Declaratoria

Educar en resiliencia comunitaria: el camino hacia la memoria, la verdad y la justicia

“No son las personas que vemos en los reflectores los más importantes,
sino aquellos que desde su labor silenciosa, como sin lugar a dudas,
están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia.”

(Papa Francisco)

Frente a la complejidad de nuestro contexto, en un entorno de mayor pobreza, violencia, inseguridad, intolerancia e impunidad que han acentuado la sistematicidad y generalización de graves violaciones a derechos humanos, nos encontramos ante el desafío de generar la capacidad de sobreponernos a la adversidad, donde educar en resiliencia comunitaria es imprescindible en el camino hacia la memoria, la verdad y la justicia.

Desde la Campaña Universitaria 2020-2021, visualizamos la resiliencia como un proceso donde el ser humano se sobrepone a las circunstancias retadoras y amenazantes desde su sentido de vida, para reconstruirse y adaptarse a una realidad incierta y cambiante, al reconocer que las personas enfrentamos situaciones distintas que se vivencian de forma diferenciada, por lo que contamos con diferentes recursos para reponernos, dependiendo de nuestra realidad social, cultural, económica, pero principalmente, de los contextos estructurales de desigualdad y violencia.

Así, las situaciones que implican pérdidas y duelos no son equiparables, pues existen como una condición inherente a lo humano. Sin embargo, en algunos casos son resultado de acciones u omisiones (Villagómez, 2018). Este es el caso de las violaciones graves a los derechos humanos o de contextos estructurales de desigualdad, violencia y explotación sistemática de las personas y los recursos, en los que la riqueza de una minoría requiere el empobrecimiento de la inmensa mayoría.

Estamos conscientes que los factores de riesgo a la calidad de vida son múltiples, siendo necesario que se incluyan en ese trayecto los impactos provocados a la población en general y a nuestra comunidad universitaria, en particular, por la pandemia COVID-19; en la vida familiar, en la situación económica, en el aspecto psicosocial y los duelos de diversa índole, pero también, el contexto exige incluir los impactos sociales asociados a condiciones preexistentes como la violencia, la injusticia, las desapariciones y las múltiples violaciones a los derechos humanos que se viven día con día y que actualmente tiene expresiones muy específicas y visibles en nuestro país.

Por lo anterior, las circunstancias que promuevan la resiliencia en nuestro ámbito tienen una triple dimensión: la primera, el desarrollo de un profundo ambiente de cuidado y de afecto, que proporcione atención a los estudiantes y a la comunidad educativa y promueva acciones para la cooperación, la responsabilidad social y la solución de conflictos; el segundo, impulsar la sensibilización, concientización y acción por parte de la comunidad universitaria en el hacerse cargo de la realidad social, donde la memoria, la verdad y la justicia den sentido a nuestro actuar universitario y; el tercero, impulsar acciones de intervención, incidencia y transformación social, a partir de las cuales se promuevan los recursos comunitarios de los actores sociales involucrados en las violaciones a derechos humanos y actuar en nuestra misión de universidad crítica, exigiendo a las autoridades garanticen el derecho a la memoria, la verdad y la justicia. Sólo así será posible transitar hacia una resiliencia comunitaria que enfrente los efectos e impactos causados por la violencia estructural.

Como Universidad confiada a la Compañía de Jesús damos respuesta a la Congregación General 32 hasta nuestros días, cuya misión en el tiempo presente “es el servicio de la fe, del que la promoción de la justicia constituye una exigencia absoluta” (CG 32, d. 4, n. 2).

Comprendemos la justicia “como el trabajo por la transformación de las estructuras económicas, políticas y sociales”. (CG 32, D. 4, n. 31). Es necesario analizar la realidad críticamente y desde las personas excluidas e impulsar proyectos para superar los problemas sociales de inequidad, pobreza, desigualdad, exclusión y violencia, reflejados en los feminicidios, desapariciones, violación de derechos humanos, conflictos ambientales y territoriales, etc. La Universidad debe promover la justicia como un principio en favor del bien común. Las y los estudiantes, colaboradores y toda la comunidad universitaria debemos contribuir a “los asuntos públicos y a la apropiada formulación de las leyes desde una ciudadanía con formación para la responsabilidad pública, con capacidades para la participación, que promueva la igualdad de oportunidades y opten voluntariamente por una acción pública comprometida con el bien común”. (Promotio Iustitiae, 1992, p. 10)

A través de la Campaña Universitaria 2020-2021, queremos refrendar la importancia de comprometernos de forma personal y como parte de una memoria colectiva que busca la justicia apoyándonos en las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús, caminar con los excluidos, junto a los pobres, los descartados del mundo y los vulnerados en su dignidad, en una misión de reconciliación y justicia, y acompañando a la juventud en la creación de un futuro esperanzador.

En este transitar, la memoria, la verdad y la justicia contribuyen a ofrecer reconocimiento a las víctimas, fomentan la confianza y coadyuvan en la reconciliación (CIDH, 2014, p. 20). Solo logrando lo anterior será posible caminar hacia la resiliencia comunitaria. En este sentido, el Papa Francisco en su última encíclica Fratelli Tutti, nos invita a construir en todos los niveles de la vida una “amistad social”, como camino de construcción de comunidades abiertas, inclusivas y dignas.

La crisis actual de la humanidad nos interpela a la acción y a la búsqueda de un mundo mejor. Desde nuestra espiritualidad ignaciana como incidencia social, estamos invitados a ser agentes de esperanza en medio del dolor y la incertidumbre, mediadores de la corresponsabilidad, y de esta forma, ser constructores de memoria colectiva, verdad y justicia con quienes sufren. Esta es nuestra tarea y la hacemos con gozo y esperanza.

 

Referencias

Ellacuría, I. (1999). Escritos Universitarios. San Salvador: UCA Editores.

Nicolás, Adolfo. (2010). Desafíos a la educación superior jesuita de hoy. Comentarios para “Redes para la Educación Superior Jesuita: configurar un futuro para un mundo humano, justo, y sostenible”, Disponible en: http://www.sjweb.info/documents/ansj/100423_Mexico_ESP.pdf

Organización de los Estados Americanos, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, Derecho a la verdad en América, 13 agosto 2014, OEA/Ser.L/V/II.152.

Papa Francisco. (2020). La Vida Después de la Pandemia. El Vaticano: Librería Editrice Vati

Promotio Iustitiae, nº 116, 2014/3. (1992). La Promoción de la Justicia en las Universidades de la Compañía. Roma: Secretariado para la Justicia Social y la Ecología.

Sobrino, J. (2008) Fuera de los pobres no hay salvación, San Salvador: UCA Editores.

Universidad Iberoamericana Ciudad de México. (2019). Derechos humanos, eje del trabajo de las universidades jesuitas. Declaración de los rectores de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México-Tijuana, Puebla y del ITESO. Disponible en: https://ibero.mx/prensa/derechos-humanos-eje-del-trabajo-de-las-universidades-jesuitas

Villagómez Paloma, (2018), Contra la resiliencia, disponible en: https://egochihuahua.com.mx/contra-la-resiliencia/