DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2022 65 de estrés experimentados en la pandemia, la sobrecarga en las tareas de cuidado y crianza, y el incremento de los episodios de violencia al interior de los hogares durante dicha contingencia sanitaria. Otro de los derechos gravemente vulnerados en perjuicio de las mujeres que son madres es el derecho a una vida libre de violencia. En México, según datos del INEGI, para 2022, del total de mujeres de 15 años y más, 70.1% habían experimentado, al menos, un incidente de violencia psicológica, emocional, sexual o física, entre otras. El 39.9% de las mujeres que han tenido una relación de pareja, reportaron haber vivido algún tipo de violencia en la pareja. Tomando en cuenta que muchas de estas mujeres son madres, la garantía de la vivencia de una vida libre de violencia también se presenta como una de las preocupaciones principales al hablar en clave de derechos humanos de las madres. Por tanto, la violencia de pareja, la violencia intrafamiliar, la violencia obstétrica y ahora otros tipos y modalidades de violencia reconocidos por las leyes, como la violencia vicaria o la violencia digital, deben ser urgentemente atendidos, debido a los efectos nocivos que estas violencias tienen en la salud y la vida de las mujeres en general y, en este caso, de las madres. Asimismo, necesitamos reflexionar sobre el derecho a la autonomía y al desarrollo económico, cuando hablamos de esta prerrogativa, en relación con el ejercicio de la maternidad, es importante prestar atención en la expectativa social respecto a las labores de cuidado y crianza que, conforme a la división sexual del trabajo, siguen recayendo casi exclusivamente en las mujeres, lo que a la postre significa menores posibilidades de acceder a un trabajo formal, a la estabilidad en el empleo y al desarrollo económico. Así también, existe aún una importante brecha que les impide a muchas madres acceder a la educación, a la posibilidad de ejercer sus derechos culturales y a oportunidades de desarrollo, entre otras; por ejemplo, tenemos el caso de las madres adolescentes quienes, por su especial condición de género, de edad y maternidad, experimentan muchísimas dificultades para acceder, permanecer y egresar del sistema educativo. Por lo tanto, si queremos que las madres crezcan en autonomía y desarrollo económico, necesitamos promover la corresponsabilidad no sólo al interior de la pareja y la familia, sino también en el resto de las instituciones sociales, incluidas las del Estado. En estrecha relación con el derecho a la autonomía y el desarrollo económico tenemos el derecho al trabajo en condiciones de igualdad. Esta ha sido una prerrogativa que se ha analizado ampliamente debido a las múltiples dificultades que enfrentan las madres en la mayoría de las estructuras laborales, lo que impide que se desarrollen en igualdad de condiciones que los hombres, pero también en igualdad de condiciones que otras mujeres que no son madres. Al respecto tenemos que considerar que en nuestro país se ha incrementado significativamente el porcentaje de hogares con jefatura femenina, pasando de 21% en el 2000, a 33% en el 2020, es decir, uno de cada tres hogares en México está encabezado por una mujer; sin embargo, México tiene una de las proporciones más bajas de mujeres dentro de la población económicamente activa de la región, dado que en el último trimestre del 2019, es decir, antes de la pandemia, se registró únicamente 45.4% de la población total de mujeres insertas en el mercado laboral, a diferencia de
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