Derechos Humanos / Anuario Edición 2021

66 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2021 “umbrales identitarios de religiosidad”. Es decir, reconocen diferentes grados de cercanía o distancia respecto a la religión y a las iglesias, oscilando desde identificaciones exclusivamente religiosas hacia configuraciones de identidades más seculares. Por otro lado, dicha política identitaria polivalente se sostiene, también, en la construcción de una multiplicidad de expresiones identitarias que representan a sectores poblacionales específicos, tales como mujeres, jóvenes o partidos políticos nacionalistas, por ejemplo. Así, estas organizaciones varían las formas de identificarse -o no- en torno a lo religioso, intentando interpelar a diversos sujetos políticos. Por lo expresado, nos oponemos a quienes abordan el activismo conservador como un movimiento político homogéneo (Mujica, 2007; Campos Machado, 2006; Blancarte, 2008; Madrazo Lajous y Vela Barba, 2013; Dides, 2013). En cambio, ponemos énfasis en la heterogeneidad constitutiva de este sector conservador; en su capacidad de articular múltiples formas de identificación popular a través de diversas estrategias políticas y argumentativas en el espacio público. Los diversos actores que confluyen dentro de este activismo han tendido a presentar su agenda como una política de defensa de la vida y la familia, definiéndose a sí mismos en muchos casos bajo las categorías de “pro-vida” o “pro-familia”. Un aspecto clave que diversos autores señalan en esta disputa sobre la ampliación de derechos en las últimas décadas, remite a una reapropiación de parte de los sectores conservadores de una retórica de derechos, emulando así el discurso privilegiado por los movimientos feministas y lgbt+ argentino a la hora de demandar políticas sexuales pluralistas (Morán Faundes, Peñas Defago, Sgró Ruata y Vaggione, 2019; Vaggione, 2009). En ese sentido, los discursos más fuertemente articulados por el activismo conservador para oponerse a temas como el aborto, la anticoncepción, la educación sexual o los matrimonios entre personas del mismo sexo, remiten a la defensa de la vida, la objeción de conciencia y a los derechos del niño (Morán Faúndes y Peñas Defago, 2013). Esos tres temas son claramente los más reiterados para oponerse a la vigencia y ampliación de derechos sexuales y reproductivos. En la coyuntura argentina, el discurso conservador se inscribió rápidamente en el espectro político: fueron las banderas que levantaron los partidos políticos de derecha y sus representantes más icónicos en contra de la asignación de derechos por parte del kirchnerismo a las personas lgbt+. Por su parte, las demandas igualitarias del movimiento de la diversidad sexual se inscribieron en un discurso de derechos articulado por el kirchnerismo en torno a la justicia social, que buscó reparar las injustas exclusiones sufridas por grupos históricamente discriminados. Gritos de victoria para el movimiento de la diversidad sexual argentino Reconocimiento legal del matrimonio gay-lésbico y del derecho a la identidad de género autopercibida para las personas travestis, transexuales y transgéneros eran las demandas más importantes del movimiento de la diversidad sexual argentino en el momento en que se constituía como tal. Por ejemplo, si nos remontamos a los objetivos que se había trazado la falgbt a la hora de su conformación, se encontraba la elaboración de un proyecto de ley de identidad de género. Incluso más, los términos en que plantearon

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