Contratiempo

9 8 Académicos Un gobierno tiránico y despótico, total- mente militarizado, carente de institucio- nes que regulen el poder, de una cultura política casi inexistente, donde la relación gobernante- gobernado se funda en el miedo y sobre todo, de un gobierno en el que el control y la distribución del poder reside exclusivamente en un solo indivi- duo; es la dictadura en la “Era de Trujillo” que describe Mario Vargas Llosa en La Fiesta del Chivo . Las características antes mencionadas aluden a un Estado que abusa del mono- polio legítimo de la violencia y que ve en éste, su instrumento primordial para la coerción y coacción de sus individuos, y un tanto menos, como medio para aspirar al bien común. Este ensayo discurre sobre la dicotomía del poder monopolizado por Trujillo y por otra parte, sobre si debemos considerar a la sociedad dominicana de ese contexto como poseedora de una cul- tura política o una sociedad ideologizada. Para lograr dichas pretensiones me baso en el análisis de poder de Dahl ha- ciendo algunas variaciones: 1.Descubrir los élites de liderazgo, formulada por la pregunta ¿Quiénes gobiernan?, 2. Los caminos por los que se llega al poder o se mantiene, formulada por la pregunta ¿Cómo se ejerce el poder? y 3. La relación de Líderes-No Líderes la cual asocio con cultura política e ideología. Descubrir las élites de liderazgo ¿Quiénes gobiernan? El comportamiento de los que Controlan es una causa del comportamiento de los que Reciben, diría Dahl. Y si es posible de- finir esta relación causal, podremos defi - nir el poder o la autoridad de un Estado. (Dahl, 297) Pero el preludio a ello, es el análisis del perfil político de los sujetos que controlan o gobiernan. Las figuras centrales, por ser las que detentan en ma- yor magnitud el poder, son Rafael Leoni- das Trujillo y Balaguer. En los 31 años que duró la Era truji- llista, Leonidas Trujillo tuvo el control absoluto sobre República Dominicana – dominio político, militar, institucional, so- cial, económico- “un poder tan desmedido que todos los dictadores que la República Dominicana había padecido en su historia republicana […] resultaban unos pigmeos comparados con él.” (Vargas Llosa, 111). Es un axioma decir que la forma de este gobierno es plenamente una dictadura. Posteriormente, tras el asesinato de Tru- jillo, quien ocupó el puesto presidencial fue Balaguer. Con respecto a los fundamentos de legitimidad de un dominio según Weber, Trujillo obtuvo y mantuvo al poder, pri- mero, por su Carisma, puesto que su con- fianza personal y sus aptitudes de mando lo llevaron a movilizar a la gente para dar un golpe de Estado y así proclamarse presidente. Segundo, por una legitimidad apoyada en una base legal que una vez estando en el poder, modificó las leyes para que pudiera permanecer tres décadas en el poder, fi - nalmente y relacionada a la segunda, por una legitimidad de Costumbre. Contraria- mente a estas tres formas de legitimación, y haciendo alusión a Sun Tzu, Balaguer su- bió a la presidencia por “fortuna” porque se dieron las condiciones necesarias para que él gobernara y además poseía la vir- tud y vocación política. Tanto Trujillo como Balaguer, son polí- ticos profesionales porque les interesa en esencia el poder, en cuerpo y alma hacen política. La diferencia de ambos estriba en que Balaguer es funcionario profesional : se encargaba del aparato administrativo del Estado y Trujillo es político profesional : hace política directa porque es quien ma- terializa el poder. “-Usted, Presidente Balaguer, tiene la suerte de ocuparse sólo de aquello que la política tiene mejor. Leyes, reformas […] Pero, gobernar tiene una cara sucia ¿Y el orden? ¿Y la estabilidad? ¿Y la seguridad?” (Vargas Llosa, 308) De eso se ocupa Tru- jillo. También ellos son sujetos que viven para la política, pues ésta es su profesión y además la llevan a cabo con pasión, sen- tido de responsabilidad y mesura. Podría parecer a simple vista que Tru- jillo sólo cumple con las cualidades de la pasión y responsabilidad, y quedaría en cuestión la mesura. Si recordemos los con- ceptos de ética de la convicción y ética de la responsabilidad, nos daríamos cuenta de que Trujillo aplica la primera; él pien- sa que obra