66 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2023 les en la construcción de memoria trans que han logrado visibilizar conocimientos, cultura, valores, exigir la eliminación de brechas sociales y la garantía de derechos humanos. ¿Dónde debería almacenarse las memorias transincluyentes? Una respuesta a esta pregunta se encuentra en aceptar la esencia colectiva, cambiante y reconstructiva de la memoria, su contenido cargado de experiencias individuales intangibles, pero entretejidas, sí en marcos sociales, pero vinculados a un espacio y tiempo (Huyssen, 2001) que cambia con las circunstancias desde donde es invocado en el presente (Halbwachs, 1992), y, por encima de todo, aceptar que “[la memoria] no se puede almacenar para siempre, ni se puede asegurar mediante monumentos; ni tampoco podemos confiar en los sistemas de recuperación digital para garantizar la coherencia y la continuidad” (Huyssen, 2000, p. 38). Por lo que la responsabilidad de asegurar el pasado —y asegurar la configuración de memorias transincluyentes— debe recaer en las mismas personas interesadas en asegurar el futuro; nuestro futuro común, que debe ser posible de imaginarse diariamente y en compañía, ya que “lo colectivo de las memorias es el entretejido de tradiciones y memorias individuales, en diálogo con otros” (Jelin, 2002, p. 22), un entretejido del que las mujeres trans tienen derecho a participar. Existen varios sitios históricos pertinentes para la memoria trans, como parte de los procesos democráticos y sociales por los que atraviesa en cada sociedad y país. Para Victoria, hace sentido que un Museo de la Memoria Trans en México sea erigido en La Plaza de Tlaxcoaque, en CDMX, donde detuvieron y torturaron a muchas personas, muchas mujeres trans. “Las detenían a las mujeres trans que ejercían el trabajo sexual… ahí se cometieron muchísimos delitos y ahí fue donde se fraguaron, quizás, muchísimas otras desapariciones” (Victoria, 2023). Para Rebeca, resulta necesario que haya uno en cada estado de la república: “Buscamos rememorar, reconocer y, en cierta manera, reparar conforme se recuerda […] a las nuevas generaciones lo que pasó […] y se les orienta a lo que no debemos de hacer […], se les habla de racismo” (Rebeca, 2023). Aun con los logros ganados en favor del movimiento LGBTTTIQ+ en México, como el matrimonio igualitario, la adopción por parte de parejas del mismo sexo, las leyes que protegen la identidad de género y la tipificación de transfeminicidio, las exigencias desde la población trans no han encontrado un eco, ni en el movimiento LGBTTTIQ+, ni en la sociedad en general. En este sentido, los espacios ganados en la vida pública por personas LGBTTTIQ+ en México no han terminado de impulsar una agenda prioritaria de derechos humanos que aborde las causas estructurales, institucionales y sistemáticas de la violencia y precarización económica y social de las personas trans para hacerles justicia. Según Ellacuría (2001), “cuando unos pocos se apropian de aquello que no puede ser suyo más que haciendo que no sea de los otros, o impidiendo que los otros puedan servirse de lo que tienen derecho, estamos, estamos ante la negación misma del bien común y ante la ruptura del orden social justo” (p. 213). Para Victoria, no poderse nombrar ha estado relacionado con la invisibilidad de las personas trans dentro de la misma comunidad LGBTTTIQ+: “Me parece muy curioso cómo en nuestro país, la lucha por los derechos de las personas de la diversidad sexual… siempre han sido hombres homosexuales cis y mujeres lesbianas cis, que han estado al frente… y las personas trans, pues recientemente que sabemos de qué forma nos podemos nombrar” (Victoria, 2023).
RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3