Iniciativas para la sustentabilidad y el cuidado de la casa común en la IBERO Puebla

72 / INICIATIVAS PARA LA SUSTENTABILIDAD Y EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN EN LA IBERO PUEBLA Antecedentes La Universidad Iberoamericana Puebla, en México, como universidad confiada a la Compañía de Jesús, es heredera de 482 años de tradición educativa, así como del compromiso desde la acción para con los principales problemas socioambientales. El reconocimiento del papel de los humanos en el deterioro del medio ambiente, así como el carácter de urgencia de acciones para el cuidado de nuestra Casa Común y los más vulnerables con el deterioro ambiental, es evidente desde los Decretos Oficiales de la Congregación General 35 (2008), el Informe especial sobre Ecología (2011), la Encíclica Laudato Si (2015), las Preferencias Apostólicas Universales (2019) y la Encíclica Fratelli Tutti (2020). En este contexto, desde la década de los noventa, la IBERO ha realizado acciones en pro la sustentabilidad y la cultura ambiental. Es socia fundadora del Consorcio Mexicano de Programas Ambientales Universitarios para el Desarrollo Sustentable (COMPLEXUS), de la Red de Sustentabilidad Ambiental de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educacción Superior (REDSA ANUIES) de la Red de Universidades por el Cuidado de la Casa Común (RUC) y de la Red de Homólogos en Ambiente y Sustentabilidad de la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (RAS AUSJAL). Su trayectoria evidencia una conceptualización de la educación y cultura ambiental más allá de la ambientalización curricular, en evidente construcción de la sustentabilidad en la integralidad de la vida de la universidad, reflejada en su infraestructura, la oferta de programas académicos con contenidos ambientales transversales y los hábitos cotidianos de gestión institucional, todos como expresión de la posibilidad de nuevas formas, más solidarias y armónicas con el entorno. Desde mediados de la década de los noventa, la universidad promovió líneas de formación ambiental y diseñó un Plan de Gestión Ambiental de Campus que incidía en la eficientizacion del uso de recursos: agua (captura, tratamiento, reciclado); residuos sólidos (separación de valorizables, elaboración de composta); energía (paneles solares, focos ahorradores, calentadores solares), movilidad (transporte colectivo gratuito que desincentiva el uso de autos particulares), entre los más importantes. Existe una primera valoración del impacto en términos económicos de estas acciones, publicada en el 2007 (Ortíz, Ayala y Guadarrama, 2007). Una segunda aproximación de sistematización la realizan once años después, Ortíz, Ayala y Rosano (2018), con un análisis histórico en el que son evidentes las diferentes etapas por la cuales la dimensión ambiental se incorporó a las actividades sustantivas de la universidad, en la que priva más una valoración de la conformación organizacional de la institución y su impacto en los procesos de formación académica e investigación.

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