adecuadamente y que lo que hace es por el bien del pueblo dominicano. Afirmo que la ética de la convicción es una ética egoísta, pues impone la voluntad del que ejerce el poder y no considera el bien común. De hecho, ésta ética es ideal para la justificación de una dictadura como la de Trujillo. Por lo tanto, la mesura de Trujillo se sustenta en una ética de la convicción. Hace lo que cree que es lo más conveniente para República Dominicana. Balaguer, sin embargo, se sustenta en una ética de la responsabilidad, pues tie- ne presente las previsibles consecuencias de la propia actuación (Weber, 69) y de la repercusión que tiene ésta. Es tal vez por ello, que su gobierno se acerca más a una democracia. De lo anterior podemos deducir que Leonidas Trujillo tiene la convicción y ca- pacidad de ejercer el poder político. Sabe administrar sus recursos, capacidades y costes. La virtud más grande de Balaguer es saber “cuándo lanzarse al agua”, actuar en tiempo y espacio: ser prudente. Y también se relaciona con la persuasión porque cambia las reglas del juego de manera vio- lenta y rápida para su beneficio. Tiene la astucia del zorro y aprovecha las circuns- tancias. Otra “es la fuerza del discurso de- magógico” (Maquiavelo, 49), y cómo con éste manipula a sus amigos y enemigos. “sabía cuándo no hablar, cuándo volverse una esfinge ante la que el Generalísimo podría permitirse esos desahogos” (Var - gas Llosa, 298). Finalmente, pero no menos importan- te, es analizar las figuras políticas a partir del universo simbólico. “De cómo la gente se ubica es fácil deducir la diferencia de su prestigio” como lo dice Canetti. Éste es la construcción colectiva de signos –ya sea verbales o no verbales- y que tienen un significado especial para una determina - da comunidad. Los personajes que son consientes de la influencia que tienen en sus expresio - nes corporales, es Trujillo: “Una mira- da que nadie podía resistir sin bajar los ojos, intimidado, aniquilado por la fuerza que irradiaban esas pupilas perforantes, que parecía leer los pensamientos más secretos, los deseos y apetitos ocultos, que hacía sentirse desnudas a las gentes” (Vargas Llosa, 48) Este es el más claro ejemplo de la ma- nifestación consiente del poder con una mirada establecía las relaciones de domi- nación: opresor-oprimido, mandatario- subordinado. Y Balaguer al estar callado La Fiesta del Chivo: de la dictadura a la literatura Carla Sofía Ruiz Ramírez Estudiante de Comunicación Portada del libro de Mario Vargas Llosa / Fuente: Alfaguara Académicos “parecía más peligroso de lo que era. Hay más de lo que calla”, pareciera como si guardara un secreto y por lo tanto in- formación confidencial. Al ser reservado “trataba al extraño como si fuera el más fuerte, es una forma de adulación” (Canet - ti, 1997) Trujillo y Balaguer son figuras comple - mentarias: El primero posee la fuerza y el segundo la ley . Estos son los instrumentos coactivos más importantes y con ellos se establece la dirección o influencia sobre la trayectoria de un Estado. Los caminos por los que se llega al poder . ¿Cómo se ejerce el poder? La frase ma- quiavélica que lo resume: “valerse de todos los medios”. Sería indicado abordar este planteamieto mediante la teoría weberiana, ya que ésta sustenta el monopolio legítimo de la vio- lencia como medio específico del Estado para la búsqueda, obtención, manteni- miento y reproducción del poder político. El Estado, en teoría, es el encargado de materializar y coadyuvar al bien co- mún mediante los servicios públicos; pero cuando hablamos de Estado, hablamos también de poder. El poder es la esencia de la política; es la probabilidad de que un actor dentro de una relación social esté en posición de realizar su propia voluntad a pesar de las resistencias […] (Dahl, 294) pero que, idealmente, busca un estado de condiciones favorables para la mayoría. Entonces tenemos que, para producir un resultado “equis” en un sistema polí - tico, es necesario saber cómo causar esos resultados. Como lo plantea Dahl, com- prender el poder es indispensable para entender un sistema político, y comple- mentado con la teoría weberiana, podría- mos establecer que: analizar la manera en que el monopolio legitimo de la violencia