112 / INICIATIVAS PARA LA SUSTENTABILIDAD Y EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN EN LA IBERO PUEBLA tir de instituciones que legitiman el orden social desde los intereses dominantes, canalizando todo conflicto hacia ciertas soluciones que no toman en cuenta las condiciones inhumanas de los grupos más vulnerables, que sufren injustamente las consecuencias de las estructuras excluyentes. Ante una realidad como ésta, las universidades se ven obligadas a tomar postura. O se oponen y se enfrentan a estas lógicas deshumanizantes, o continúan legitimando y justificando el estatus social vigente. Para Ignacio Ellacuría, S.J. (1999), la tarea central de una universidad no se puede definir en abstracto, ajena a las problemáticas que vive la sociedad: debe responder desde las circunstancias históricas. La forma específica con que la universidad debe ponerse al servicio inmediato de todos es dirigiendo su atención, sus esfuerzos y su funcionamiento universitario al estudio de aquellas estructuras que, por ser estructuras, condicionan para bien o para mal la vida de todos los ciudadanos. Debe analizarlas críticamente, debe contribuir universitariamente a la denuncia y destrucción de las injusticias, debe crear modelos nuevos para que la sociedad y el Estado puedan ponerlas en marcha (1999: 22). Desde esta perspectiva, las universidades confiadas a la Compañía de Jesús tienen como misión incidir en el cambio de las estructuras injustas de la sociedad (Ellacuría, 1999). Esto supone una historización del ser y el hacer de la universidad misma. El eje rector de la actividad universitaria está en función de su incidencia en la realidad histórica; no puede estar volcada a los intereses subjetivos de los estudiantes, ni a la formación profesional individual, tampoco debe pertenecer a los académicos y autoridades de la institución. El rector y mártir Ellacuría, S.J. (1999), sostiene que “el sentido último de la universidad y lo que es en su realidad total debe mensurarse desde el criterio de su incidencia en la realidad histórica, en la que se da y a la que sirve” (: 50). Ahora bien, las universidades tienen la tarea de cuestionarse y analizar su contexto considerando el ambiente que viven. Este contexto está subsumido por la globalización de la economía que ha impuesto un patrón, consolidando, brindando estructuras, mecanismos y prácticas enfocadas al uso exclusivo de la oferta y la demanda del mercado. La universidad se ha desdibujado su identidad transformándola en un espacio de mercado educativo. Universidades públicas y privadas, centros educativos e investigación o institutos tecnológicos, cada vez más son propensas a producir para el mercado y lo más delicado, se convierten ellas mismas en mercado. Este contexto vuelve urgente repensar la tarea principal y la identidad universitaria, para no reducir su misión educativa a la mera construcción de espacios de capacitación de sujetos aptos para un trabajo remunerado en el mercado laboral.
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