84 / INICIATIVAS PARA LA SUSTENTABILIDAD Y EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN EN LA IBERO PUEBLA Economía social y sustentabilidad El capitalismo —como sistema de relaciones sociales que construye subjetividades, modos de producción, andamiajes institucionales— tiene como supuesto la separación del sujeto con el objeto, y que se extiende a la separación de ser humano-naturaleza, legitimando con ello la relación instrumental que tienen los seres humanos con los entornos naturales, de modo que los seres humanos se piensan separados y en una condición de exterioridad y superioridad hacia la naturaleza, considerándola como recurso, como algo para explotar y producir valor. En este sentido, la ES surge como una respuesta a ese modelo de relación social generado por el capitalismo. Concretamente, a la incapacidad material, natural y subjetiva de la economía de capital de crear empleos dignos y suficientes. Es decir, hablamos de la necesidad de propiciar una nueva racionalidad social que implique también lo económico, en donde se presente una visión del mundo integral, sostenible; en este caso, una economía que reproduzca la vida, que permita que todos los seres humanos puedan vivir su vida sin la explotación sin sentido del entorno natural. Y cuando hablamos de “vida” nos referimos a la vida real de los seres humanos reales, no a la vida imaginaria e invertida de las teorías económicas neoclásica y neoliberal (y de la tradición positivista en general). Una Economía para la Vida se debe ocupar de las condiciones que hacen posible esta vida a partir del hecho de que el ser humano es un ser natural, corporal, necesitado (sujeto de necesidades). Se ocupa, por tanto, particularmente, de la reproducción de las condiciones materiales (biofísicas y socio-institucionales) que hacen posible y sostenible la vida a partir de la satisfacción de las necesidades y el goce de todos (Hinkelammert & Mora, 2006: 19). Entonces, observamos que las propuestas de Economía Social (y las acepciones solidarias, populares y transformadoras) entrañan la crítica al capitalismo, a su irracionalidad de acumulación y mercantilización de la vida y de la naturaleza, y proponen e impulsan la construcción de una sociedad basada en la desmercantilización de la vida y en la búsqueda de bienestar colectivo en una nueva relación con el hábitat natural, es decir, en defensa de la reproducción ampliada de la vida. Por ello, observamos que diversos trabajadores se han organizado colectivamente para lograr su sustento económico en solidaridad “procurando generar otras pautas de vida en relación a la naturaleza (a través de la agroecología); al intercambio (por medio del comercio justo), al consumo ético, la democratización de la economía y la política” (Marañón, 2013: 130).
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