98 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2021 cializar una educación donde el eje central sea aprender a padecer las crisis sin excusas, sin evasivas. Necesitamos educarnos desde la imaginación política (más adelante se abordará el término) para sentir la brazada terrible del acechante hundimiento en donde nos encontramos. Y desde ahí levantar nuestra mirada. Con base en esto, podemos describir las memorias colectivas en resistencia como experiencias concretas que nos ayudan a levantar la mirada, a ver con honestidad la realidad que nos otorga la capacidad de mostrar las condiciones materiales y simbólicas de la desigualdad, de la violencia y de la invisibilización social que ejerce el neoliberalismo y que, desde esas memorias colectivas que puede forjar una comunidad, puede construir un cambio. Como veremos en el siguiente apartado, las memorias colectivas son prácticas sociales complejas donde lo que está en juego es la manera en que la imaginación política y la experiencia del tiempo y el espacio en el que se vive, y van dibujando determinados escenarios de futuro en disputa. En este sentido, las memorias colectivas no son simplemente una recuperación del pasado, sino que las memorias, siguiendo a Isabel Piper (2013), se hacen en el presente, forjando una proyección del futuro. Ante esta reflexión que vamos entretejiendo de memorias colectivas y los derechos humanos, es sumamente importante analizar las resistencias comunitarias y las narrativas de resistencia en relación, como dice Calveiro, con las tecnologías y estrategias de la gubernamentalidad neoliberal, inscribiendo, sobre todo, este análisis en el marco de las actuales configuraciones del poder y la hegemonía. Pues, como se dijo, no se puede hablar de resistencias en abstracto, es fundamental delinear cuáles son las características de la gubernamentalidad neoliberal y qué formas se adoptan en los contextos en los que nos encontramos. De acuerdo con Calveiro (2012; 2017), presenciamos un cambio de época en el que se ha producido una nueva reorganización hegemónica global que bajo el contexto actual, debe ser leída a nivel planetario. Así, es de suma importancia hablar de “reorganización hegemónica”, pues este término hace alusión o evoca a la articulación de diferentes actores locales, nacionales y supranacionales, en torno a un proyecto económico, político, intelectual y de construcción de subjetividades, en el marco de la globalización neoliberal,2 tomando distancia de la idea de que solamente el Estado tenga imposición hegemónica y las comunidades estén exentas de cualquier opresión hegemónica deshumanizadora. Retomando los planteamientos de Michael Foucault, Calveiro (2019) plantea que la noción de gubernamentalidad sirve de “grilla de análisis para las relaciones de poder” (Foucault, 2008, p. 448). Con el concepto de gubernamentalidad neoliberal, se hace referencia a un conjunto de instituciones, procedimientos y tácticas, dirigidas a toda población, que se sirven de la economía política como saber y de los dispositivos de seguridad como instru2 Es hegemónica, en el sentido gramsciano del término, ya que es capaz de imponerse y, simultáneamente, de encontrar y construir consensos, es decir, implica una dimensión coercitiva y de reconocimiento (Gramsci, 1975). A su vez configura discursos “que buscan la adhesión social a un determinado sistema de valores, a una concepción del mundo creíble, aceptable y congruente con el proyecto general” (Calveiro, 2017, p. 135). Este nuevo orden global es gestionado a través de una gubernamentalidad neoliberal, que se presenta, en términos formales, como democrática.
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