Contratiempo

9 8 da, el gasto que se lleva cada familia por esta festividad anual es de 40 mil pesos en promedio tan sólo en la creación de la ofrenda, los gastos de la comida que se le da a la gente que llega de visita varía, en el caso de la familia Sánchez, nos explicó que mataron cuatro cerdos, diez pollos y siete guajolotes para poder llevar a cabo el festín para los comensales. En la casa del señor Enedino se ofre- ció a los familiares, amigos y visitantes foráneos, mixiote acompañado de arroz y agua de jamaica, lo mismo se repitió en las demás casas que tuve la oportunidad de visitar. Al finalizar la comida en todas las casas, las familias reparten a los vi- sitantes pan de muerto y chocolate o en otros casos, café de olla. En Huaquechula no se acostumbra ce- lebrar a sus muertos con veladoras y flores en el panteón, únicamente se celebran con las ofrendas, una comida que se les ofre- ce a los turistas y amigos, y los caminos de flor de muerto, conocida como cempa - súchitl –como lo acepta la RAE–, que se logran visualizar en cada entrada de los hogares. Sí tienes la oportunidad de visitar uno de estos majestuosos lugares llenos de tra- dición y cultura, no dudes en ir, ya que son eventos enriquecedores para estudiantes que quieran conocer y cultivarse en te- mas de tradiciones mexicanas y festivi- dades culturales. � Arte y Cultura Conocidas por ser ofrendas monumen- tales, un encuentro entre vivos, recuerdos de familiares, amigos y vecinos difuntos, mole, mixiote, pan y chocolate, un festival lleno de culto y algarabía para nuestros difuntos mexicanos, acompañado de mú- sica, canto, baile y bendiciones con incien- so. Un evento que duró 7 días, del 28 de octubre al 2 de noviembre. Ubicado a sólo cuarenta y cinco minu- tos de la ciudad de Puebla, Huaquechula es uno de los municipios del estado que ha sabido salvaguardar una tradición tan vasta, soberbia, bella y sorprendente para turistas y curiosos, que buscan esa mezcla entre la cultura, turismo, tradición y re- gionalismo que sólo México puede darnos. Cuando decidí emprender el viaje y conocer ofrendas de familiares para sus difuntos, me llevé la grata sorpresa de descubrir que incluyen una fiesta además de las ofrendas, envuelto de un rito ba- sado en tristeza, recuerdos, felicidades y costumbres que logran enriquecer a cual- quier foráneo. Para llegar al lugar, debes tomar unas vans verdes que parten desde Atlixco, las cuales tienen un costo de quince pesos por persona, esos días de festividades salen cada cinco minutos rumbo a Huaquechu- la, no existe una sola que no vaya llena. Una vez ahí, la van , te deja a una calle del zócalo donde logras apreciar la primera ofrenda por parte del municipio. Ahí mismo, personas obsequian, por parte del ayuntamiento, mapas que te in- dican dónde hay ofrendas monumentales, para esto tú deberás marcar tu recorrido por todo el pueblo y medir tus tiempos, ya que el regreso será de espera y lleno, sin olvidar que las vans se van retirando an- tes de las nueve de la noche. El recorrido empie- za, el incienso se siente en el aire, se escuchan oraciones entre el padre del pueblo que hace su recorrido por cada una de las 21 ofren- das monumentales de este año, para finalizar en una extensa comida de mole, agua de ja- maica (típica del lu- gar por su cosecha), panes, chocolate y mixiotes. Depen- diendo la ofrenda que visites, hay va- riedad de comida, en gratitud a los visitan- tes que bendicen y recorren las ofrendas acompañados de veladoras encendidas y dejando una en cada casa que se visita. De acuerdo con el señor Enedino Sánchez, dueño de la primera casa visita- Desde Huaquechula hasta Puebla: Ofrendas monumentales Leyla de la Fuente Zárate Estudiante de Ciencias Políticas (Viene de portada) Arte y Cultura Vivo en un mundo roto; de gritos desaforados, desesperación mundana y deseos primitivos. Vivo en un mundo desgajado, quebrado, destrozado, desmadrado, partido, desjarretado, destetado, desolado... Pero me acariciaron las manos, me sonrieron y olvidé. Me pegaron los labios con miedo antes de nacer, y abrieron mis párpados para que conociera el horror. Fui despojada de las entrañas que me alimentaban para ocuparme del tiempo y mirar la historia. Casi cualquier día (2 de Octubre de 1968) Ixchel Dennise Pacheco Ortíz El pizarrón verde que serviría como lienzo para dejar una huella estaba ahí. Esperando. El pizarrón Mariana López González Estudiante de Diseño Gráfico , Integrante de la Asamblea Más de 132 Ibero Puebla Foto: Alfonso Alejandro Flores Trujillo Los pasados 2, 3 y 4 de noviembre se llevó a cabo el Segundo En- cuentro Nacional Más de 131 , en el cual, los miembros de la asam- blea de la Ibero Puebla fuimos anfitriones. Tuvimos el placer de recibir en Puebla a nuestros compañeros del ITESO y la Ibero San- ta Fe . Este encuentro era muy importante porque se compartirían los proyectos que cada asamblea tiene en puerta, para trabajar en conjunto y crear un frente unido, un grupo más fuerte. Y vaya que es un grupo unido… y fuerte. El 2 de noviembre, día de la llegada, la mayoría de los asisten- tes no nos conocíamos. Algunos se habían conocido en eventos anteriores, otros sólo tenían contacto a través de redes sociales, los demás nos vimos por primera vez ese día. Porque todos tenemos un ideal en común y luchamos por lo mismo, nunca fuimos desconocidos; desde un principio la rela- ción es de amigos, hermanos, y si con un pedazo de cartón pode- mos reconstruir el mundo –como escribí en el número anterior–, con unos gises construimos la base del cambio. Ese que nace en nosotros. Volvamos al pizarrón. El que está junto al Italian Coffee, él fue quien inauguró el en- cuentro. Sólo necesitamos gises de colores y que cada quien di- bujara o escribiera lo que Más de 131 significa. Bromas internas, símbolos, frases, caricaturas. Cada trazo representa lo que somos y por lo que luchamos, porque quienes somos va creando la lucha. Ese pizarrón se con- virtió en un símbolo para el encuentro. En él, hicimos comunidad, y ésta, es la comunidad que queremos reproducir fuera de las pa- redes de la universidad. Dejamos una huella: Más de 131 estuvo aquí… pero también está allá, afuera. � Fui alumbrada con dureza, y pegué de espaldas con un muro frío y de cemento. Me vi expulsada a la luz con llanto profuso, para darme contra la penumbra iluminada. Así nací de nuevo. Más triste que nunca, tan sola como siempre. En la humedad ocre, espesa de la sangre derramada, de la sangre oxidada por el tiempo. Pero me sonrieron y no olvidé. � Foto: Leyla de la Fuente Tradicional ofrenda / Foto: Leyla de la Fuente

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