Derechos Humanos / Anuario Edición 2021

68 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2021 platense. No obstante, ella debió esperar más de dos años para la obtención de su dni (Cigliutti, 2014). Y a pesar de este importante precedente jurisprudencial, no todos los amparos subsiguientes tuvieron la misma suerte: al poco tiempo, la letrada y actual presidenta de la falgbt, Flavia Massenzio, patrocinó la comparecencia judicial de Claudia Pía Baudracco, quien recibió un duro revés, cuando la Justicia se declaró incompetente. Este rechazo no fue obstáculo para proseguir con las acciones legales: ellas decidieron apelar, dispuestas a llegar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.12 Recién en diciembre del año 2010 se entregaron los primeros documentos que reconocían la identidad autopercibida, sin exigencias de ningún tipo de judicialización ni intervenciones psico-médico-quirúrgicas. Un caso resonante en la opinión pública fue el de la actriz, cómica y vedette Flor de la V, a quien en un acto en Casa Rosada, con mucha cobertura mediática, el Ministro del Interior le entregó su dni. El reconocimiento estatal del género autopercibido inició un cambio de paradigma en Argentina, ya que con antelación se exigía no sólo la intervención quirúrgica sino también una serie de examinaciones traumáticas y violatorias de la intimidad de la persona: pericias psiquiátricas, técnicas forenses, tests psicológicos, tratamientos hormonales, antecedentes prontuariales, certificaciones de libre deuda impositiva sobre distintos bienes registrales, etc. Así, de este modo fue como Marcela Romero, referente de attta y de la falgbt, consiguió su dni en el 2009, luego de una tortuosa judicialización del caso que se prolongó durante una década y le valió el reconocimiento como Mujer del Año por el Congreso Nacional (Bazán, 2010). Estos vericuetos fueron mojones de un extenso itinerario militante, donde se trazaron los contornos de una configuración político-subjetiva en ciernes. La legalización del matrimonio homosexual en el 2010 fue un triunfo rotundo del movimiento de la diversidad sexual, una trinchera desde donde se aplacaron las ofensivas conservadoras de un sector de la sociedad argentina conducido por una dirigencia política-eclesiástica, empeñada en negar derechos para las personas lgbt+. No pudieron detener la primavera democrática que había conquistado el movimiento de la diversidad sexual, volcado entonces a la discusión de una vanguardista ley de identidad como tarea política prioritaria. Ya para el año 2011, danzaban en el Parlamento argentino diferentes proyectos legislativos, elaborados por distintas organizaciones de la diversidad sexual y presentados por diputadas kirchneristas o afines a la bancada oficialista (María José Lubertino, Diana Conti, Vilma Ibarra, entre las que promovieron vehemente la aprobación de esta ley). Hasta ese momento, el único acuerdo imperante residía sobre la necesidad y urgencia de una ley que incluya a las personas travestis, transexuales y transgéneros como ciudadanas. Sobre los contenidos de dicha norma había diferendos, por momentos muy ríspidos, hasta que se dio una alianza importante entre sectores heterogéneos del activismo: se conformó el Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género. El Frente estaba integrado por la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (alitt), la Comunidad Homosexual Argentina (cha), la Cooperativa Nadia Echazú, el Movimiento Antidiscriminato12 Según declaraciones de la propia Flavia Massenzio en el programa “Somos. Un recorrido por la historia del movimiento lgbt+”, emitido en vivo por la página de Facebook de la falgbt.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3