Derechos Humanos / Anuario Edición 2022

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2022 43 la educación básica y que no tienen una red de apoyo y es complicado porque necesitamos de todas las instituciones, tanto públicas como privadas, para poder acompañar el proceso de estas víctimas, es decir: las estancias infantiles con horarios extendidos, porque son madres que van a tener que trabajar y no tienen quién cuide a sus hijos e hijas y entonces, para no ponerlas en riesgo, en dónde podrían estar, pues para tener acceso a estas instancias sólo puedes si tienes un contrato laboral que te permita que te descuenten y que sea accesible a tus posibilidades de pago, pero sólo tienes la primaria, o sea, igual un círculo vicioso, ¿entonces que hay que hacer? Buscar con otras instituciones, ir acuerpando y cobijando un poco el proceso de esta víctima, pero este es un caso. Resulta que hay otra que sí tiene familia y hay que trabajar con esta, pero la familia vive en condiciones precarias, entonces buscamos los programas de apoyo que ya están, tanto del gobierno federal, estatal y municipal para ver cómo podemos generar que esta familia tenga acceso a los derechos mínimos básicos para la subsistencia. Hay también la adolescente que no tiene familia y que no tiene hijos, pero quiere seguir estudiando, y ahí entran también las escuelas, y es algo que hemos pedido constantemente y la verdad es que, yo creo, que ahí sí, las instituciones de educación privada les quedan debiendo las víctimas. Es “¡ay, sí, vamos a dar una beca de excelencia!”, y es que las instituciones de educación pública tampoco nos conocen, o las instituciones de educación privada, da igual, si conocieran que el proceso de las víctimas tiene repercusiones directas en temas de neurodesarrollo, identificarían que una persona sometida a violencia constante no permite que la amígdala, o sea el cortisol, que está intoxicando su cerebro, no permite que la amígdala crezca, por lo tanto sus procesos de memoria no van a ser positivos y la gran mayoría de las víctimas tiene problemas de aprendizaje —no es que sean tontas, que sean lentas o que no se les dé—; es que han vivido situaciones de violencia extrema a lo largo de su desarrollo. En la medida en la que las instituciones de educación identifiquen que los procesos de violencia en las víctimas tienen secuelas como estas, también los estándares pueden cambiar, porque si yo le estoy pidiendo a una sobreviviente que tenga y mantenga un promedio de 10, después de todo lo que le ha pasado, la verdad es que estaríamos siendo poco realistas en lo que estamos esperando de las usuarias. A eso me refiero con que falta mucho conocimiento, mucha sensibilización y también mucho compromiso. Y lo mismo pasa con las fuentes de empleo, si estamos hablando de los procesos de reinserción, son mujeres que llevan suficiente tiempo en procesos de explotación y esto merma o mermó la parte educativa o la esfera educativa, la esfera de formación y profesionalización y cuando ellas están buscando trabajo, los trabajos que encuentran son precarizados también, entonces, ¿cuál nueva oportunidad?, ¿cuál nuevo proyecto de vida? Ahí también vamos con las y los empresarios a plantear cuál puede ser la colaboración para que haya fuentes de empleo para las sobrevivientes, donde no te pidan una cartera de 400 años de experiencia y 500 referencias: ¿qué tendrían que estar aprendiendo?, ¿cuáles son las organizaciones, las instituciones de educación?, ¿qué quieren aportar para que estas usuarias se profesionalicen, se capaciten? Que donen cursos, eso siguen siendo de los principales retos. Por eso decía que nos quedamos cortas, porque podemos decir, “Anthus” va a generar su proyecto

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