Contratiempo

11 10 Opinión El génesis de los movimientos sociales ge- neralmente se manifiesta en grandes ex - plosiones de ánimo colectivo así como en aglomeraciones, que bajo ciertos criterios denotan solidaridad, compañerismo e in- cluso unión bajo el estandarte que simbo- liza aquello por –o contra– lo que se lucha; símbolo que al principio y casi siempre pa- rece simple y hasta entendible por cuantos se identifiquen con la lucha. Incluso en este punto inicial, la aceptación de la idea junto con la euforia hacen parecer a los disensos muy lejanos, y a las confronta- ciones ideológicas y de rumbo poco menos que imposibles. Es el momento de perfecta unión de pensamientos en pos de un obje- tivo común, nadie dentro está en desacuer- do, todo es ir hacia adelante. Más tarde, conforme el movimiento sien- te el paso del tiempo, siente los golpes de sus detractores y, aunque no siempre, ve cada vez más lejanos sus principales ob- jetivos, el símbolo de la lucha comienza a difuminarse, los cursos de acción dejan de ser tan claros como en un principio y la in- certidumbre, movilidad y relatividad ha- cen su aparición. Entonces el movimiento se vuelve líquido. La incertidumbre de la que no repenti- na pero sí sorpresivamente se ve asaltado el movimiento, comienza, algunas veces de prisa y otras de manera más lenta pero siempre igual de efectiva, a minar la clari- dad de objetivos, la confianza y la motiva - ción de muchos de sus integrantes. En adición a esto, los golpes de la oposi- ción generalmente no cesan, al contrario, muchas veces la debilidad, notoria o no, es aprovechada por los diferentes actores negativos para derribar los esfuerzos de los diferentes grupos que se les oponen. Así, llega un punto en el que la liquidez del movimiento se hace más fuerte y las cosas comienzan a salirse del perfecto control en el que se las tenía. Bauman sostiene que la liquidez tiene como características la imposibilidad de conservar la forma dada, la necesidad de mucha presión para mantener una cohe- sión y de lo contrario una debilidad cam- biante ante fuerzas notorias. General- mente cuando le sucede esto a un movimiento, co- mienza el declive, la duda y la des- bandada; y de ahí nacen los primeros enf rent amientos ideológicos y de cursos de acción serios. De este modo, un movimiento so- cial de naturaleza líquida se enfren- ta a convertirse en una estructura rígida para tener la presión suficiente, renun - ciando muchas veces a su naturaleza de movimiento, para mantener la forma que al final deriva en organización o a verse convertido en un resplandor fugaz y tran- sitorio, condición que no afirma que dicho movimiento sea inútil o de poca monta; puede ser fugaz y escribir o cambiar la historia. Esta dinámica es resentida por los inte- grantes del movimiento, y es precisamen- te en este momento en el que se manifiesta el vicio de origen de muchos y se revelan los revolucionarios de cartón . Bauman sos- tiene que en esta era de modernidad líqui- da, nuestro deseo de asociación carece de vías estables de canalización, por lo que tiende a liberarse en explosiones aisladas y de corta vida como todas las explosiones, resultando esto en una salida a través de estallidos de hostilidad y agresión contra algún recién descubierto enemigo público, apelando a la ilusión de puentes de comu- nicación entre esferas públicas y privadas, que permiten al enemigo público ser reco- nocido como enemigo privado. Una vez que las explosiones sociales se agotan, la gran mayoría de las personas vuelven a como estaban antes y “la des- lumbrante llamarada de solidaridad se extingue, los solitarios se despiertan tan solos como antes, en tanto el mundo com- partido, tan brillantemente iluminado un momento atrás, parece aún más obscuro que antes. Y después de la descarga ex- plosiva, queda poca energía para volver a encender las candilejas.” (Bauman, 2011). General y socialmente un movimiento se ve afectado al volverse líquido, mien- tras que individualmente, la mayoría de los sujetos pertenecientes se ven afecta- dos por esta falta de puentes de comunica- ción que impiden que el enemigo público se vuelva su propio enemigo privado y que el objetivo público de la lucha se vuelva un objetivo privado y primordial para ellos. El movimiento #YoSoy132 , por ejemplo, surgió en respuesta al proyecto de Enrique Peña Nieto, el reconocido enemigo público , y tuvo una fuerza sin precedentes dentro de los jóvenes de distintas universidades del país. Posteriormente surgieron deba- tes sobre la postura política del movimien- Revolucionarios de Cartón: Un análisis con Bauman Eliel Francisco Sánchez Acevedo Estudiante de Derecho e integrante de la Asamblea Más de 131 Ibero Puebla Opinión Todo brilla en McDonald´s , todo es coqueto y seductor. Todo, menos su comida. Curiosamente el niño se apresuró a sacar su juguete, ar- marlo y eventualmente darle tres mordidas a su hamburguesa para abandonarla después. Y es que, ¿qué sería de la de- presiva hamburguesa McDonald´s en el changarro de Don Pepe el de la esquina? o ¿al lado de esas tortas cubanas de pisos e ingre- dientes infinitos? Si bien el sabor de la fast food no es “espantoso”, nuestra preferencia se asocia más bien a conceptos de bienestar económico, pertenencia social, mercadotecnia y prac- ticidad. Siendo los niños el perfil de con - sumidor más permeable de la sociedad, es inevitable la relación