actúa sobre una configuración social, nos ayuda a comprender mejor cómo funciona ese sistema político. En el planteamiento inicial del ensayo, dijimos que plantearíamos las dicotomías una positiva y otra negativa del poder en la Era de Trujillo. Negativa: “El Jefe encontró un paisito barbarizado por las guerras de caudillos, sin ley ni orden, empobrecido, que estaba perdiendo su identidad […]”, (Vargas Llo - sa, 16) tenía que poner orden a esa enti- dad política… ¡A grandes males, grandes remedios! Aquí no se discute el uso de la legítima violencia para alcanzar tal come- tido porque al fin de cuentas es el instru - mento específico de todo Estado sino es -contrariamente al planteamiento webe- riano- la violencia, el medio normal y casi único para lograr el supuesto bien común. La dictadura trujillista puede explicar- se en primera instancia, por la educación de marine que recibió Leonidas Trujillo; a ello le debe la rigurosa disciplina tanto de su persona como a la dirección en la que conduce al país; esto fácilmente se puede apreciar desde la manera en cómo quiere que se le nombre: Jefe, Generalísimo, Be- nefactor, Padre de la Patria Nueva y Su Ex- celencia el Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina Esta . disciplina exacerbada, junto con un culto hedonista de sí mismo, lleva al pueblo dominicano a la adoración y su- blimación de su gobernante. Hasta puede decirse que Trujillo ha encantado a sus súbditos ¿o no también existen mitos al- rededor de él como: “Trujillo suda cuan- do quiere”, “no duerme”, “nunca tenía una arruga en el uniforme”, “es incansable”, etc? En segunda instancia, y ésta tal vez es la que tiene mayor peso para afirmar que la violencia es el medio normal y casi úni- co del que se vale el “Jefe”, es la composi - ción del gobierno trujillista en aras de una maquinaria militar. Johnny Abbes, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), fue el encargado de esta pode- rosa insti- t uc i ón que fla - g e l a b a a la po- b l a c i ó n con infi - nidad de c r ímenes y torturas. H a c i e n d o un parénte- sis, a pesar que la SIM desprestigia- ba la imagen del gobierno, a Trujillo le era útil, “pues todo lomalo se le atri- buía a él (Abess) y a Trujillo sólo lo bueno” (Vargas Llosa, 55) En cuanto a la dicotomía positiva, observamos que el ejercicio de la vio- lencia física se justi - fica por el fin que supuestamente quiere alcanzar, este es la reunificación y orden de la República Dominicana. Tal vez era verdad que, debido a los de- sastrosos gobiernos posteriores, muchos dominicanos añoraban ahora a Trujillo. Habían olvidado los abusos, los asesinatos, la corrupción, el espionaje, el aislamiento, el miedo: vuelto mito el horror. “Todos te- nían trabajo y no se cometían tantos crí- menes” (Vargas Llosa, 130) He aquí el conflicto entre estas dos dicotomías del poder: por una parte la mano dura de Trujillo y las medidas toma- das para el control del país fueron las que hicieron posible la organización -econó- mica, política y social- de la República Do- minicana; y la connotación negativa del poder es que, “aunque el régimen en el pa- sado prestó impagables servicios, había degenerado en una tiranía que provocaba la repulsa universal” (Vargas Llosa, 412) Relación: líderes – no líderes En esta última sección de análisis veremos cómo funciona la relación causal de los que controlan y los que reciben y bajo qué condiciones se da; así podremos definir el poder del Estado dominicano. Para tratar el tema de la Ideología, me baso sobre el concepto que tiene Giovanni Sartori con respecto a ésta: la ideolo- gía denota únicamente la parte política del sistema de creencias. (Sartori, 103 L ) a . sociedad domini- cana en la Era trujillista tiene una mentalidad ideológica, esto es, una mente cerrada porque no es capaz de discer- nir la información y se confía en las au - toridades cogniti- vas. Es un estado de dogmatismo y adoctrinamiento. Por estas caracte- rísticas, los públi- cos élite -Trujillo y algunos de sus colaboradores- manipulan a los públicos masa. “La ideología es el instrumento a disposición de las élites con objeto de manipular y movili- zar a las masas” (Sartori, 116).

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