Contratiempo
14 15 Mi amiga Ana y su hermana Mia querían ser princesas Opinión Opinión Martha Beauregard Paz y Ana Pamela Toral Zorrilla Basta con teclear en cualquier buscador las palabras “Ana y Mia” para encontrar la peor historia de terror: los trastornos alimenticios. “Princesas”, así es como se hacen lla - mar, princesa Ana o princesa Mia, según el padecimiento que tengan, Ana para anorexia y Mia para bulimia. Una vez que se encuentran en internet, las usuarias se apoyan, se aconsejan, se acompañan y se vuelven cómplices y aliadas en la travesía que emprenden para bajar de peso. Pero, cómo culparlas si vivimos en un mundo donde la mercadotecnia y los este- reotipos controlan la imagen del hombre y la mujer ideal, si la sociedad discrimina a quienes no encajan en el concepto de delgadez o belleza, si se nos enseña a ade- cuarnos, en vez de aceptarnos. Es impresionante la cantidad de blogs pro-Ana que existen en la red, pero es aún más impresionante el contenido de dichos blogs. Tienen desde dietas suicidas, reglas para ser una verdadera “princesa”, tablas de peso fuera de la realidad, recomenda - ciones absurdas que se hacen para que na - die note su padecimiento, palabras para motivarse a continuar en el trastorno, fo - tos de sus modelos a seguir, etc., la lista podría seguir interminablemente, pero lo grave de esto no es sólo el contenido, sino la cantidad de lectores que tienen, que se identifican y se justifican entre sí, que se convencen de que nunca están lo suficien - temente delgados y que están ansiosos por ver más dietas, tips y consejos para seguir alimentando su enfermedad. No, no lo escribí mal, la bulimia y la anorexia son enfermedades que pueden llevar a la muerte. Comer no destruye, contrario a lo que afirman todos estos blogs y muchas de las personas que padecen algún trastorno alimenticio, lo que destruye es privar a tu cuerpo de comida. Comer hace posible cada suspiro, cada paso y cada latido, co- mer hace posible la vida. La película mexicana Daniel y Ana , de Mi- chel Franco, abre un campo interesante para reflexionar, para sembrar preguntas y desequilibrar conceptos y reglas de civi - lización que normalmente damos por he - cho, cuestiones que producen confusión e incluso horror por el mero hecho de pen - sar en ellas. Esta cinta trata del drástico cambio que se origina en la vida de dos hermanos que son secuestrados y obligados a tener relacio- nes frenteauna cámara, paraprodu - cir un video pornográfico. Explora los líos emocionales y psicológicos que se generan en ambos herma - nos, la transformación de sus vidas al ser víctimas de una atrocidad con fines lucrativos que sucede, y en ci - fras alarmantes, en todo el mundo. El filme prepara el terreno para reflexionar varias cosas, una de ellas la impunidad con la que operan las redes de trata de personas con fines de explotación sexual. El caso de es - tos hermanos es un hecho real, que ocurre México y que se mantiene en silencio, frente a la pasividad de las autoridades. Otra es pensar por qué la pornografía tiene tan altas ganancias, y por qué es más lucrativa si toca asun - tos sociales prohibidos, que implican la violación no sólo del cuerpo, sino de la integridad humana. Actualmente, la pornografía difun - de cintas de contenido aberrante que presentan, por ejemplo, relaciones sexuales entre personas con diversos grados de parentesco, relaciones pede- rastas y pedófilas, y películas snuff que muestran torturas, mutilaciones, viola- ciones y asesinatos reales de mujeres con matices sexuales. Se presume que muchas de las muertas de Juárez fueron utilizadas para producir videos de esta índole. El morbo de lo prohibido Tania Briseño Oliveros Parece monstruoso que se produzcan películas de este tipo, pero si no hubiera tanta demanda, no existirían. Lo escabro - so es preguntarse por qué el ser humano desea ver con tanta ansia estas formas de violencia. Distintos filósofos coinciden en que la naturaleza intrínseca del ser humano es violenta, y que es la civilización la que ha domesticado estos impulsos, a los que Baudelaire llama “pecado original”. Jung decía que el despliegue de los instintos y las pa - siones, conduce a la agresividad, a la des- trucción de los valores y la cultura, a la barbarie. Para Freud, Hobbes y Nietzche, la civilización permite la sobrevivencia “armónica” de los seres humanos median - te la represión de los instintos. Son las convenciones sociales y cultu- rales las que nos hacen sentir, ver, creer y pensar firmemente que los actos sexua - les violentos son aberrantes, porque en realidad estamos reprimiendo instintos intrínsecos de la naturaleza humana, de una naturaleza no civilizada, que despier - ta curiosa, ávida y morbosa ante los estí- mulos que genera ciertomaterial violento. Naief Yehya sostiene que “la pornografía es una forma de expresión transgresora, que fascina, agrede y despierta una in - mensa curiosidad”. Yehya plantea el concepto de “la Nue - va Carne”, una naturaleza híbrida del ser humano, resultado de la proyección de símbolos en el cuerpo humano y de la mi - tificación de la tecnología, que ha ayudado a difundir este imaginario de carne mons - truosa, insensible y artificial que aparece a lo largo de la historia de la humanidad en mitos, literatura y cine, y ahora reela - borado por la pornografía que circula en internet. La Nueva Carne muestra al cuerpo como hiper-real (más real que la reali - dad), y es un concepto que se ha enrai - zado en la cultura hasta volverse parte de nuestra vida cotidiana. Un ejemplo es el éxito que tienen las cirugías estéti - cas, que no hacen más que acercarnos a una imagen de persona “perfecta”, irreal. Yehyva plantea que el Marqués de Sade fue el principal visionario de la Nueva Carne, al explorar todas las posibilidades sexuales sin atenerse a las limitantes del cuerpo y la cultura, despojando al sexo de la magia, pu - reza o fertilidad. Propone prácticas sexuales atroces, idénticas o peores a las que se observan en películas snuff actuales, o las que se apre - cian en películas gore (como Saw u Hostal ). Desde la época del Mar - qués (Revolución Francesa) hasta nuestros días, la reproducción de estas prácticas “inhumanas” que sin saber por qué generan placer, ha des - pertado gran interés, entrega y obsesión, revelando “nuestra fascinación primige - nia por el horror corporal, representan - do una renuncia a los valores que hacen posible la supervivencia de la especie”, afirma Yehyva. Habría que pensar en lo que pasaría, o quizás esté pasando, si realmente nos des - pojamos de tabúes y represiones para dar paso a la modalidad de la Nueva Carne que cada vez se prolifera más, dejando fluir los instintos de nuestra naturaleza, violentos e infinitamente posibles y peligrosos para nuestra supervivencia. El verdadero “An - ticristo” (según me deja pensar la película homónima de Lars von Trier) no es otra cosa que la naturaleza humana en su esta - do más puro.
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