Derechos Humanos / Anuario Edición 2022

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2022 35 no sujeto sólo a un proceso penal donde decimos: “sí, son varios los peritajes y son muchos los actores para acreditar el hecho o la responsabilidad”; eso es un mundo dentro del sujeto judicial. Pero el tema del acompañamiento en materia de derechos humanos (sin ponerle la categoría de lo jurídico), es mucho más amplia, tiene que ver con el cuidado, la seguridad de las personas en todos las dimensiones, que implica buscar estrategias, recursos y mecanismos para que las personas y para que el Estado se haga responsable de salvaguardar los derechos de las personas, su vida, su integridad, pero también la integridad desde la parte emocional, que implica buscar acompañamientos acordes con esa dimensión, que tengan estos espacios con profesionistas terapéuticos, que no se reducen a la psicología, sino que pueden ser mucho más amplios, como el acompañamiento psicosocial. Es necesario cuidar la parte de la integridad emocional de las personas para que puedan resistir, literalmente, a los procesos de justicia, a los procesos formales y en el caso de las mujeres, el acompañamiento que se puede hacer es desde la sororidad, desde estar presentes, no dejar caer a la persona, hacerle saber que para la sociedad es importante su lucha, que estamos indignadas, que queremos gritar y cuestionar también lo que el Estado está dejando de hacer, que “si se lo hacen a una, también nosotras nos sentimos lastimadas, nos sentimos vulneradas o que estamos en esa situación de vulnerabilidad por ser mujeres”; es una exigencia que se hace desde el género pero también que transita a lo individual, es decir, que el hecho victimizante le puede ocurrir a cualquier otra: una hermana, una hija, a alguien de tu familia o alguien cercana, y por tanto que esa exigencia trasciende de lo personal a lo colectivo para que la sociedad no sea indiferente a estas violencias. En eso se traduce la labor de los derechos humanos, no es solamente tener un resultado formal o brindar cierto servicio, sino que buscamos algo más, incluso buscamos transmitir esa empatía o ese sentimiento de solidaridad, que cada vez que existe un feminicidio, la sociedad o la comunidad se rompe y somos parte de esa comunidad; si bien no podemos colocarnos en los zapatos de las víctimas, porque creo que no lo vamos a estar mientras no vivamos eso, no podemos minimizar lo que puede vivir alguien en esa situación, pero sí podemos solidarizarnos con lo que sentimos, en que fue una pérdida para la sociedad y sí es motivo de indignación. Lo que tratamos de transmitir como defensoras de derechos humanos es que no nos es indiferente ni la violencia ni la violencia del Estado, que nadie merece ser violentada ni muchos menos asesinada o mucho menos tratada de esa manera por parte del Estado ante un daño de esa magnitud. Eso es lo que nos hace ser defensoras y ser defensoras más allá de nuestra profesión, porque si bien es desde ella que abonamos a la defensa y con lo que también nos sentimos útiles en esa indignación; esperamos también que la sociedad no nos dejará solas, y no considerar el problema como individual o particular, sino que más bien es algo que no le debe ocurrir a nadie. Es un problema social, un problema estructural y por eso todas y todos podemos hacernos cargo, de cierta manera, de esa situación, de este problema y, sobre todo, de manifestar esa indignación, acompañando a las víctimas. Ana Gamboa. Claro, la indignación que es llevada hacia la exigencia, al acompañamiento y a la defensa de la dignidad de las personas. ¡Qué importante todo lo que nos compartes!

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