Iniciativas para la sustentabilidad y el cuidado de la casa común en la IBERO Puebla

124 / INICIATIVAS PARA LA SUSTENTABILIDAD Y EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN EN LA IBERO PUEBLA El capitalismo no se puede sostener por sí mismo. Quien lo sostiene es una espiritualidad que impulsa a mirarnos, entendernos y sentirnos desde una unidad fija. Encaminada a la seguridad afectiva, a la construcción de certezas para poder vivir sin ningún conflicto o roce con la sociedad. El cimiento de esta espiritualidad es la construcción de una metafísica absoluta que nos otorga convicciones individuales, en donde encontramos un principio y un fundamento para nuestras vidas, sin tomar en cuenta el impacto y la huella que dejamos en la naturaleza y en los demás, explotados por este sistema. Esta construcción subjetiva está diseñada para sostener una vida a costa de otras vidas. La posesión exclusiva de unos cuantos nos ha llevado a seguir alimentando la devastación de la naturaleza y la destrucción misma de los más desfavorecidos de la sociedad. Necesitamos frenar este espíritu individualista, pues, “en términos históricos, vemos que, bajo los dictámenes del capital, paulatinamente la socialización comunitaria ha sido remplazada por una de tipo mercantil, en el que el individuo-ciudadano-consumidor se presenta como el prototipo y unidad de funcionamiento de las sociedades modernas” (Navarro, 2019: 33). Ante esto, es necesaria una espiritualidad que esté situada en interdependencia con la naturaleza para buscar creativamente habilidades y sabiduría, cuidarnos unos a otros y sobre todo cuidar entre todas y todos, la Casa Común en donde habitamos. Una aproximación a la eco-espiritualidad Ante este panorama, la eco-espiritualidad quiere responder redireccionando nuestra mirada. Es necesario preguntarnos ¿cómo estamos interpretando nuestro mundo? Es fundamental hacernos esta pregunta para tomar distancia de las condicionantes que nos impacta el sistema capitalista. Requerimos una mirada que no esté contaminada por el consumo de nuestra pasividad. Es preciso apostar por una mirada involucrada. Es decir, una mirada que no sea distante de las problemáticas de nuestro mundo. Una mirada que nos comprometa. Necesitamos una espiritualidad que sea consciente de nuestra coexistencia con el resto de la naturaleza, con una mirada sensible a la otredad que ni aísle ni totalice. La eco-espiritualidad focaliza el encuentro, nutre la cercanía y potencializa el vínculo que despierta una nueva manera de relacionarnos con el resto de la naturaleza. Es una cosmoviviencia que tiene como horizonte ir más allá del respeto y el vínculo con la tierra. Pues la naturaleza no es parte nuestra, sino que somos naturaleza. Entender que coexistimos dentro de este mundo nos compromete. Es en este marco de consideraciones donde la eco-espiritualidad adquiere sentido. Aproximarnos a esta espiritualidad que coexiste con la naturaleza configura una forma de vida subjetiva y colectiva que se enlaza y se entreteje en la comunidad de una manera particular. Ésta tiene que ver con la interpretación del

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