si la alimentación es sinónimo de nutrición y si realmente el problema está en el abastecimiento o en la distribución de los alimentos. Como sea, la intención aquí no es sata- nizar algo que sólo el tiempo puede enjui- ciar. Estés a favor o en contra, es de sabios reconocer las limitaciones de lo nuevo y la imprudencia de aseverar sobre algo tan delicado como son los transgénicos. Lo que nos precisa ahora, mientras son peras o son manzanas, es exigir nuestro dere- cho a la información, defender nuestras especies endémicas y demandar produc- tos sanos y de calidad. Por lo pronto, seguiremos recurriendo al día a día, ese devenir constante que, cual hule espuma, amortigua y decrece nuestra capacidad de asombro. El mismo devenir que más adelante nos servirá para apaci- guar nuestras inquietudes sobre nuestros propios límites y capacidades, pues, si aho- ra es posible crear peces fluorescentes y tomates gigantes, hasta dónde será capaz de llegar la ingeniería genética y hasta qué punto nuestra eticidad será factor de im- pulso o restricción. El tiempo dirá, y pa- sará a burlarse de las dudas de algunos y las certidumbres de otros. � Foto: Greenpeace Foto: Greenpeace

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