DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2022 121 La “viruela del mono” tiene una historia que apunta al último cuarto del siglo xx, cuando en la República Democrática del Congo se observaba con asombro la zoonosis y el primer caso en humanos, pero no fue sino hasta el amanecer de este siglo que la enfermedad salió del continente africano, y recién en 2022 regresó a los titulares noticiosos y de estigmatización a las diversidades sexo afectivas, entre otros, debido más a su método de contagio que se realiza a través del intercambio de fluidos corporales o el contacto con sangre que carga el patógeno, recordando lo ocurrido con el vih, que por los efectos reales en la salud de las comunidades, perpetuando el discurso discriminatorio. La viruela del mono es una enfermedad de importancia para la salud pública mundial, ya que no sólo afecta a los países de África Occidental y Central, sino al resto del mundo, incluidos varios países de Europa Occidental como Dinamarca, Francia, Alemania, España, Italia, Portugal, Suecia y el Reino Unido. Desde el 13 de mayo de 2022 se han notificado a la oms casos de viruela del mono procedentes de 12 Estados Miembros que no son endémicos para el virus de la viruela del mono (onusida, 2022a). De acuerdo con la Sociedad Española de Epidemiología (see), la falta de información sobre las condiciones en las cuales este virus se contagia entre los humanos ha permitido que “grupos y colectivos socialmente en situación de vulnerabilidad pueden ser objeto de estigma y discriminación, debido a la confusión entre prácticas sexuales y mecanismos de transmisión, así como entre identidades y orientaciones afectivosexuales” (2022: 2), principalmente hacia las personas homosexuales y transexuales, ya que sus prácticas sexo afectivas se encuentran entre las principales vías de contagio. Es por ello que tanto la oms como la see han recalcado la necesidad de reestructurar el discurso de divulgación de los factores de riesgo, formas de transmisión, ya que: “Algunas campañas de comunicación, noticias relacionadas con el brote epidémico de monkeypox y documentos científicos han utilizado terminología que describe el comportamiento sexual de la población afectada de manera confusa y potencialmente estigmatizante” (2022: 2). Inclusive, organismos como la onusida han mostrado preocupación ante el uso de “un lenguaje e imágenes, en particular representaciones de personas LGBTI y africanas, que refuerzan los estereotipos homofóbicos y racistas y exacerban el estigma” (onusida, 2022a): La experiencia demuestra que la retórica estigmatizante puede inutilizar rápidamente la respuesta basada en la evidencia, avivando los ciclos de miedo, alejando a las personas de los servicios de salud, obstaculizando los esfuerzos para identificar los casos y fomentando medidas ineficaces y punitivas (Kavanagh, en onusida, 2022a). Por otro lado, la divulgación de información estigmatizante no sólo promueve la discriminación de estos sectores poblacionales, sino que, además, impide el estudio completo de los factores de transmisión de esta y otras enfermedades. El estigma y la discriminación socavan la respuesta a la epidemia, pues llevan a las personas con síntomas a que los oculten e impiden derribar las barreras subyacentes a las que se enfrentan estas personas para intentar proteger su propia salud y la de su comunidad (Kavanagh, en onusida, 2022b).
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