Derechos Humanos / Anuario Edición 2021

96 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2021 El punto de partida de nuestra reflexión, al hablar de memorias colectivas es desde el posicionamiento de Isabel Piper y Pilar Calveiro; ambas coinciden, a juicio propio, en que la preocupación por la memoria se instala a través de los discursos de Derechos Humanos cuyos actores centrales son las víctimas o sobrevivientes de actos violentos. Piper (2013) nos dice que estos discursos que van haciendo resistencia se basan desde tres consensos, a su vez, también podemos comprenderla ligada a tres conceptos articuladores del campo. Se trata de consensos y de conceptos de los que se desprenden ciertas construcciones en torno a la memoria y su rol en la sociedad; 1. Trauma. La violencia daña a individuos y sociedades, hay una afectación que la persona ya no queda igual; 2. Reparación. Sabemos que el daño debe ser reparado y la memoria forma parte de los requisitos para que la reparación sea de alguna manera posible; y 3. Reconciliación. Al conflicto le subyacen sociedades polarizadas cuyos miembros deben reconciliarse. Frente a los tres conceptos y consensos que hemos señalado puede verse una problematización y podemos profundizar en ello, sin embargo, no es interés de este trabajo crear una crítica constructiva, lo que rescatamos de Piper (2013) es que ella propone una comprensión de la memoria en tanto práctica social de (re)interpretación y (re)significación del pasado en el presente, estas memorias insertan y modelan narraciones situadas dentro de una historia y una cultura. En este sentido, y problematizando el vínculo memoria y Derechos Humanos, Piper (2013) plantea, contundentemente, que, por una parte, la memoria no necesariamente es patrimonio de las víctimas y, por otra, que más que normalizar su carácter resistente, debemos interrogarnos sobre la relación que existe entre los procesos de elaboración de memorias y las luchas de resistencia. Para aclarar la importancia de analizar los procesos de elaboración de las memorias, necesitamos enmarcar qué entendemos por memorias en resistencia. Memorias colectivas en resistencia La memoria es la forma en la que le damos significatividad a las experiencias que vivimos, por tanto, los posibles sentidos que le podemos atribuir a nuestras experiencias, aunque están condicionadas por un contexto social, político y cultural, no están totalmente determinadas. Así, existe la posibilidad de poder dotar de significatividad a las memorias como una forma de represión, funcionales a las estructuras hegemónicas o podemos ser conscientes de esa posibilidad y construir memorias de resistencia que muestran otra manera de comprender nuestra realidad (Calveiro, 2017). De la mano con Pilar Calveiro (2019) podemos decir que las memorias no constituyen relatos, más bien son prácticas que incluyen relatos. De esta manera, no se puede pensar que, por definición, toda memoria es resistente. Hay que caer en cuenta que existen memorias resistentes y otras que no lo son. En este sentido, sería oportuno preguntarnos ¿cuáles serían y qué características tendrían esas memorias colectivas en resistencia? En este trabajo solamente mencionaremos dos características que tiene las memorias colectivas de resistencia y que actúan frente al neoliberalismo (Piper, I., & Montenegro, 2017 y Calveiro 2019). La primera característica es que son contrahegemónicas. Es decir, la memoria es una práctica social que resiste ante la hegemonía. Ante una hege-

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