Derechos Humanos / Anuario Edición 2021

30 DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2021 Empezaré mi recorrido haciendo un breve pero necesario recuento de cómo empecé a realizar trabajos en torno al feminicidio. En 2018, en el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación (ovigem) diseñamos y realizamos un diagnóstico de la cobertura que hicieron los medios locales de probables casos de feminicidio en el estado de Puebla, esa fue la primera ocasión que abordé la temática. Como parte del proceso de diseño, tuvimos la oportunidad de conversar con una colega que trabajaba en una organización de la sociedad civil, algo que llamó mi atención fue mi lectura de su actitud frente a la problemática, recuerdo haber pensado que lo abordaba con demasiada ecuanimidad y tranquilidad, así que empecé a preguntarme cuál sería mi actitud, mi sentir, mi reacción al estar frente a tantas notas informativas que daban cuenta de muertes violentas de mujeres. Hoy sé que cada una cuenta con diversas herramientas para abordar la temática, y también para sentir cuando se emprende una tarea investigativa relacionada a la violencia feminicida. Una de las tareas que realizamos entonces fue identificar los probables feminicidios que se habían cometido en el estado de Puebla en 2018, para ello, consultamos el registro del Observatorio Ciudadano de Derechos Sexuales y Reproductivos (odesyr), al ir leyendo los números, las fechas, los nombres, la edad y encontrar la palabra “Desconocida” me surgió una inquietud: ¿por qué nombrarlas así: desconocidas? Cada una de ellas seguramente era conocida para alguien: familiares, amistades, colegas, así que decidí pensar en ellas de otra manera, como mujeres cuya identidad (yo) desconozco; con ese simple acto –sin saberlo– había empezado a tejer una relación ética y afectiva con ellas (volveré sobre esto más adelante), reconociendo su identidad, su humanidad. La siguiente parte del proceso fue quizá la más difícil, ya que, para realizar el diagnóstico, a cada una de las integrantes del equipo de trabajo (cuatro personas) le correspondía leer y analizar la información sobre cierto número de casos, así llegué a revisar 67 notas informativas, de las cuales 31 (es decir, casi la mitad) correspondían a un solo caso. Lo difícil no era leer tantas notas, sino estar expuesta de manera constante a los mismos detalles violentos, a las imágenes revictimizantes y al lenguaje discriminatorio. Recuerdo particularmente el impacto que tuvieron en mí algunas fotografías publicadas sobre la localización sin vida de una joven en un canal de riego, la forma en que se mostraba su cuerpo lastimado sin ninguna censura me produjo mucha indignación; la mima sensación que me dejó leer una y otra vez expresiones que justificaban el asesinato de una mujer porque salió de su domicilio por la noche y conoció y convivió con su victimario en un espacio de entretenimiento. No en vano el grupo de trabajo que atendió la solicitud de la Declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (avgm) en el estado de Puebla señaló en uno de sus informes que los medios de comunicación en la entidad: reproducen una cultura de violencia contra las mujeres y desigualdad de género, situación que invisibiliza, naturaliza y justifica la violencia ejercida en su contra, así como también promueve la reproducción de estereotipos y prejuicios, provocando la revictimización de las mujeres, adolescentes y niñas (Informe del Grupo de Trabajo, 18 de mayo de 2016, p. 88).

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3