Derechos Humanos / Anuario Edición 2023

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2023 73 que amalgaman el sentido de dignidad; suficiente para continuar la lucha por el reconocimiento de sus derechos humanos y por la justicia a través de esta relación virtuosa entre identidad, resiliencia y comunidad. En cierto modo, el reconocimiento de derechos humanos tampoco es lineal. A la par del péndulo de la alternancia del poder, del quehacer político, legislativo y del progreso o involución social impulsado por grupos de poder, de derechas y de izquierdas, existe la ruptura de estas “cadenas de violencia” en la construcción y entretejido de la memoria, desde donde se cimenta la resistencia y la exigibilidad de derechos humanos que entrelaza a las personas trans y LGBTTTIQ+, enmarcándolas en comunidad y en sociedad. Jelin (2001) afirma que “no puede haber movimientos sociales de grupos subordinados si no cuentan con un mínimo de acceso y un mínimo de ‘humanidad’, tanto en el sentido material como en el de pertenencia a una comunidad y en la capacidad de reflexión involucrada en la construcción de identidad” (p. 95); tema en el que se profundiza en el siguiente apartado. Son estas nuevas formas de pensar y filosofías de vida en las que podemos encontrar saberes y conocimientos que aún no han logrado ser reconocidos y compartidos. En ese sentido, la experiencia de Rebeca aporta luz a la manera de concebir las luchas sociales desde la experiencia trans, los progresos que se han tenido y los peligros de dar un solo paso atrás en los derechos humanos conquistados. III. REPRESENTACIONES, LUCHAS Y VIDAS COTIDIANAS DIGNAS Para explorar la construcción de las memorias disidentes como memorias políticas se recurre al término de “poblaciones de cognición”, retomado por la doctora en Filosofía de la Ciencia, Siobhan Fenella Guerrero McManus, que, llevado a su máximo potencial, aporta luz sobre cómo una población emerge, existe y es conocida a partir de su reconocimiento o desreconocimiento. Esta noción de poblaciones de cognición nos previene de caer en el individualismo o el colectivismo, al enfatizar el papel que juegan las culturas materiales y simbólicas en la constitución de una población que, no obstante, está compuesta por individuos (Guerrero, 2017). Las mujeres trans han construido un sentido de dignidad desde la resistencia que significa ser-existir en una sociedad que es insensible a su dolor, indiferente con su muerte, y se resiste a integrarlas como parte de la humanidad. Una constante lucha acompaña a cada mujer trans en todo momento, porque es la única forma que conocen para hacerse de vidas vivibles, de exigir el reconocimiento de sus identidades y de sus derechos humanos. Pero este no es el caso para todas las mujeres y personas trans, ni de quienes de esos grupos se identifican como defensoras de derechos o activistas. Rebeca nombra un punto muy importante sobre esta concepción y el peligro de idealizarlas: A veces está la idea de […] las personas trans activistas como personas impolutas, como seres de luz, perfectas. Es decir, sí hacemos serias cuestiones […] al sistema sexo-género, pero eso no nos hace que de repente también te digamos [alguna] contradicción. Como todos los seres humanos, pero creo que particularmente quizá tienen que entender […] lo de las heridas de rechazo […] es decir, la salud mental en las personas trans está tan vulnerable y no por el hecho de ser persona trans, sino por todo el contexto de violencia (Rebeca, 2023).

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