Los metales pesados se comportan diferente porque no cambian de estado físico ni se transforman. Y cuando estos elementos se vierten en los ríos, se transportan a otros lugares con las corrientes, contaminando los suelos y las plantas. Estos elementos químicos, a diferencia de los compuestos orgánicos volátiles se bioacumulan dentro del organismo y se transfieren a los diferentes niveles de la cadena alimentaria, pero a mayores concentraciones, lo cual es un factor de riesgo de diversas enfermedades crónicas. Así, los habitantes de la CAA, pueden entrar en contacto con los metales tóxicos cuando beben agua e ingieren alimentos contaminados (hortalizas, leche y derivados, carne de vaca, etc.). También pueden exponerse a estos elementos a través de la respiración cuando son liberados por las chimeneas industriales, se forman tolvaneras (remolinos de polvo) y a través de la piel cuando se está en contacto con suelos contaminados. Derivación del agua del Río Atoyac para riego agrícola (Puebla) 48
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