directa entre esta clase de alimentos y los conceptos de feli- cidad o placer. Tomando en cuenta la vul- nerabilidad de sus principales clientes, el solapamiento paternal y las maquiavélicas estrategias de mercado como el dumping y los bombardeos publicitarios, la marca de hamburguesas suma más de 32mil restau- rantes en todo el mundo engordando amás de 50 millones de clientes al día. De acuerdo con la Secretaría de Salud, los problemas de obesidad le cuestan 42 mil millones de pesos al año. Gastamos alrededor de 240 mil millones de pesos en comida chatarra, contribuyendo a que en los últimos años, más de 25% de la po- blación pasara de la desnutrición al sobre- peso. Hoy en día ocupamos el orgulloso primer lugar en obesidad infantil y el se- gundo lugar en obesidad en adultos. La fast food no sólo se enarbola como un problema de salud, sino que represen- ta la homogenización y monopolización de los alimentos, así como la pérdida de nuestra cultura gastronómica. Somos lo que comemos, comemos lo que somos, da igual, hoy en día la comida mueve monta- ñas y hasta cordilleras enteras. Nuestro acelerado modo de vida ha maximizado nuestros modos de consumo, esta serie de condiciones aunada a las peri- cias industriales para producir alimentos “baratos” con el mismo sabor, que sacian el hambre y requieren muy poco tiempo de preparación, ha logrado que la masifi - cación de la comida sea una realidad. Cadenas como McDonald´s, Bur- guer King, Starbucks, Coca Cola, PepsiCo, Domino´s, Subway y Pizza Hut son un atractivo aquí, en China y en cada rincón del planeta. Como plagas inmortales las transnacionales diversifi - can sus mercados, amplían sus servicios y agilizan sus producciones. Sólo una vez en mi vida he visto un McDonald´s quebrado y con ventanas rotas -en Nápoles, Italia- y ha sido algo que me ha sorprendido tanto como ver pedazos de manzana en el McMe- nú Infantil . Sin embargo, para nuestra calma y tranquilidad, somos una especie diversa y entre todos los borregos abundan otros más tercos. Sí, sí hay alternativas. De cara a la fast food y a modo de contrincante tí- mido pero luchón se alza Slow Food, un movimiento internacional ecogastronó- mico que surge en 1986 -precisamente en Italia- de la mano de Carlo Petrini con la intención de conservar platillos regiona- les y artes culinarias, fomentar la biodi- versidad gastronómica, la educación del gusto y la vinculación entre productores y coproductores. La asociación busca impedir la desapa- rición de las tradiciones gastronómicas lo- cales, combatir el desinterés general por la nutrición, los orígenes, sabores y conse- cuencias de nuestras opciones alimenta- rias. Su filosofía radica en el hecho de que todos tenemos el derecho fundamental al placer así como la responsabilidad de pro- teger nuestro patrimonio alimentario, tra- dicional y cultural. Más que un intento por revalorizar nuestra cultura gastronómica y defender la soberanía de nuestros alimentos, Slow Food plantea un cambio paradigmático: el mercado local como solución real a la cri- sis mundial. Exigiendo más respeto por la economía rural, Petrini declaró: “Los cam- ¿Nuestra? Soberanía Alimentaria Karen Reyes González pesinos serán los principales protagonistas de la tercera revo- lución industrial. Ambas revolu- ciones, la primera con máquina de vapor y la segunda con electri- cidad, han usado recursos fósiles. La tercera será la de energías lim- pias y sustentables y empezará en el campo, porque la agricultura es la única actividad humana que se basa en la fotosíntesis”. La asociación organiza encuen- tros, llamados Terra Madre , dirigi- dos a crear redes y compartir los aportes gastronómicos de cada país. Según Slow Food , es necesario replantear la relación entre el ciu- dadano y los alimentos, trascendiendo la unilateralidad de consumidores especí- ficamente, y empezar a desenvolvernos como co-productores de nuestros ali- mentos, promoviendo un mercado justo y diverso. Siguiendo con los números, hoy la asocia- ción cuenta con más de 100 mil miembros con presencia en 122 países, incluyendo México. Sin irnos lejos, en Puebla es posi- ble encontrar lugares y espacios con esta filosofía que propician el desarrollo sus - tentable desde la comunidad y la conserva- ción de la riqueza gastronómica local; por ejemplo, Granja La Tierra, Granja Tequio, Ojtat, PachaMama Cholula, La Central, Tian- guis Alternativo de Puebla, Colectivo Comida no Bombas, entre otros. Si bien las grandes transnacionales de la comida rápida y la comida transgénica proliferan, es cierto también que, pese a las condiciones adversas, mucha gente conserva lo suyo, lo nuestro, y resiste. Es cierto además que, en México, Taco Bell nunca ha visto la luz del sol brillar y que, frente a una BigMac , siempre hay y habrá un rico mole de panza o un pozole caliente para darle lucha. Especular sobre el final de esta afren - ta, fast food vs slow food es arriesgado, sin embargo, es un hecho que nuestra gene- ración debe reconciliar la humanidad con la tierra y, como dice Pelini, implementar una “visión holística, que incluya el carác- ter sagrado del alimento, la sociabilidad, el respeto al medioambiente, la conviviali- dad y las manifestaciones culturales” reto- mando el respeto a los trabajos manuales, al mercado local y a su gran sabiduría ancestral. � (Viene de portada)

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