INICIATIVAS PARA LA SUSTENTABILIDAD Y EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN EN LA IBERO PUEBLA / 125 mundo de la vida. La carga significativa de esta interpretación está puesta en lo colectivo como espacio de construcción de imaginarios simbólicos que recrean constantemente, y de forma cotidiana, las formas que enriquecen la identidad de una comunidad. Donde los mitos, ritos, representaciones y prácticas propician una manera de mirar el mundo y por ende favorece un actuar de forma coetánea con la naturaleza. Esta producción simbólica que posibilita el sentido y significado de una comunidad se trasmite de generación en generación. Adquiriendo una cohesión interna, desde el inconsciente colectivo anclando en los deseos de todo sujeto inscrito en una comunidad. Así, esta cosmovisión es inherente a la cosmo-vivencia comunitaria porque se articula a la experiencia y a la vivencia de vida en todas sus dimensiones y niveles. Lo espiritual, lo político, lo artístico y los modos de encuentro que viven en la comunidad están fincados en una correlación con el mundo. Un ejemplo de esto lo brinda la organización indígena del Movimiento en Defensa de la Vida y el Territorio (Modevite). Estos hombres y mujeres tseltales, tsotsiles y ch’oles que radican en 13 municipios en la zona de Los Altos y selva en el estado de Chiapas nos invitan, con su lucha, a cambiar la mirada, pues nos enseñan una forma nueva de habilitar la interdependencia en la naturaleza. Ellos y ellas pretenden unir su palabra y su sabiduría como pueblos originarios. Se posicionan en defensa de la vida y del territorio; a través de la denuncia, con acciones concretas, en los que exigen al gobierno local, estatal y nacional el respeto y cuidado de las riquezas naturales en las que habitan. Denuncian, de forma contundente, que las nuevas reformas de las leyes benefician y fortalecen a las empresas privadas y proyectos trasnacionales que los están despojando de su territorio. La acumulación capitalista que se sostiene desde una visión antropocéntrica, donde el ser humano es el gran maestro que observa la realidad para manipularla y gestionarla desde estrategias enfocadas bajo sus propios intereses, ha tratado de eclipsar este tipo de organizaciones o movimientos que sostienen una eco-espiritualidad que defiende la vida humana y no humana. Pues están habitados por procesos creativos y fructíferos que se orientan al cuidado del tejido de la vida y que no están dirigidas a la reproducción del valor de las relaciones mercantiles. Poniendo en el centro lo comunitario fomentando un vínculo de interdependencia. Raquel Gutiérrez y Mina Navarro (2019), integrantes del Seminario Permanente de entramados comunitarios y formas de lo político, sostienen que la comunidad es una relación social que se produce, se practica y se cultiva. Y es desde lo comunitario que se gestan anhelos colectivos, poniendo en común experiencias históricas, para poder “continuar siendo lo que son, al mismo tiempo se desplazan del sitio donde el orden dominante los coloca” (2019: 310). A mi juicio, esta
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