60 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2022 El problema es ese, que vives con ese temor, que ya estás pensando en irte de tu casa, descuidas tu trabajo, descuidas a la familia, andas estresado, te llegas a enfermar. Hay muchas cargas que emocionalmente te dañan, vives intranquilo. Normalmente cuando tú tienes una vida tranquila, vas al trabajo o estás con la familia, estás con los amigos, estás en las asambleas. Pero cuando hay riesgos, tienes incluso que buscar las estrategias para ya no ser visible, para andarte escondiendo, para tener otras rutas de cuidado. Cambia totalmente de manera personal tu vida. En el caso del impacto colectivo, de igual forma, los compañeros se desgastan, hay zozobra, hay temor. Se divide también la gente porque empiezan a dudar de las personas que organizan, empiezan a decir, por ejemplo, “nos han dicho que este grupo de personas extorsiona, que esta gente vive de eso, que son manipuladores”. A mucha gente le meten la duda y se rompe el tejido social. A nivel colectivo sí hay una afectación grande, sobre todo la división. Lo más grave es que, a partir de eso, tu misma gente, tu mismo pueblo te agreda. De pronto, ya escuchaste que ya golpearon a un compañero en su pueblo a causa de la difamación. Hay una afectación, en ese aspecto. Lo contrario es la organización, es la asamblea, toda la confianza que puedas despertar. Después de esas afectaciones, te fortaleces más. No siempre se está en esa oscuridad, sino también hay una luz. Y cuando esa luz se presenta, pues bueno, te agarras de ella y limpias todo ese daño que te pudiesen haber hecho. Todo eso lo hemos vivido y creo que hemos salido avante de esas agresiones, tanto a nivel colectivo como a nivel familiar o personal. Pero de que hay afectación sí la hay. Hay gente que deja de luchar, hay gente que deja de resistir y hay gente que incluso nos da la espalda. Roberto Rosete: Generalmente estas vulneraciones a las defensoras y defensores del territorio quedan impunes, las causas se ocultan, no se esclarecen los hechos ni las responsabilidades. Esto podría dar cuenta del complejo cruce de intereses o poderes económicos, institucionales, para paralizar o detener la defensa organizada, comunitaria de la vida. Desde el territorio que habitas, desde las agresiones recibidas y los impactos que han generado, ¿cómo se podría explicar la reiterada agresión y criminalización hacia los defensores y defensoras del territorio? Y, ¿a quién le corresponde responder sobre estas agresiones? Alejandro Torres: Yo creo que hay instituciones para responder a este tipo de agresiones, que deberían de levantar la voz, me refiero a instituciones entre comillas “autónomas”, como la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que debería de fijar postura y pronunciarse. De la misma manera, los espacios religiosos, todo tipo de instituciones religiosas, deberían de pronunciarse. Yo hasta el momento no veo que, de parte de la cuestión religiosa, muy respetable, se pronuncien, que digan “qué onda con los normalistas, qué onda con los desaparecidos, qué onda con los feminicidios”, tampoco veo que estén pidiendo por ellos o que acompañen a las familias. Creo que sí deberían de levantar la voz todas las instituciones.
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