Iniciativas para la sustentabilidad y el cuidado de la casa común en la IBERO Puebla

INICIATIVAS PARA LA SUSTENTABILIDAD Y EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN EN LA IBERO PUEBLA / 123 el ideal de ser hijos de nosotros mismos. Pusimos nuestra confianza en un sistema diseñado para conducirnos en el mundo, pensando que podemos ser independientes de la naturaleza. Esto nos llevó a que sólo podamos vivir nuestras vidas en función de auto-consumir nuestras propias experiencias, en un mundo donde se nos dificulta vincularnos con los demás. En suma, la vida humana no se basta a sí misma. Necesitamos de una vida en común. Es decir, necesitamos de las relaciones con los demás, necesitamos de las relaciones con las cosas, pero también, necesitamos de relaciones simbólicas que hacen posible una vida compartida. La espiritualidad enmarcada desde el reconocimiento de nuestra coexistencia nos hace posicionarnos ya no como sujetos autosuficientes, sino como seres que pertenecemos a la naturaleza. Mi manera de pararme ante el mundo dice mucho de mi manera de vivir mi espiritualidad. No podemos ser indiferentes ante un mundo que nos grita y reclama. El ser autosuficiente es una ficción. La condición ontológica de nuestro yo está fundamentada en un nosotros. Heidegger (2009) en Ser y Tiempo nos dice que no existe un yo previo al ser con los otros, pues este ser-con-otros (Mitsein) es la constitución de nuestra propia existencia. Esto quiere decir que nuestra singularidad no puede comprenderse sin un mundo que constantemente nos afecta. Son los otros y las otras las que están interpelándome y replanteándome existencialmente. La espiritualidad que coexiste con un mundo nos regala la capacidad de romper con el cerco de la aparente inmunidad, con que nos engaña el sistema capital. Cuando se perfora esta inmunidad nuestros ojos penetran la naturaleza, pero al mismo tiempo es la naturaleza quien penetra en nuestra mirada. El ojo que focaliza de esta manera sabe que la vulnerabilidad es nuestra capacidad de ser afectados y, desde ahí, nos comprometemos implicándonos, dejándonos tocar por el mundo. Todas estas observaciones se pueden sintetizar con lo que dice Boff: “La espiritualidad nos hace descubrir que las cosas no están tiradas por ahí de cualquier manera, que hay un Eslabón misterioso que las une y las re-une, las liga y las religa, haciendo que predomine el cosmos sobre el caos y que del caos siempre se puedan elaborar órdenes nuevos” (2012: 12). Antes de entrar a reflexionar sobre la eco-espiritualidad, es necesario exponer, al menos brevemente, las repercusiones de una espiritualidad cimentada en la existencia autosuficiente. En particular, la cosmovisión europea ha construido una espiritualidad que se sostiene en una conciencia que mira al mundo como un simple objeto. En donde acogemos al mundo, lo manipulamos y lo usamos tanto cuanto nos ayude para nuestro bienestar personal. Hay que decirlo claramente: una espiritualidad centrada en la persona, enfocada en la autonomía de la existencia, exenta del entorno en donde habitamos, es una espiritualidad de ojos cerrados, que alimenta al sistema capitalista.

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