DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2021 65 ras a las políticas de igualdad sexogenérica implementadas en la Argentina contemporánea. En efecto, el crecimiento y la legitimidad que adquirieron los movimientos de la diversidad sexual en la política general produjo un escenario de confrontación en el cual los sectores conservadores encabezaron una lucha en oposición a la ampliación de derechos para las personas lgbt+. Desde que el proyecto de matrimonio igualitario ingresó a la Cámara de Diputados, numerosas organizaciones de la sociedad civil disputaron el espacio público oponiéndose a la iniciativa tanto en las instancias institucionales convocadas por las comisiones que tenían a su cargo el tratamiento del proyecto como por otras acciones públicas (por ejemplo, marchas callejeras, discusiones mediáticas, junta de firmas, etc). Numerosxs autorxs (Sgró Ruata y Rabbia, 2011; Morán Faúndes, 2018; Vaggione, 2009) subrayan que en aquel momento se movilizó políticamente un actor central en oposición a la ampliación derechos sexuales y (no) reproductivos: la jerarquía de la Iglesia católica, cuyos cardenales y obispos presionaron particularmente a los senadores de algunas provincias argentinas donde la Iglesia católica tiene mucha incidencia política. También coordinaron acciones de alcance nacional, como lo fue la marcha organizada el 13 de julio de 2010 ante el Congreso de la Nación, donde se sumaron diferentes organizaciones de la sociedad civil, además de integrantes de otras iglesias (además de la católica, evangélicas y pentecostales). En este marco, se visibilizaron numerosas acciones en oposición a la ley que se pronunciaban en “defensa de la familia” y de “los niños”. En la lucha por el reconocimiento del matrimonio igualitario, se evidenció la heterogeneidad constitutiva y la enorme capacidad de movilización política de los sectores conservadores en Argentina. En general, los autores que han analizado los discursos conservadores dan cuenta de los diversos matices de una narrativa basada en un modelo heterosexual, conyugal, monogámico y reproductivo de la sexualidad, fundamentado a la vez sobre preceptos religiosos y biológicos naturalistas que reproducen diversos estereotipos sexogenéricos. Como indican Morán Faúndes, Monte, Sánchez y Drovetta (2011), lejos de presentar discursos unívocos y homogéneos, los agentes contrarios a los derechos sexuales y (no) reproductivos inscriben sus argumentaciones en diversos marcos de sentido, especialmente jurídicos, científicos y religiosos. Así, Vaggione desarrolló el concepto de “secularismo estratégico” (2005; 2009; 2011; 2013) para comprender esta mixtura entre lo religioso y lo secular que define al activismo conservador. Con este término, el autor hace referencia a los modos en los que diversos sectores religiosos que defienden una política sexual conservadora han adoptado una retórica secular, pero sin disminuir su grado de dogmatismo. La adopción de discursos seculares, principalmente científicos y jurídicos, permite a estos sectores penetrar en espacios diversos y lograr importantes formas de identificación popular. En ese sentido, Morán Faundes, Peñas Defago, Sgró Ruata y Vaggione (2019: 59) dan cuenta de las “políticas identitarias polivalentes” del activismo conservador: muchos de estos actores de la sociedad civil (y en especial las ong) desafían las formas de identificación estáticas con las que se suele pensar a este activismo, asociadas a formas únicas y monolíticas de religiosidad. Siguiendo a lxs autores, entendemos que actualmente es posible encontrar organizaciones que se configuran con base en distintos
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