36 / INICIATIVAS PARA LA SUSTENTABILIDAD Y EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN EN LA IBERO PUEBLA El caso de la ciudad de Puebla En este caso la situación no es muy distinta. Para empezar, en 2009 la Conagua afirmó que la ciudad de Puebla estaba catalogada como de baja disponibilidad de agua y que enfrentaba una creciente competencia en relación al acceso a la calidad y la gestión de los servicios (López, 2014). Es posible que esta baja disponibilidad esté relacionada con el uso que se está dando al agua que se extrae de mantos acuíferos como el de Libres Oriental, los de la zona de los volcanes en las comunidades de Nealtican, Santa María Acuexcoman y Xoxtla (Fernández, en Parabólica, 23 de octubre de 2019); pues como afirma Rappo (1 de abril de 2016), las extracciones están orientadas principalmente a cubrir el déficit de abastecimiento de la ciudad, pero también a abastecer de agua suficiente a industrias de diferentes ramos y a las concesiones de mineras en las zonas. En segundo lugar, la contaminación de ríos como el Atoyac, Xochiac y Alseseca está vinculada, sobre todo, con el uso industrial del agua. Más de cuarenta industrias de la rama automotriz, de alimentos y bebidas, construcción y textiles, entre otras, descargan sus aguas residuales en cuencas de estos ríos sin permiso ni algún tipo de regulación (Regeneración, 29 de noviembre de 2019). Esta contaminación ha provocado enfermedades en la población y despertado su indignación. En una década, la ciudadanía de Puebla ha denunciado daños ambientales relacionados con estos ríos. Según Gabriela Pérez-Castresana (1 de julio de 2017), “la denuncia más notoria se llevó a cabo en 2011 ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en la cual se plantea, entre otros asuntos, que los severos daños en la salud en poblaciones cercanas al río y la presencia de cuadros patológicos [...] incluyen irritación, lagrimeo y dolores de cabeza, así como casos de anemia, leucemia y púrpura trombocitopénica”. Asimismo, según la Secretaría de Salud del Gobierno de Puebla, la contaminación de estos ríos está asociada con enfermedades como cólera, intoxicación por arsénico, intoxicación por plomo, hepatitis A y paludismo, entre otras (Secretaría de Salud del Gobierno de Puebla, s.f.). Por su lado, la organización Dale la Cara al Atoyac, afirma que “el río Atoyac mantiene su cauce contaminado con elementos considerados cancerígenos por su grado de peligrosidad a la salud humana: cadmio, cloroformo, cloruro de vinilo o cromo, que provienen de las descargas de aguas residuales, tanto industriales como municipales, que no reciben tratamiento adecuado” (Martínez, 8 de septiembre de 2019). Esta problemática se profundizó con la privatización del Sistema Operador de Agua Potable de la ciudad (SOAPAP). En septiembre de 2013, el Congreso local aprobó una reforma a la Ley de Agua del Estado de Puebla para que los organismos operadores de los municipios pudieran dar en concesión el servicio a empresas privadas en 25 municipios, entre los que se encontraban los más poblados de
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