Testimonios 2023-2024

59 • VI. Conclusiones En México estamos por iniciar un nuevo ciclo gubernativo tras la elección de servidores públicos en 20,708 cargos decidida en el marco del proceso electoral celebrado el pasado 2 de junio. Si bien uno de los déficits más notorios de las campañas políticas fue el desdibujamiento del actor juvenil en los diagnósticos de las y los contendientes, así como la ausencia de propuestas de atención integral a sus problemáticas, en la IBERO Puebla creemos que aún está abierta la posibilidad de que las nuevas autoridades articulen una política de Estado que dé a nuestras juventudes la centralidad indispensable en el rediseño del futuro de nuestro país. Como lo delineamos al inicio de este informe, los desafíos que enfrentan las sociedades contemporáneas respecto de las juventudes son múltiples y de enormes proporciones, pero también serán de la mayor trascendencia los efectos de las estrategias que se conciban para atenderlas, así como los modos de diseñarlas y llevarlas a la práctica, pues ello definirá el talante de nuestro futuro. La naturaleza de este reto no es solo de índole política pues supone el replanteamiento de nuevas pautas para habitar y convivir en un mundo frágil y complejo, ello lo configura como un desafío contracultural de la mayor envergadura y, por lo tanto, como una tarea de entraña educativa en la que las universidades estamos llamadas a jugar un rol protagónico; y a hacerlo en circunstancias que ciertamente no ofrecen amplios márgenes de maniobra. En el actual contexto, la labor universitaria y especialmente la conducción de una universidad jesuita, implica constantemente hacer frente al desafío de conciliar objetivos que los criterios que rigen no solo el mundo empresarial sino el universitario nos dicen que son incompatibles y hacen necesario tomar distancia de sus automatismos y fórmulas, ciertamente no sin tener que superar tensiones dentro y fuera. Ejemplos de ello son las estrategias y medidas que decidimos asumir durante la pandemia, a contrapelo de lo que dicta la racionalidad pragmática, que nos permitió no solo no despedir a ninguna persona trabajadora, sino incrementar los apoyos financieros a nuestros estudiantes para conjurar el peligro de abandono de su trayectoria formativa, cuidando en todo momento no comprometer la sostenibilidad de nuestra Institución, gracias a la generosidad de nuestra Comunidad. Ello lo hicimos así porque estamos más que nunca convencidos de la pertinencia y potencialidades de nuestro modelo educativo en la realidad social. El tamaño de nuestra matrícula no es un fin en sí mismo, lo que deseamos es alcanzar con nuestra propuesta civilizatoria al mayor y más diverso número de La conducción de una universidad jesuita, implica constantemente hacer frente al desafío de conciliar objetivos que los criterios que rigen no solo el mundo empresarial sino el universitario nos dicen que son incompatibles y hacen necesario tomar distancia de sus automatismos y fórmulas.

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