80 / INICIATIVAS PARA LA SUSTENTABILIDAD Y EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN EN LA IBERO PUEBLA crecimiento económico medido con los indicadores macroeconómicos habituales. Los instrumentos de expulsión van desde políticas elementales como recorte al gasto social, disminución de programas sociales, flexibilización de las políticas laborales, políticas fiscales flexibles, falta de regulación de las instituciones financieras como los bancos, hasta instituciones, técnicas y sistemas complejos que requieren conocimiento especializado y formatos institucionales intrincados. Por tal motivo, la Economía Social coloca al trabajo al centro del proceso productivo, el trabajo conduciendo al capital, como el elemento principal para generar valor en beneficio de las personas que participan en estas cadenas productivas, privilegiando la propiedad colectiva de los medios de producción y con ello, el valor de uso sobre el valor de cambio, repartiendo los beneficios de manera equitativa entre sus miembros y en beneficio de los territorios donde se integran estas actividades económicas. “La propiedad sobre el propio trabajo es el elemento básico. Cuando esta se junta y mezcla con el común entonces este también deviene propiedad a través de una lógica de contagio. El trabajo pone en movimiento olas expansivas de posesión y propiedad” (Hardt & Negri, 2019: 138). En este sentido, la ES se inserta en la necesidad de buscar alternativas de vida digna, a través del trabajo, de todos aquellos excluidos de la forma de desarrollo concebida por el capital y también para generar relaciones sociales más incluyentes en todos los integrantes de una sociedad, sin distinción de clase. Es decir, la Economía Social cuestiona y da horizontes de vida digna a las poblaciones desgarradas por la viabilidad de “desarrollo” de una minoría a costa de la inviabilidad ecológica y política para la mayoría de la población y que aspira a ello (Sánchez, 2018). La Economía Social no se organiza para obtener utilidades, sino para satisfacer las necesidades económicas y sociales de sus asociados y de los territorios en donde se insertan, a través de posibilitar trabajo y producción o prestar servicios a sus asociados y a la población de territorios donde están ancladas estas iniciativas. En esta economía se opera con valores de uso: el superávit puede o no existir, se busca que sí para construir circuitos sostenibles, pero este beneficio económico es colectivo (Elgue, 2014). Sin embargo, dentro de los estudiosos de la ES, José Luis Coraggio señala que en los ejercicios de Economía Social hay zonas grises cuando aplicamos estas definiciones por enumeración de situaciones reales, y ante ello señala los siguientes ejemplos: cooperativas que han perdido el ideario de la cooperación y funcionan como empresas de capital tanto hacia afuera como hacia adentro; cooperativas de trabajo que son apéndices de empresas de capital, instrumentalizadas para ocultar formas de sobreexplotación del trabajo ajeno y evadir el principio de re-
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