18 / ECONOMÍA CIRCULAR COMUNITARIA: EXPERIENCIAS DE APLICACIÓN EN MÉXICO Más allá de esto, también tiene un impacto positivo en el desarrollo económico local, dado que, al generar oportunidades de negocios y empleo locales, puede contribuir a mayor equidad e independencia, así como diversificación de los suministros para desvincular el crecimiento económico del consumo finito de recursos. Esto permitirá lograr una economía eficiente en el uso de los recursos, de baja emisión de carbono e incluyente. Esto nos lleva nuevamente a los ODS descritos al inicio de esta sección. III.1 Un México diverso Si se considera la diversidad de índices de bienestar por entidad federativa, se identifica que México está constituido por localidades o regiones modernas y otras premodernas. Ello demanda aprovechar sus progresos o atender sus necesidades, por medio de modelos de economía circular diferenciados con un enfoque territorial. Más aún, México es uno de los países con mayor desigualdad de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), de la cual forma parte. A ello se suma el hecho de que, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en 2018 de los casi 40 millones de niños, niñas y adolescentes que viven en México, más de la mitad se encontraban en situación de pobreza y 4 millones vivían en pobreza extrema, mientras que 91% de niñas, niños y adolescentes indígenas vivían en condiciones de pobreza (UNICEF, 2018). En 2022, 52.6% de los menores de 18 años viven en situación de pobreza, mientras que 10.6% (3.9 millones de personas) vive en pobreza extrema (UNICEF, 2022). Asimismo, en 2020 y de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda, 37.8 de millones de habitantes tenían entre 12 y 29 años de edad, lo que lo convierte en un país eminentemente joven y que requiere atender las necesidades de educación y empleo de estos grupos etarios. Sobre todo, después de haber interrumpido sus estudios o recurrido a la educación digital como consecuencia de la pandemia provocada por la Covid-19. No menos importante es saber que en 2020, 11.5 millones de hogares estuvieron liderados por mujeres jefes de familia que a la vez suelen ser cuidadoras de familiares mayores de edad o discapacitados. Ellas fueron las más afectadas por la pérdida de empleo durante la fase de aislamiento ocasionada por la pandemia (Monroy-Gómez-Franco, 2021).
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