Derechos Humanos / Anuario Edición 2021

DERECHOS HUMANOS ANUARIO 2021 17 No sé, a raíz de esa nota (de la de Mara Castilla), ya no estaba tan tranquila. Incluso mi esposo, en la última vuelta de la Ciudad de México a Puebla, le había mandado un gas pimienta, para que ella lo pudiera portar, para que lo usara para protegerse, como tratando de prevenir que algo le fuera a pasar. Pero bueno, continuando con tu pregunta de qué ha significado después del asesinato de Zyanya; pues el feminicidio de mi hija me mostró un futuro tan incierto. Nosotros como familia siempre nos veíamos proyectados hacia el futuro, porque siempre nuestra plática era de metas, de proyectos, los cuales compartíamos con mucho orgullo y también disfrutar de todos los logros que en vida Zyanya nos llenó desde pequeñita. Entonces, su feminicidio, me mostró un futuro tan, tan incierto, que me obligó a estar en el presente y a trabajar en él. Un presente que lamentablemente no es digno para nuestra sociedad y un futuro que tampoco es digno para nuestras mujeres, nuestras hijas y nuestras mujeres de todas las edades. Este aprendizaje me ha dejado tener la posibilidad de poner mi granito de arena en construir esa sociedad que a mí me gustaría dejar, tanto para nuestras mujeres como para nuestros jóvenes también. Entonces, ahora estoy enfocada en eso. Creo que, como mamá, y en la medida de mis capacidades y posibilidades, también lo fui haciendo desde la formación de mis hijos. Yo estaba ajena a lo que era la igualdad de género, sin embargo, lo apliqué sin conocerlo como tal, aquí en casa, en la formación de mis hijos cuando le decía a mi hijo: como hombre también tienes que aprender a cocinar, a lavar trastes, a barrer, a desempeñar todas las labores de casa, para que dependas de ti mismo y no de los demás. Esa era mi idea, mi visión. Y creo que, de alguna manera, pues lo apliqué. Fui profesora de educación preescolar, entonces también creo que dejé mi granito de arena en la formación de cada uno de ellos. No quiero que ninguna familia más esté en la situación en la que estamos. Lamentablemente, han pasado cuatro años y he sido testigo de que lejos de disminuir, siguen en aumento los feminicidios, y la falta también de disposición de las autoridades para hacer las cosas. Ahí siento que está mi labor, evidenciar pues esas negligencias y omisiones de las autoridades para que se vean obligadas o comprometidas a hacerlo. Me he topado con personas que, a pesar de que no están llevando algún caso en particular, también se han comprometido. Por ejemplo, recientemente un perito en antropología social se acercó a nosotras, estábamos dando acompañamiento a una audiencia aquí en el Reclusorio Oriente; preguntó por el caso de la compañera que se encontraba dentro y pues se abrió conmigo y decirme: “a raíz de todo lo que ustedes han pasado, eso me ha motivado a mí como profesionista a prepararme más, a ver la importancia de lo que es trabajar con perspectiva de género, a entenderlo.” Y era una persona no muy joven. A mí eso me dio como un rayito de esperanza de que cuando se quiere, se puede. Entonces, seguiré pidiendo que se hagan las cosas como se deben de hacer. Tenemos sentencias, como es el caso de la sentencia de Mariana Lima, que es el abc para para dar seguimiento a un feminicidio. También tenemos protocolos, no solamente nacionales, sino protocolos internacionales. Cuando empiezo con este aprendizaje, me preguntó por qué si había las herramientas necesarias no lo quisieron llevar a cabo en la investigación de mi hija.

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